Apoyo a mujeres y niñas afganas: ¿Qué podemos hacer desde Chile?
Lo primero es informarnos y tener pensamiento crítico antes de divulgar información, para así evitar la desinformación, seleccionar qué medios consumimos, qué contenidos validamos y posteriormente cuáles y con qué objetivo vamos a divulgar.
Nicolle Knüst es Periodista
Era octubre de 2019, cuando conocí por primera vez a una persona afgana, desde mi absoluto lugar de privilegio, pedí un Lift en San Francisco, California. Una vez arriba del auto, el conductor me pregunta de dónde soy, le cuento que de Chile, a lo cual me responde “tu ciudad está en llamas” hace sólo un par de días había emergido el “Estallido Social”, por redes y medios de comunicación, circulaban muchas imágenes de descontrol, lo cual por cierto me tenía totalmente conmocionada y con mucha incertidumbre, pues justo había coincidido con este viaje de trabajo, estaba lejos de mi país y estaba llena de cuestionamientos y contradicciones. Le comento a este hombre que estaba preocupada y que no sabía muy bien qué pasaría, a lo cual él me respondió: “Al menos tienes la seguridad que tendrás un país para regresar, yo no”.
¿Por qué comento esto? Porque la lejanía que tenemos con Afganistán es real, y es en todo nivel, con lo anterior sólo quiero ejemplificar la difícil probabilidad para nosotros como chilenos conocer a una persona de este país y así recordar que la desinformación y desconocimiento sobre esta región del mundo es muy alta y, por lo tanto, escuchar de sus propias palabras su sentir, sus preocupaciones, sus problemáticas, sus valores, sus aspiraciones, son fundamentales para ejercer opinión con sustento, pues aún por nuestra propia ignorancia en cuanto a un sinnúmero de códigos, podemos con facilidad malinterpretarlos. Esto nos hace al menos cuestionarnos las “universalidades” en todo término. Por ejemplo, lo que es un valor esencial para nosotros en occidente, no necesariamente lo es en Medio Oriente y así con todo.
Casi dos años después de este encuentro, este hombre, padre de ocho hijos vuelve a mi mente, cuando los talibanes han tomado el poder y como ya hemos visto supone la supresión prácticamente por completo de la figura de la mujer y sus derechos. Nos ha removido a todo el mundo, porque estamos justo en un proceso internacional intenso, donde las mujeres seguimos luchando por nuestros derechos y liberación a todo nivel, y nos encontramos de frente con una distopía que nos violenta y nos genera mucha impotencia e incomprensión, porque no somos afganos y no entendemos del todo qué es lo que está pasando y qué es lo que están sintiendo, en particular las mujeres y niñas, no obstante empatizamos y no nos podemos conformar con ser espectadoras desde occidente.
Lo que está aconteciendo ha provocado una serie de cuestionamientos, a continuación comparto algunas reflexiones e iniciativas para poder colaborar desde nuestro lugar.
Lo primero es informarnos y tener pensamiento crítico antes de divulgar información, para así evitar la desinformación, seleccionar qué medios consumimos, qué contenidos validamos y posteriormente cuáles y con qué objetivo vamos a divulgar, junto a esto cuestionar a los medios tradicionales y sus referencias cuando denominan a países del Medio Oriente, como “tercermundista”, pues no olvidemos que en Chile tenemos una serie de temas aún sin resolver, siguen matando a mujeres y disidentes, seguimos peleando leyes, por lo tanto, no nos podemos jactar de ser país con temas de abuso hacía la mujer y disidencias resueltos.
Segundo, tener conciencia del tipo de llamados que hacemos a través de redes sociales, por ejemplo, “apoyar la causa” con el #TodasSomosAfganas, que ha sido cuestionado porque justamente no todas somos afganas, ya que en este caso la opresión no sólo es de género, sino que del fundamentalismo religioso, cultura, leyes, dentro de múltiples otros factores.
Tercero, evitar cuestionar el trabajo que se ha hecho en torno al feminismo en Occidente y en Chile en particular. Se ha visto mucho en redes “desafiar” a feministas en hacerse cargo de un asignado rol heroico de tener que ir a “salvar” a las mujeres afganas, con preguntas cómo “¿Y las feministas ahora dónde están?” Lo cual no hace más que alimentar discusiones sin sentido y desvirtúa los propósitos relevantes tanto del feminismo como tal, las luchas aún pendientes en nuestro país, como de la situación que aqueja a las mujeres y niñas en Afganistán.
Por último, no perpetuemos la victimización de las mujeres y niñas afganas, porque de esta manera podemos seguir justificando y potenciando diversas prácticas de dominación, de hecho muy por el contrario a lo que pensamos, incluso en las peores crisis, según estudios, hay mujeres que han emergido como agentes claves en el proceso de reconstrucción, rompiendo con la concepción occidental y el imaginario que se ha mostrado en la prensa internacional de víctima pasiva del conflicto armado.
Por lo tanto, ante la pregunta ¿Qué podemos hacer desde Chile? Bastante, comenzando por investigar, cuestionar y pensar antes de opinar.