Política basura
Si tan solo muchos de los intelectuales y sus seguidores salieran de la Costanera y se metieran por cualquier calle verían lo que los muros de la carretera no dejan ver: el abandono y desazón de miles de chilenos que parecen vivir en un país distinto. Santiago y las grandes zonas urbanas de regiones viven un flagelo que está lejos de ser solo un problema medioambiental: la basura.
José Carlos Meza es Abogado. Director Ejecutivo de Acción Republicana
Chile es hoy un país más pobre, quizás no se note por la gran cantidad de dinero que circula en el ambiente, pero lo cierto es que la pobreza aumentó en un 2,2%, creciendo de un 8,6% a un 10,8%, es decir, 2.112.185 personas viven hoy en condición de pobreza. Esto implica un retroceso a los niveles que teníamos en 2013. La pandemia y la violencia vivida desde fines de 2019 explican en gran parte este aumento, pero hay dimensiones que parecemos no ver.
¿Cuántos litros de tinta ha gastado la derecha reflexionando sobre el “relato”? ¿Cuántos miles de millones han gastado las tan variadas organizaciones, centros de estudios (o Think Tanks para los más pitucos) en seminarios y encuentros para decirnos lo importante de construir un relato para nuestro sector? Lo más divertido en todo esto es que siempre la respuesta es que falta un “relato”, y que son ellos los que nos pueden decir cuál es o cómo armarlo, y de paso van estirando la manito para recibir cuantiosas donaciones.
Relatos hay muchos, ideas también. Principios, valores y experiencias sobran, no solo en Chile, sino que en el mundo. El desafío no es plantear esas ideas, el desafío es hacerlas carne, ejecutarlas.
Lo cierto es que tenemos una realidad ante nuestros ojos y hacemos poco o nada por verla. Si tan solo muchos de los intelectuales y sus seguidores salieran de la Costanera, se metieran por cualquier calle y se bajaran 10 minutos, verían lo que los muros de concreto de la carretera no dejan ver: el abandono y desazón de cientos de miles de chilenos que parecen vivir en un país distinto. Santiago y las grandes zonas urbanas de regiones viven un flagelo que está lejos de ser solo un problema medioambiental: la basura.
Tampoco quiero ser tan duro con nuestros liderazgos en la derecha, porque al frente no hay mucha preocupación. Si tan solo los paladines de la dignidad cambiaran sus violentas marchas en Baquedano y se movieran solo unas escasas cuadras hacia los alrededores de la Vega Central, verían lo que personas como Don Víctor, vecino de calle Fariña, viven todos los días: la indignidad de tener que rodear una montaña de basura para entrar a tu casa.
Unos y otros están tan empecinados en lograr demostrar que tienen razón, que merodean en círculo sus propias ideas, sus propias casas, sus propios mundos, y no ven más allá de su nariz.
Hemos visto ingenuos e inocentes intentos por levantar este tema, como lo que han hecho algunos parlamentarios hace unas semanas: lanzaron su “Bancada no + microbasurales”. Pero, ¿de qué sirve? Si tenemos autoridades que se escudan en explicaciones tan groseras como lo señalado por Jonathan Fuentes, director de Aseo y Ornato de Chiguayante, en un medio local: para él es culpa de los retiros del 10% de los fondos de pensiones.
No señores, no es culpa de los retiros del 10%, es culpa de la desidia con que las autoridades se aproximan a este tema, porque no los afecta, porque no lo viven. ¿Y si vamos a tirar la basura afuera de la casa de alguno de los conspicuos dirigentes políticos? Gobiernan desde las alturas sus comunas, pero no pisan sus calles. Se suben al auto en el patio de la casa y se bajan en el estacionamiento de su oficina; lo que pasa en el trayecto no parece afectarlos.
Esto es un llamado de atención, así como alguna vez alguien dijo “menos Excel y más Word”, aquí me atrevo a decirles: menos Notebook y más zapatillas. Solo así podremos entender la profundidad de los problemas que afectan a los chilenos día a día y plantearles soluciones trascendentes a sus problemas cotidianos.