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Actualizado el 30 de Abril de 2021

Biden: más allá de los 100 días

Biden presentó su mapa de ruta y su ideario de transformación social. Un momento clave del discurso fue cuando dijo que la sociedad no podía vivir de la lógica del chorreo, y que el crecimiento debía venir de abajo hacia arriba extendiéndose a todos.

Biden siguió el ejemplo de Franklin D. Roosevelt de dar cuenta a la ciudadanía de los avances de sus iniciativas durante los primeros meses. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Juan Pablo Glasinovic

Juan Pablo Glasinovic es Abogado

Este miércoles 28 de abril, el presidente Biden se dirigió a la nación con motivo de los 100 primeros días se su gobierno. Lo hizo en una sesión del Congreso Pleno, ante 200 miembros del Senado, de la Cámara de Representantes y algunos integrantes de su gabinete, audiencia restringida en atención a la pandemia.

La puesta en escena fue potente. En el podio estaba el jefe de Estado y a sus espaldas la vicepresidenta Kamala Harris y Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes, las dos mujeres más poderosas del país.

Biden siguió el ejemplo de Franklin D. Roosevelt de dar cuenta a la ciudadanía de los avances de sus iniciativas durante los primeros meses, para mantener el sentido de urgencia y trasladarlo al Congreso, sin el cual no podría implementar su programa.

El mandatario, en el curso de un poco más se una hora, abordó una serie de temas, desde la coyuntura, sus últimas propuestas, el tema de la tenencia de armas, las relaciones internacionales, la igualdad racial y de género y los próximos desafíos acometer. Todo ello, lo hizo con una potente oratoria y gran claridad conceptual.

El tono del discurso fue positivo, aunque también muy explícito. Biden dijo, por ejemplo ,“hoy puedo decir con absoluta seguridad: nunca he tenido más confianza ni más optimismo en Estados Unidos. Nos hemos asomado a un abismo de insurrección y autocracia -de pandemia y dolor- y ‘nosotros, el pueblo’, no nos hemos amilanado”.

El presidente partió diciendo que el país ya estaba remontando la terrible crisis humanitaria, con casi 600 mil muertos, y económica producto de la pandemia y que Estados Unidos se estaba “poniendo de pie” para retornar a la primera línea de influencia mundial. Recordó que su promesa de administrar 100 millones de vacunas en los 100 primeros días fue más que duplicada durante dicho lapso.

Aludió también a los trillonarios paquetes aprobados durante este período, particularmente en lo que se refiere a la ayuda a las familias y el plan de infraestructura nacional. Esta ayuda se funda en un rol mucho más activo del gobierno federal, que no sólo buscará mejorar la suerte de los sectores más afectados y empobrecidos por la crisis, también empujará una serie de transformaciones para estimular el crecimiento de una economía más sostenible.

Un aspecto central de su discurso fue sobre el imperativo de construir una sociedad más equitativa y con más oportunidades. En esa línea, dijo que las personas que ganaban más tenían que contribuir sustantivamente más al esfuerzo de mejorar la situación de los más desfavorecidos. Ello no sólo por razones de justicia, sino también de cohesión nacional.

Citó que, mientras casi 20 millones de personas han perdido su empleo durante la pandemia, un grupo ínfimo de súper ricos ha multiplicado muchas veces su ya abultado patrimonio, y estas ganancias igualan o superan lo que dejaron de ganar los desempleados. Por eso, anunció el alza de los impuestos para aquel segmento que representa menos del 1% de la población. La nueva tasa del impuesto a la renta para las personas que ganen más de USD400 mil será de 39,6%. En rigor, se retorna a la misma tasa que existió hasta el presidente George W Bush, como se encargó de precisar Biden.

Además, pidió un esfuerzo especial a la “América corporativa”, aumentando el impuesto del actual 21% al 28% (aún inferior al 35% existente en 2017) a las ganancias de capital. También incrementó el impuesto a las herencias, que gravará más a las grandes fortunas que pasaban de una persona a otra con una muy baja carga.

En la práctica, todos estos cambios significarán un cambio de situación tributaria para el 10% de los contribuyentes, mientras el 90% restante permanece más o menos igual.

Además de las razones de justicia y cohesión social, Biden dijo que los recortes tributarios iniciados por George W Bush y profundizados por Trump, no han hecho más que profundizar el déficit fiscal del país, lo que se hace crecientemente insostenible, al comprometer no sólo la estabilidad económica, sino también el rol del Estado y la soberanía del país.

Los nuevos fondos que se recauden, irán principalmente a financiar los paquetes de estímulo económico recientemente aprobados, a reducir el déficit fiscal y a fortalecer el papel del gobierno federal.

En su discurso, Biden hizo varios guiños a sus opositores y en particular al electorado de Trump. Dijo que los trabajos que se crearán con el plan de infraestructura favorecerán a los “blue collars” (personas de clase media y obrera sin gran calificación), lo mismo que los recursos destinados a dar más apoyo a las familias con salas cunas, mejor cobertura escolar, almuerzos para los niños y otros beneficios sociales. Lo mismo ocurrirá, señaló, con la transformación económica hacia un modelo ambientalmente sostenible, lo que podría reactivar y reconvertir los tradicionales centros industriales que fueron muriendo en las últimas décadas y cuyos habitantes votaron abrumadoramente por Trump.

En la misma línea, comprometió que los fondos destinados a la reactivación y transformación económica irán a financiar la compra de bienes e insumos estadounidenses, lo que incentivará aún más la producción local con sus efectos multiplicadores.

Junto con los guiños a la oposición, Biden interpeló al Congreso y en particular a su partido para aprobar todos estos cambios y poder avanzar sólidamente hacia los objetivos de una sociedad más integrada y próspera. Este punto es particularmente crítico por cuanto el próximo año son las elecciones de mitad de período y usualmente el gobierno pierde escaños. Y, en este caso, los demócratas tienen una débil mayoría en la Cámara de Representantes y un empate en el Senado (que se resuelve a su favor por la vicepresidenta). Por eso, el gobierno debe tratar de hacer todos los cambios legislativos importantes en esta primera parte del período.

La reacción del partido republicano no se hizo esperar. El encargado de exponer su postura fue el senador Tim Scott, el único afroamericano de esa bancada (claramente su elección para este propósito responde a una estrategia para hacer más creíble las críticas). Scott dijo básicamente que Biden estaba cosechando de un cambio de rumbo – vacunación y economía – que había iniciado Trump. También agregó que el presidente promovía ideas socialistas con el crecimiento del Estado y la inhibición de la creación de riqueza, necesaria para generar empleo y hacer crecer sólidamente la economía.

Biden presentó en esta ocasión su mapa de ruta y su ideario de transformación social. Un momento clave del discurso fue cuando dijo que la sociedad no podía vivir de la lógica del chorreo, y que el crecimiento debía venir de abajo hacia arriba extendiéndose a todos. El anuncio del alza de impuestos para los más ricos, en la cuna del capitalismo más liberal, no sólo refleja la discusión que se vive en casi todos los países, abre también un camino de cambios impulsado en la nación más poderosa, para construir una sociedad y un mundo más equitativo. Esto sin duda que tendrá repercusiones mundiales.

Biden mostró su juego de cartas. Ahora, tiene que sacar el proyecto por el congreso conservando sus aspectos esenciales. Nadie dijo que será un lecho de rosas.

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