Presencialidad en la educación superior
Esperemos que las instituciones de educación superior tomen las acciones necesarias tanto para permitir el uso de sus instalaciones -gradual y voluntariamente, y resguardando la seguridad- como para generar planes de remediación. Lo relevante es trabajar en conjunto, escuchando a toda la comunidad educativa.
Tania Villarroel es Directora de Estudios de Acción Educar y profesora asistente Facultad de Derecho U. de Chile
Está por empezar el segundo semestre en la educación superior y rondan preguntas sobre qué medidas tomarán las instituciones en relación a la pandemia. Todo apunta a que es importante avanzar hacia abrir espacios de presencialidad y tomar medidas mitigadoras del daño que ha causado la pandemia en el ámbito educacional.
Estudios muestran que los estudiantes del nivel terciario también se han visto emocionalmente afectados. De hecho, tres de cada cuatro reporta que su estado de ánimo es peor o mucho peor en comparación con el contexto pre-pandémico (Mac-Ginty et al., 2021). Lo anterior hace sentido considerando que, para la mayor parte, estudiar es su ocupación principal y, al mismo tiempo, un sueño, una etapa de la vida cargada de expectativas, muchas de las cuales se vieron frustradas durante este año y medio transcurrido.
Ante este panorama, es fundamental escuchar a las comunidades educativas, levantar información sobre las necesidades de los alumnos, generar confianzas en profesores y funcionarios, y desarrollar planes para poder ir abriendo las instituciones de educación superior (IES).
Muchas ya lo han hecho. En Chile, hasta el momento, varias universidades han implementado medidas para que al menos algunos de sus alumnos puedan experimentar el campus; otras, todavía no. En el mundo, el 30% de países encuestados por la OCDE recibieron a todos sus alumnos en el 2020. En Estados Unidos, la autoridad sanitaria señala que, en los planteles en que estén todos vacunados, se puede volver a clases presenciales al 100% de la capacidad. Por supuesto, la apertura no implica volver a las mismas condiciones que antes de la pandemia. Las soluciones que han encontrado las IES muestran la creatividad del ser humano y la diversidad de los contextos. Se han reportado clases híbridas, turnos, apertura solo de espacios de estudio, toma de exámenes de Coronavirus, exigencia de vacunas, etc. A esto deben apuntar las autoridades: promover que se generen espacios de presencialidad y orientar a las IES para que cada una encuentre la mejor solución que se adapte a su contexto.
Nótese que la urgencia por reabrir no proviene de la falta de idoneidad de la educación online. Cada modalidad tiene sus ventajas y desventajas. Lo relevante es que, quien tiene la capacidad para decidir qué tipo de educación calza mejor con sus metas, es el estudiante. Por lo mismo, para todos aquellos que se matricularon en programas presenciales, urge hacer los esfuerzos para volver a darles lo que ellos eligieron.
Esperemos que las IES tomen las acciones necesarias tanto para permitir el uso de sus instalaciones -gradual y voluntariamente, y resguardando la seguridad- como para generar planes de remediación. Lo relevante es trabajar en conjunto, escuchando a toda la comunidad educativa, para acotar los riesgos lo máximo posible. Si bien estos nunca desaparecerán por completo, definitivamente son riesgos que vale la pena correr por el bienestar de nuestros estudiantes.