Cómo diría el Chapulín: que no panda el cúnico
No se trata de avasallar al otro, aunque se tenga mayoría, porque ya vimos que no participó la mayoría de la ciudadanía y existen muchos candidatos que no tuvieron votación, y que fueron elegidos por arrastre en una elección en la que debió resultar determinante la persona más votada, y no la votación de la coalición.
Christian Aste M. es Abogado
Aunque resulta doloroso, que sólo haya votado el 41,51% de la población, y que de ellos el 7,74% votó nulo y que mucha gente adulta por temor a contagiarse de COVID se haya quedado en sus casas, y eso haya conllevado a que candidatos con muy poca representatividad hayan sido elegidos, lo que se agrava aún más si consideramos que por éste sistema electoral (aprobado por este mismo Parlamento) se hayan producido injusticias como que la DC que tuvo una alta votación en comparación a otros partidos, en vez de elegir 5 candidatos que era lo que le correspondía por sus votos haya elegido sólo a 2, y que el PS en vez de elegir a 7, tenga más del doble; resulta a la vez confortante comprobar que ahora nadie tendrá excusas para argumentar que el texto constitucional que se redactará carece de legitimidad.
El que tenga legitimidad, justifica que todos exijan el respeto irrestricto a lo que se apruebe, y que nadie se arrogue la autoridad moral para desacreditar lo que se acuerde, sea que le guste o no, porque mal que mal, vivimos en una sociedad que debe definir y por una vez, las reglas que regirán su convivencia.
No se trata de avasallar al otro, aunque se tenga mayoría, porque ya vimos que no participó la mayoría de la ciudadanía y existen muchos candidatos que no tuvieron votación, y que fueron elegidos por arrastre en una elección en la que debió resultar determinante la persona más votada, y no la votación de la coalición.
Pero eso es una discusión que no aporta, porque la suerte ya está echada. El punto ahora es evaluar lo que significó esta elección. En mi opinión, pese a que mucha gente que participará definiendo el futuro del país carece de la representatividad que este proceso requería, no cabe duda que es una muy buena señal, el que participen los pueblos originarios y tengan cabida mayoritaria los independientes, que carecen de una expresión ideológica, y que fijan o han fijado sus posiciones en base su propia y particular experiencia, muchas o la mayoría de las veces dramática.
Por lo mismo, en general, quieren y desean cambios. Es obvio. El sistema para varios de ellos no ha funcionado. Al revés, los ha discriminado, ninguneado, abusado, y ha sido testigo de la impunidad que ampara a poderosos que siempre terminan ganando. De partida, les repugna un Presidente que predica pero no aplica. Lo hizo cuando cuestionó a las sociedades paraísos tributarios (habiendo tenido), cuando fustigó a quienes eludían la ley (sin regularizar su propiedad), cuando arremetió contra el nepotismo y el oportunismo (invitando a sus hijos empresarios a China) o cuando protestó en la frontera de Cúcuta contra un Presidente vecino, sin ocuparse de las desigualdades que nuestro país arrastraba.
Lo concreto es que el pueblo que votó ya decidió y quiere cambios. Bastó esa expresión, conteste en los constituyentes para que el mercado sobrerreaccionara, aduciendo tácitamente que la mayoría de los elegidos son personas que carecen de la inteligencia necesaria para darse cuenta que ni Cuba ni Venezuela son referente.
No ponderó que la mayoría ya señaló en sus propios programas que quiere que el Banco Central conserve autonomía, porque saben – no son idiotas – que el dinero sólo vale en función de la producción que existe. Si no hay producción, el dinero deja de valer. El mercado debiera también saber que la mayoría de los elegidos está consciente que el chileno tiene el sello del consumismo, y que eso, que es el eje del capitalismo, funciona en una economía, sólo cuando todos respetan las reglas y se sanciona a quienes abusan de sus posiciones, sea coludiéndose o aprovechándose de la información privilegiada a la que acceden.
Por lo mismo, aprobarán un sistema económico que promueva el emprendimiento pero que signifique cumplir reglas que son propias del sistema capitalista. Basta revisar lo que pasa en USA con los tramposos. Las mineras deben estar tranquilas en que la mayoría elegida, sabe o debe saber, o sabrá porque se informará, que Chile necesita inversiones en ese ámbito y debe entregar certezas, y que si no lo hace y/o no establece reglas competitivas, muchas empresas invertirán en Perú, Colombia u otros países que sin duda, las atraerán. Si eso ocurre, el país quedará sin ingresos, habrá más cesantía, y a quien se le cobrará será a quienes promovieron estas reglas, que resumen muy bien la expresión “pan para hoy, hambre para mañana”.
Los emprendedores deben estar tranquilos, porque la mayoría de quienes fueron elegidos, vienen del mundo privado. Han sido víctimas de la burocracia y el maltrato funcionario. No quieren personas que se sirvan del Estado, sino servidores públicos. No quieren corrupción.
Desean emparejar la cancha. Establecer tributos progresivos, para que los que más tienen, más contribuyan, pero sin que eso implique que el dueño del capital se vaya, porque eso sería matar la gallina de los huevos de oro. Todos quieren un país ordenado, en el que las reglas se cumplan, y se sancione a quien saquee, destruya o incendie bienes públicos o privados aduciendo la razón que sea. Un país sin orden, no avanza.
El mercado, debe confiar en que la mayoría de los elegidos son personas inteligentes, profesionales destacado(a)s, que sólo quieren lo mejor para el país, y que no se darán gustitos que terminarán pagando los más pobres o ellos mismos y sus familias.
Invito a que consideren que las personas elegidas en su mayoría, cuando no están adscritas a una ideología que le impone lo que debe decir y no decir, están llanos a escuchar argumentos y dispuestos a ceder en sus convicciones, si se les demuestra con razones y fundamentos lo que es mejor para todos.
No parece razonable por lo mismo, que algunos partidos se atribuyan el éxito de esta elección, porque tanto en la votación del rechazo como en ésta, lo que subyace es una rabia tremenda contra los actores políticos.
No porque “cocinen y lleguen a acuerdo” porque eso es lo que hace que las democracias sean eso y no otra cosa. Sino simplemente porque observan que muchos de los políticos no están dispuestos a ceder ni dejarse convencer frente a pruebas que son irrefutables. Es cosa de ver, las posiciones que se marcan en las discusiones parlamentarias, en las que luego de oírse la opinión de expertos, se hace precisamente lo contrario de lo que éstos dicen y/o argumentan, ya que para ellos lo único que vale es su ideología, la que equivale a su religión.