La brecha de las telecomunicaciones se siente fuerte en la educación
Para subsanar esto, es necesario que el sector público y el privado unan fuerzas, tanto para capacitar a los diferentes actores que toman parte de este desafío como para disponer de mejores redes de telecomunicación que permitan a los docentes entregar el contenido y a los alumnos acceder a estos de manera expedita y constante.
Largio Romero es Ingeniero civil
Este lunes se celebra el Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información y, al igual que el año pasado, buena parte de nosotros lo pasará confinados debido a la pandemia del Coronavirus.
Es precisamente este escenario de cuarentenas y restricciones el que ha develado las enormes desigualdades en el acceso a las telecomunicaciones –y por consiguiente la dificultad de insertarse en la sociedad de la información– que sufren millones de personas, en especial, los alumnos más vulnerables, que no han podido desarrollar sus clases de manera normal. Por desgracia, es el sector educativo uno de los más retrasados en cuanto a la incorporación de tecnologías de telecomunicaciones y su uso, más por obligación que por decisión, recién se masificó durante 2020.
Si queremos hacer posible la enseñanza online, hay una brecha importante de conectividad que debemos solucionar tanto a nivel de las instituciones académicas (colegios, universidades, institutos), como de los profesores en sus casas, y también en la gente que tiene que recibirla.
Si bien la adopción de nuevas tecnologías –como el 5G– prometen solucionar muchas de estas brechas de acceso, el desafío de la educación no termina ahí. Una vez que contemos con nuevas herramientas, será igualmente importante y desafiante el cómo adaptamos los contenidos a la nueva tecnología disponible, de manera que los mismos sean más accesible y efectivos. Por una parte, está el desafío de diseñar programas para ser estudiados y aprendidos a distancia, no adaptados desde la presencialidad, ya que sabemos que el nivel de compromiso y atención varían demasiado entre una modalidad y otra. Por otra parte, entender que los cursos y programas también deben adaptarse y personalizarse pensando en el perfil de alumno que queremos alcanzar.
Por último, entender por qué medio los contenidos serán consumidos puede hacer una gran diferencia en la experiencia de estudio y capacidad de aprender lo expuesto: si hoy sabemos que en Chile existen más celulares que computadores; ese factor debe considerarse a la hora de desarrollar los materiales de estudio.
La educación digital es un desafío conjunto entre el sector de las telecomunicaciones y las comunidades educativas, de manera de preparar los contenidos en conjunto con el desarrollo de la infraestructura que los pueda soportar. Hoy, la mayor parte de los alumnos sienten que aprenden poco o nada de manera online, “que no vale la pena el esfuerzo”, lo que genera frustración y abandono. Un verdadero corte en el ciclo permanente de aprendizaje es lo que hoy necesitamos desarrollar en los niños, adolescentes y adultos que viven en un mundo laboral cada vez más globalizado y complejo.
Para subsanar esto, es necesario que el sector público y el privado unan fuerzas, tanto para capacitar a los diferentes actores que toman parte de este desafío como para disponer de mejores redes de telecomunicación – sean móviles o físicas–, que permitan a los docentes entregar el contenido y a los alumnos acceder a estos de manera expedita y constante.