El shock del presente
No busquemos magos ni falsos profetas de lo que vendrá, simplemente influenciemos desde la claridad de nuestro presente. Consideremos que quienes cambian nuestra vida son aquellos que no leen el periódico, sino los que son la noticia.
Guillermo Bilancio es Consultor en Alta Dirección
A comienzos de la década de los 80´s, Alvin Toffler nos proponía trabajar desde la prospectiva de creación de escenarios a partir del “Shock del Futuro”. Por esos años, yo comenzaba mi carrera de consultor y era parte de una empresa de consultoría internacional que contrató a Toffler para implementar la metodología de diseño de contextos futuros, y me tocó por suerte trabajar como asistente de él y de su equipo.
Yo suponía que estaba frente a un mago que me daría lecciones acerca de cómo usar la bola de cristal, pero me encontré con la sorpresa de que el análisis no era sobre el futuro, sino definitivamente sobre el presente. Que era mucho más descriptivo que predictivo y, por ende, más reflexivo y dependiente de la mirada del observador.
Ese proyecto me permitió darme cuenta en que predecir no implica anticipar, porque la anticipación depende de la manera en que nuestro modelo mental describe situaciones presentes y determina la acción efectiva.
Desde su perspectiva trascendente, el gran Maturana nos planteaba que el pasado y el futuro son dos conceptos para sufrir o ilusionarse, y que solo vivimos en un presente continuo, todo me hizo sentido: ¿Por qué desgastarse en buscar respuestas de un futuro posible cuando podemos actuar y construir nuestra propia visión del mundo desde nuestro punto de partida que es hoy?
Empresarios, ejecutivos, políticos, y otros actores a los que les incomoda la incertidumbre, buscan resolver la incógnita del futuro de Chile y también de la región, frente a los posibles cambios radicales en la política, la economía, lo sociocultural, lo tecnológico, lo ecológico y hasta lo demográfico, tal vez sin comprender que esos cambios radicales dependen de su propia perspectiva y de su capacidad para diseñar y no esperar lo que vendrá.
¿Acaso Jeff Bezos, Elon Musk, Gates o el mismo Richard Branson buscan predecir lo que viene o lo diseñan desde su propia perspectiva? Tal vez no especulan con lo que pueda suceder, sino provocan que suceda.
¿Cuál es la predicción que se plantea, por ejemplo, Matías Muchnick (CEO de NotCo)? Ninguna predicción, solo la convicción de un mundo con otra nutrición, y desde ahí provocar. En términos de negocios, aquellos que cambian y transforman el presente no creen que exista un mercado, ellos son el mercado.
Volviendo a Chile y a la región, vivimos una etapa en la que, dependiendo del observador, hay pesimismo u optimismo por lo que pueda suceder. ¿Tal vez un escenario populista? ¿novedoso? ¿de caos? ¿conservador?
Un escenario populista prevé un modelo asistencialista, con controles y presión hacia empresarios en términos impositivos y de limitaciones en los niveles de utilidad, una creciente politización de la sociedad y un alineamiento internacional más sesgado.
Un escenario novedoso implica progresismo, economía social de mercado con justicia social, ambientalismo y democracia liberal.
El escenario de caos implica vacío de poder con enfrentamiento social, algo que podría considerarse transitorio. Y un escenario conservador es la estabilidad, la indiferencia política, la economía de mercado y el mantenimiento del status quo.
¿Acaso alguno de estos u otros escenarios se pueden dar de manera absoluta? ¿Es posible una mezcla de situaciones? ¿De quién o de quienes depende? No es predecible.
En 1989, cuando Carlos Menem asumió la presidencia en Argentina, el escenario de catástrofe para los empresarios venía de la mano de un modelo peronista: controles de precios, presión sindical, economía cerrada. Menem fue un neoliberal aplaudido por empresarios y denostado por sus propios seguidores peronistas.
¿Quién podría imaginar que el gobierno socialista de Ricardo Lagos fue un escenario de crecimiento empresarial y de mayor brecha de desigualdad económica? ¿Y Lavín transformado en socialdemócrata? ¿Qué hubiese sucedido? Estos y muchos otros ejemplos echan por tierra el ejercicio intelectual de predecir lo que vendrá.
¿Será Castillo un problema para el Perú? ¿Desde qué perspectiva? ¿Boric nos plantea populismo y Sichel un planteo novedoso? ¿Será al revés? ¿Y Yasna Provoste, no podría ser parte de un juego que termine en un escenario conservador? Ese presente continuo que no va de la mano con períodos presidenciales, sino que trascienden a ellos.
En la década de los 90´s, me tocó estar en un evento empresarial muy relevante, de una empresa de medios de comunicación muy poderosa e influyente en Argentina. Obviamente, el presidente de la nación había sido invitado al evento y escuchó muy atentamente el discurso de la dueña y presidente de la empresa. Y cuando finaliza su discurso, ella se retira del evento. Un asesor le dice: “Señora, va a hablar el presidente, ¿usted se va?”. Y la señora, con toda claridad, le responde: “El es presidente por cuatro años, yo soy la dueña de esto por toda mi vida”.
No se puede ver el fin desde el principio y lo único controlable es el principio porque es ahora y a partir de allí, día a día, vamos construyendo una continuidad que es una permanente transitoriedad.
Para eso será fundamental tener claras las convicciones de “qué hacer”, porque esa decisión es lo único que rompe con la incertidumbre, que no es otra cosa que el miedo a no saber qué hacer. Eso implica tener estrategia y a partir de allí maniobrar en el presente que nos toque, para que nuestras decisiones permitan continuidad.
Sin visión propia, sin la construcción de un modelo y de un mundo propio, seremos esclavos de un futuro que no existe, que nos hace sufrir o ilusionar, pero que no es.
No busquemos magos ni falsos profetas de lo que vendrá, simplemente influenciemos desde la claridad de nuestro presente.
Consideremos que quienes cambian nuestra vida son aquellos que no leen el periódico, sino los que son la noticia.