La hoguera de Iquique, una vergüenza nacional
Al condenar la violencia nunca debe haber doble estándar, pero como lo he sostenido una y otra vez, no basta con la condena a la violencia, sino que es necesario cortar el espiral que la produce y, en el caso de migrantes, hay que terminar con el discurso de odio que se ha instalado entre chilenas y chilenos.
Marcelo Trivelli es Ex intendente de Santiago. Presidente Fundación Semilla
Los hechos ocurridos el sábado 25 de septiembre pasado en Iquique, en que un grupo de manifestantes quemaron en una hoguera enseres básicos de migrantes al grito de: delincuentes, ilegales y regresen a su país, es una vergüenza para Chile que se ha preciado de ser amigable con los forasteros.
El sentimiento anti inmigrante es algo que se ha venido desarrollando desde la década de los 90′ con un discurso de odio definido como “cualquier tipo de intervención, escrita o conductual, que ataca o usa lenguaje peyorativo o discriminatorio hacia una persona o grupo sobre la base de lo que son”.
Es así que los medios de comunicación agregan la nacionalidad de un delincuente cuando es extranjero, pero la omiten cuando es chileno. Lo mismo sucede cuando se monta una actividad comunicacional al expulsar migrantes que han cometido un delito o que se encuentran de manera ilegal en el territorio nacional. Así se va creando la sensación que los migrantes son delincuentes, a pesar que las estadísticas delictuales oficiales muestran lo contrario.
Al condenar la violencia nunca debe haber doble estándar, pero como lo he sostenido una y otra vez, no basta con la condena a la violencia, sino que es necesario cortar el espiral que la produce y, en el caso de migrantes, hay que terminar con el discurso de odio que se ha instalado entre chilenas y chilenos.
En redes sociales se ha viralizado un meme de Jack Koch en que un adulto le pregunta a una niña: ¿hay extranjeros en tu colegio? Y la niña responde: No, en mi colegio solo hay niños. Tan cierto y tan oportuna su viralización. En el trabajo que realizamos en escuelas, nos damos cuenta de que los prejuicios y los discursos de odio van aumentando con la edad y nuestro principal esfuerzo está centrado en que profesionales de la educación y estudiantes logren tomar conciencia de cuan normalizado están los discursos de odio o, en otras palabras, los comportamientos discriminatorios hacia quienes son una minoría, cualquiera sea la naturaleza de esos grupos: nacionalidad, género, etnia, religión, aspecto físico, etc.
La hoguera de Iquique ha provocado un despertar en la sociedad chilena. Hemos reaccionado rechazando lo ocurrido y nos hemos dado cuenta que nos habíamos ido sumergiendo en un sopor que no nos permitía ver la gravedad de lo que se estaba incubando. Bastó que el día anterior la fuerza pública despejara la plaza Brasil de esa ciudad, para que al día siguiente se convocara una marcha que terminaría con la quema de frazadas, carpas, ropa, juguetes e incluso un coche de un inocente párvulo que nada sabe de la tragedia que enfrenta su familia.
A fines del siglo XIX, mis antepasados llegaron a estas tierras huyendo de la pobreza, las guerras y las epidemias. Eran campesinos pobres que no hablaban español y culturalmente diferentes. Fueron bien recibidos e hicieron de Chile su patria.
Nunca debemos olvidar que nadie es dueño de la tierra en que vivimos para que no tengamos que enfrentar nuevamente una vergüenza nacional como la que estamos viviendo estos días.