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Actualizado el 20 de Mayo de 2021

No dejemos fuera a la bioenergía y sus propiedades 

La cumbre Clean Energy Ministerial y el foro Mission Innovation Ministerial se enfocarán en desafíos como descarbonización, electromovilidad, hidrógeno verde y las innovaciones necesarias para alcanzar la carbono neutralidad, pero dejarán indirectamente de lado a la bionergía, alternativa efectiva y renovable de generar energía.

Por Ignacio Parada
El valor de este tipo de fuentes es que pueden obtenerse de materias primas más asequibles y sostenibles que el petróleo, como pueden ser los residuos domiciliarios, agrícolas o forestales. FREEPIK
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Ignacio Parada es Abogado y emprendedor

A fines de mayo nuestro país acogerá dos de los eventos más importantes del mundo en lo que a energías limpias y nuevos paradigmas ecológicos se refiere: la cumbre Clean Energy Ministerial (CEM) y el foro Mission Innovation Ministerial (MI-6). Ambos espacios tienen por objetivo estimular la colaboración entre países y la integración de tecnología e innovación en sus procesos, al igual que acuerdos sobre el uso de fuentes energéticas sustentables en medio del actual escenario ambiental. Una antesala de la COP26 de unos meses más, que carece de otra opción que toma cada vez más relevancia a nivel mundial: la bioenergía.

Esta es una energía renovable que aprovecha la materia originada tanto en procesos biológicos como en los mecanizados por el hombre, con el objetivo de generar nuevas alternativas energética basadas en propiedades naturales y renovables. Suele obtenerse desde la naturaleza, con seres y sustancias en descomposición, como también de restos y residuos de la misma o proveniente de procesos industriales.

El primer ejemplo de esto en la historia de la humanidad fueron las fogatas, que aprovechaban las propiedades combustibles de la madera y otros elementos de biomasa seca para generar calor en el tiempo. Debido a lo contaminante de esta acción, en nuestros tiempos se prefiere optar por biomasa húmeda –que considera residuos de la fabricación de aceites, aguas residuales, purines, lodos de depuradora, etc–, como también de biocombustibles –biogás, bioetanol y el biodiésel– provenientes de aceites vegetales, grasas animales, fermentación de almidón o de la descomposición anaeróbica de materia orgánica, entre otras opciones.

La Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA) manifiesta que la bioenergía moderna, si se promueve significativamente en sectores tradicionales, resulta vital en la transición energética mundial, lo que sería indispensable para descarbonizar la economía global, especialmente en relación a industrias de la producción y el transporte. Algo que, para esta institución, será la gran urgencia ecológica de las próximas décadas.

Y es que el valor de este tipo de fuentes es que pueden obtenerse de materias primas más asequibles y sostenibles que el petróleo, como pueden ser los residuos domiciliarios, agrícolas o forestales, lo que también trae consigo beneficios para tener menos basura en zonas rurales o urbanas, enriquecer el suelo y preservar la biodiversidad. Un ejemplo claro de esto son los bioplásticos y su facultad biodegradable, la que puede aumentar la carga de producción de biogás, haciendo más eficiente el aprovechamiento del mismo y generando aún más energía para el mundo.

De acuerdo a sus programas, las temáticas de Clean Energy Ministerial y de Mission Innovation Ministerial se enfocarán en los desafíos sociales, económicos y climáticos en lo que a energía se refiere: descarbonización, electromovilidad, hidrógeno verde y las innovaciones necesarias para alcanzar la carbono neutralidad. Materias ciertamente relevantes para el desarrollo sostenible que se aboga a futuro, pero que dejan indirectamente de lado a esta alternativa efectiva y renovable de generar energía e innovación para que persista a futuro.

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