De Curriculum a Ecosistema de Aprendizaje Emprendedor
El aprendizaje emprendedor puede preparar a los estudiantes para identificar y abordar los desafíos y oportunidades que enfrentan en sus comunidades y a lo largo de sus vidas, resolviendo problemas y creando valor tanto en lo monetario como en lo social.
Felipe Jara es Director de Innovación, Transferencia y Emprendimiento de Inacap
A principios del siglo pasado, el economista austriaco Joseph Schumpeter resaltó la figura del emprendedor como conductor del dinamismo social y económico desde su capacidad para desarrollar e implementar ideas. Un siglo después, la figura del emprendedor sigue emergiendo con más fuerza y necesidad que nunca, dadas las grandes transformaciones que está experimentando el mundo del trabajo, no solo como causa de la Pandemia del COVID-19, sino que del cambio tecnológico y climático.
Estimaciones del Foro Económico Mundial (The Future of Jobs Report) indican que para 2025, 85 millones de trabajos serán desplazados, dando paso a otros intensivamente tecnológicos, donde compartiremos con “colegas” robots o máquinas en general que asumirán, al menos en un principio, aquellas labores más rutinarias. Estos cambios no solo son un llamado a intensificar la preparación tecnológica de nuestros actuales y futuros estudiantes, sino que también aquella preparación en habilidades como el pensamiento crítico, la resolución de problemas, la autogestión, el aprendizaje activo, la resiliencia y la flexibilidad.
Según la misma institución, en promedio, las empresas encuestadas estiman que cerca de un 40% de los trabajadores requerirán nuevas habilidades cada seis meses o menos. Asimismo, según The Foundation for Young Australians, se espera que los actuales estudiantes tengan en promedio 17 distintos trabajos en al menos cinco industrias distintas a lo largo de sus vidas.
Muchas instituciones, y la nuestra no es la excepción, están apostando al emprendimiento y la innovación como una de las formas de preparar a sus estudiantes para este cambiante mundo del trabajo, donde las competencias transversales nombradas más arriba son tan o más importantes que las competencias técnicas.
Las competencias básicas, como el pensamiento crítico, el análisis y la resolución de problemas, ocupan sistemáticamente la primera posición entre las prioridades de educadores y empresas en lo que respecta a la formación y la capacitación para el presente y el futuro. Y esto es así porque estas cualidades posibilitan el espíritu emprendedor, el que puede encontrarse en ámbitos tan distintos como el social y el educativo, el político y el científico. No se trata solo o exclusivamente de “hacer negocios”, sino que de la capacidad de adaptarse, identificar necesidades, resolver problemas y, finalmente, hacer (se) futuro. Por ello –y Schumpeter tiene razón– los emprendedores son personas que juegan un rol relevante en distintos ámbitos de la sociedad y no solo en el específico de los negocios.
El aprendizaje emprendedor puede preparar a los estudiantes para identificar y abordar los desafíos y oportunidades que enfrentan en sus comunidades y a lo largo de sus vidas, resolviendo problemas y creando valor tanto en lo monetario como en lo social. Para que la formación no solo sea atractiva, sino que completa, las instituciones deben generar ecosistemas de aprendizaje emprendedor, esto es, un conjunto de oportunidades de desarrollo de esta capacidad de transformar la realidad.
Los ecosistemas de aprendizaje emprendedor son ambientes donde los estudiantes viven una inmersión total en oportunidades para crear su propio futuro, ya sea que eligen dar empleo a otros o bien emplearse en distintas organizaciones. Este ecosistema de aprendizaje emprendedor es un conjunto de oportunidades que ofrecen a los estudiantes la teoría y la práctica y las condiciones para aprender y emprender. En definitiva, un conjunto de posibilidades que atraen su interés, generan la actitud, permiten la práctica y apoyan sus ideas y proyectos.
Contenidos curriculares, actividades extracurriculares, oportunidades tempranas de aprendizaje integrado a la empresa, equipamiento e infraestructura para crear, redes de apoyo, financiamiento, tecnologías para adoptar y adaptar, y aliados para acelerar proyectos son, en general, los ámbitos que se deben poner a disposición de estudiantes.
No necesariamente todos los estudiantes querrán ser emprendedores, pero sí todos van a vivir un desafío permanente de adaptación y dinamismo laboral y de vida, para lo cual una mentalidad emprendedora, flexible, de crecimiento, abierta al fracaso, resiliente y creativa será de suma importancia. Quizás el mejor aliado para surcar el futuro.