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Actualizado el 24 de Agosto de 2021

Sequía de lluvias (y de políticas públicas)

La actividad agrícola consume la mayor cantidad de agua, y aunque esta cifra parece muy alta, es importante destacar que el campo transforma el agua en alimentos, en empleos. No podemos vivir sin agua, pero tampoco sin alimentos, el Estado de Chile debe fijar no solamente una nueva política pública a nivel hídrico, que sea integral, a todo nivel y todo evento.

El gasto en camiones aljibes en nuestros municipios, que se incrementa todos los años, se está volviendo toda una complejidad económica y logística. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Francisco Gómez

Francisco Gómez es Alcalde de El Monte, Presidente de la Asociación de Municipios Rurales Amur Chile

Que duda cabe que el cambio climático, el calentamiento global (incluso por sobre el promedio mundial), el avance de la desertificación en el país y la sequía son fenómenos que llegaron para quedarse, y hace rato que no son cuestiones aisladas o puntuales que nos toca sufrir, técnicamente podríamos decir que aquellos ya pertenecen a nuestra nueva realidad. En Chile existen 263 comunas rurales, las cuales ocupan cerca del 83% del territorio nacional y donde se desempeñan importantes actividades económicas, pero también son lugares donde la idiosincrasia más enérgica de Chile, la del campo, se mantienen.

Hace cerca de 30 años que la comunidad científica viene advirtiendo acerca del fenómeno que vivimos, pero increíblemente en Chile no se han llevado adelante las políticas públicas suficientes para mitigarlo. Por ejemplo, ¿será necesario seguir construyendo embalses si ya no llueve lo suficiente para llenarlos? No hay duda en que el consumo humano es lo prioritario, agua disponible para las personas, literalmente alguien que no bebe agua va a morir en un plazo máximo de seis a siete días, lo que da cuenta de lo dramático y necesario de asegurarla; un 12% del agua en nuestro país, se destina a este fin.

La actividad agrícola consume la mayor cantidad de agua (cerca de un 72%), y aunque esta cifra parece muy alta, es importante destacar que el campo chileno transforma el agua en alimentos, en empleos y también en tradiciones y costumbres. No podemos vivir sin agua, pero tampoco sin alimentos, el Estado de Chile debe fijar no solamente una nueva política pública a nivel hídrico, que sea integral, a todo nivel y todo evento, incentivar la tecnología de riego y cuidar nuestras hoyas hidrográficas.

Como Asociación de Municipios Rurales (AMUR Chile), observamos con mucho temor la falta de visión con que ha sido tratado este tema y cómo seguimos dando pasos en falso en el cuidado de nuestros ecosistemas. No es posible que la planificación y diseño urbano, por ejemplo, siga haciéndose sin dialogar con la planimetría hídrica, hay poblaciones que se construyen sin saber si existe posibilidad de contar con agua, o se llevan adelante en sectores precordilleranos dañando con ello gravemente las napas subterráneas y el abastecimiento general. Ni hablar de la dilapidación de numerosos humedales, los cuales cuentan con una capacidad única de tratar el carbono, entregar agua para múltiples actividades, y ser barreras naturales para la protección de la costa ante eventos extremos de la naturaleza, pero necesitamos gestión sostenible y restauración ecológica. No podemos seguir pensando en el Chile del 2050, pero con la mirada de 1995.

Los alcaldes siempre estaremos disponibles para socorrer a nuestros vecinos, incluso con cuestiones que no son (por lo menos administrativamente) de nuestra responsabilidad, ciertamente es nuestra obligación, pero el gasto en camiones aljibes en nuestros municipios que se incrementa todos los años, se está volviendo toda una complejidad económica y logística, y tarde o temprano nos va a terminar sobrepasando, esto debe ser una cuestión mucho más de estado que nuestra.

En Amur Chile vamos a convocar a una gran Mesa Hídrica, y esperamos la colaboración cercana de los Gobiernos Regionales, la Dirección General de Aguas, MOP y Universidades, de manera de proyectar la nueva realidad chilena en los años venideros, dejar de perder tiempo y visualizar las soluciones que se han implementado en otros lugares del mundo, como alimentos que requieran menos agua y sean más resistentes a las altas temperaturas, avanzar en la descentralización de organismos con una autonomía que les permita gestionar el agua a nivel de cuenca hidrográfica, y una profunda revisión cultural para usarla, al tomar una ducha o regar el jardín por ejemplo.

Finalmente, hay que superar las diferencias políticas e ideológicas, y esto debe tratarse como se tratan las relaciones exteriores, es una cuestión que supera a un gobierno o a una generación, necesitamos la unanimidad y el convencimiento de todos para asegurar la sobrevivencia de nuestras vidas como la entendemos hoy en día.

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