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Actualizado el 11 de Julio de 2021

Esperando el milagro medioambiental

Este milagro medioambiental necesita de trabajo conjunto, de procesos colaborativos entre todos los actores involucrados; requiere desarrollo e innovación para que aquel producto que creemos finaliza su uso se pueda reparar, remanufacturar, reacondicionar, reusar o separar para utilizar sus componentes en nuevos usos.

"El problema de los Residuos Eléctricos Electrónicos (RAEEs) es creciente año a año y seguimos esperando que milagrosamente la regulación, las ONGs o las empresas lo resuelvan". AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Carmen Gloria Ide

Carmen Gloria Ide es Experta en gestión de la sustentabilidad

La pandemia nos forzó a considerar nuevas formas de vida en torno al trabajo, familia y nuestras relaciones con otros en espacios comunes, lo cual se resumió durante mucho tiempo a quedarnos en la casa.

Durante este camino, el estar encerrados nos obligó a mirar hacia dentro, nuestros hogares, empezando a demandar por mayores tecnologías relacionadas a continuar con nuestros trabajos, obligaciones educacionales en niños, hasta en electrodomésticos para poder hacer frente a la nueva realidad, dado su aumento en el uso o dándonos cuenta de que el estar en casa podemos usar más frecuentemente aquellos productos que antes sólo usábamos ocasionalmente.

Compramos lo que faltaba, reemplazamos equipos por otros más modernos, pero también debimos reemplazar por nuevos los que ya no funcionaban. Esto último, tan cotidiano, ha sido a la vez nocivo para el medio ambiente de no existir soluciones que permitan reducir su impacto.

En nuestro país, casi la totalidad de los productos eléctricos y electrónicos son importados, llegan nuevos y cuando no sirven se convierten en el invitado que nadie quiere, no sirven, o son residuos difíciles de tratar, con componentes peligrosos en algunos casos, y sin una industria que los pueda tratar, terminan siendo parte de un relleno sanitario, siendo a su vez una fuente de materiales que sirven tanto de materias primas como de metales de alto valor que permitirían gatillar procesos de minería urbana.

El problema de los Residuos Eléctricos Electrónicos (RAEEs) es creciente año a año y seguimos esperando que milagrosamente la regulación, las ONGs o las empresas lo resuelvan, cada una por separado.

Pero este milagro medioambiental necesita de trabajo conjunto, de procesos colaborativos entre todos los actores involucrados; requiere desarrollo e innovación para que aquel producto que creemos finaliza su uso se pueda reparar, remanufacturar, reacondicionar, reusar o separar para utilizar sus componentes en nuevos usos.

Para avanzar en esta dirección, debemos crear una estructura y cadena que permita al mercado ser capaz de volver a utilizarlos. Si avanzamos en esto podremos generar negocios circulares para el beneficio de todos y en especial de la población en general y por, sobre todo, avanzar en educación en estos temas de circularidad, para que como país seamos consumidores responsables respecto de los impactos de nuestros productos y decidir aportar activamente con los artículos que cuando finalizan su uso sean insumos y materias primas o sean empleados para otros fines. Debemos de manera colaborativa evitar que sigamos contaminando cada vez que requerimos un nuevo producto que contribuya a los RAEEs.

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