La educación no es una fábrica de autómatas
La Premio Nacional de Educación 2021 (Nolfa Ibáñez) plantea la importancia de dar valor a la diversidad y cita a Humberto Maturana: “El aprendizaje es un proceso de transformación en la convivencia”. Chile ha sido siempre un país diverso, pero hemos dejado de enriquecernos en la diversidad con un currículo educativo que busca homogeneizar a niños.
Marcelo Trivelli es Ex intendente de Santiago. Presidente Fundación Semilla
Se acaba de distinguir a la académica de la Universidad Metropolitana de Ciencia de la Educación (UMCE), Nolfa Ibáñez, con el Premio Nacional (Chile) de Educación 2021 debido a su aporte significativo al conocimiento y desarrollo de la educación diferencial. Desde esa área de la educación hace un llamado a humanizar la educación, porque la enseñanza no puede ser vista “como términos de producción sino, desde el desarrollo de las personas”.
La investigadora y docente nos está diciendo que los criterios para medir los resultados económicos que hoy se aplican al proceso educativo han desplazado a niñas, niños y jóvenes como prioridad en la educación. Hoy es mucho más importante llenar formularios que dar atención a estudiantes. Muchos, entre quienes nos contamos en Fundación Semilla, hemos insistido en que la educación no es una fábrica de autómatas. Tratamos con personas y el crecimiento y desarrollo de habilidades socioemocionales debe volver a ser el centro de la educación.
Como bien dice Gabriela Mistral: “Como los niños no son mercancías, es vergonzoso regatear el tiempo en la escuela. Nos mandan instruir por horas, y educar siempre. Luego, pertenecemos a la escuela en todo momento que ella nos necesite”. Léase escuela como la comunidad escolar y no como la burocracia que impone la política pública que carga y recarga a los profesionales de la educación con rendiciones de cuenta inútiles y presión por rendir en pruebas estandarizadas como el Simce, que distraen y deshumanizan la labor docente.
Nolfa Ibáñez aboga también por “dar espacio al saber pedagógico, el talento y la capacidad de innovación”. Dar libertad de enseñanza en el aula permitiendo que cada docente pueda desarrollar sus propias metodologías y cortar contenidos que, en el afán de conseguir mayores aprendizajes, se obtienen peores resultados. Es en este espacio que la labor docente comienza a cobrar un sentido de humanidad.
La Premio Nacional de Educación 2021 plantea la importancia de dar valor a la diversidad y cita a Humberto Maturana: “El aprendizaje es un proceso de transformación en la convivencia”. Chile ha sido siempre un país diverso, pero hemos dejado de enriquecernos en la diversidad con un currículo educativo que busca homogeneizar a niñas, niños y jóvenes en una identidad restrictiva, extranjerizante y sujeta a patrones culturales e ideológicos que responden a los poderes constituidos y no dialogan con la realidad.
El hecho de que el Premio Nacional de Educación haya distinguido a Nolfa Ibáñez es un gran incentivo para nosotros en Fundación Semilla que muchas veces nos sentimos solos, poco comprendidos y poco apoyados. Sabemos, y la profesora Ibáñez también, que la salud emocional es determinante en los aprendizajes. Una buena convivencia, un sentimiento de acogida y de compañerismo, un gesto recibido que diga: tú me importas, son determinantes para un buen aprendizaje.
Escribo esta columna de opinión con la esperanza de que el Premio Nacional de Educación 2021 no sea solo un acontecimiento más de la burocracia, sino que sea una oportunidad para replantearnos la educación de forma de hacer realidad que niñas, niños y jóvenes son la prioridad del sistema educacional.