Plaza Italia a dos años del estallido: el último intento para evitar un golpe mortal
A dos años de la destrucción del barrio Baquedano, los locatarios de esta zona de sacrificio abrieron sus puertas a EL DÍNAMO para hablar sobre la necesidad de reactivar el comercio y del temor que sienten ante un nuevo 18 de octubre.
En el segundo piso de la ex Fuente Alemana (hoy llamada Antigua Fuente tras su reestructuración) instalada en la avenida Libertador Bernardo O’Higgins a pasos de Plaza Italia, se encuentra la oficina de Carlos Siri, administrador y socio del emblemático establecimiento fundado en Santiago en 1954.
En el lugar, un calendario colgado en la pared marcado con círculos rojos delata lo que es un hecho para Siri y el resto de los locatarios del barrio más afectados por los destrozos y saqueos en la denominada “zona cero”: durante los siguientes días están convocadas manifestaciones a dos años del 18 de octubre, el día en que inició el estallido social y la peor pesadilla para quienes viven o trabajan en el lugar.
“Está programado, a través de las redes uno se entera, marchas los días 15, 16, 17 y 18, el 18 ya es el aniversario. Obviamente no podemos esperar nada bueno, y el público menos viene. Van a ser días perdidos, o al menos tensos si ocurren desmanes”, alertó Siri, quien aceptó conversar con EL DÍNAMO en su rol de presidente de la Asociación Gremial Barrio Plaza Italia.
El grupo dirigido por el socio y administrador la Antigua Fuente, al igual como ocurrió en otros barrios cercanos a la Plaza Baquedano como el Lastarria, Bellas Artes y Bustamante, se conformó durante 2020 para, según dice, ser “más escuchados” por las autoridades que tienen “en total abandono este lugar”.
Eso porque a dos años del estallido social el miedo de ser víctimas de saqueos u otros ilícitos sigue vigente, o más bien, “nunca se fue”. Por el contrario, sí se fueron los clientes, la seguridad del barrio, su tranquilidad y algunos trabajadores afectados por las masivas reducciones de personales que la pandemia del COVID-19 sólo profundizó.
En la ex Fuente Alemana, por ejemplo, antes del 2019 trabajan 38 personas como coperos, cocineros, bartenders y administradores, quienes en turnos dobles preparaban cientos de sandwich de lomito, churrasco, fricandela y otras delicias típicas de la gastronomía nacional.
A raíz de la pandemia, continúan en sus labores sólo 20 trabajadores. El resto, de acuerdo a Siri, “se fueron, se retiraron y hasta se murieron” sin poder ver otra vez brillar el restaurant como en sus tiempos de mayor auge. Los que se quedaron utilizan mascarillas, reciben a los comensales o repartidores de comida con alcohol gel y toma de temperatura, pese a que “ya no es lo mismo”, debido a que operan con el 30% de su capacidad habitual por el aforo reducido que implementó la autoridad sanitaria.
“En la semana se va recuperando y vamos bien, el jueves en la tarde a veces hay algún problema, pero los viernes sí o sí hay problemas acá. Eso hace que la gente de ahuyente porque vuelve el estigma sobre la zona. Los viernes cerramos todos los locales a las 16:00 horas, porque sino exponemos a nuestra gente, al local y las condiciones de trabajo son pésimas si tiran lacrimógenas o se arman barricadas”, relató el presidente de la Asociación Gremial Barrio Plaza Italia.
Trauma emocional, okupas, moscas y “baños públicos”
En las afueras de la ex Fuente Alemana el estado de gravedad del Barrio Baquedano es más evidente, porque, pese a los intentos de autoridades por reponer las veredas y el espacio público, la zona ha sido nuevamente vandalizada por los denominados “pirquineros”, encapuchados que con martillo en mano se encargan de romper el cemento y abastecer a la primera línea con piedras.
En la antesala del 18 de octubre, el ambiente en general es de miedo y frustración. Pocos locatarios se atreven a hablar con la prensa porque están cansados, ya han dado decenas de entrevistas y como indicó uno de ellos a EL DÍNAMO “no ganamos nada y arriesgamos mucho”.
Cuando se apagan las cámaras de televisión son ellos, según cuentan, los que deben muchas veces enfrentarse a los encapuchados para impedir un nuevo saqueo o la destrucción total de sus locales que tanto se han esforzado por mantener, pese a la violencia desatada y posterior pandemia.
“Nadie podría entender lo que nos ha tocado vivir, yo tengo miedo, porque tengo hijas, ¿cachai? Las cosas que he visto, la violencia, los gritos, es imposible de olvidar”, contó otra locataria aquejada por un enjambre de moscas que habita justo afuera de su establecimiento. Claro, no llegaron solas, sino que por la basura y fecas acumuladas en una de las ex entradas de la estación de Metro Baquedano que fueron selladas por la empresa del tren subterráneo desde octubre del 2019 y hoy sirven de “baño público”.
Otros establecimientos víctimas de robos, guardan silencio porque durante los últimos dos años han trabajado sin descanso para reabrir y temen nuevamente ser saqueados. Ya casi logran habilitar sus locales, sin embargo, un nuevo aniversario del estallido social los lleva a postergar la reapertura oficial para al menos fines de octubre.
De cara al segundo aniversario del estallido, además, hay poca esperanza de seguir reactivando el comercio del sector, puesto que “el barrio cambió y cambió para mal”, señaló una mesera con el pelo tomado, delantal azul y su respectiva mascarilla.
¿La razón? Los nuevos vecinos que habitan antiguas casonas -algunas con más de 100 años- son okupas y gente en situación de calle, quienes llegaron allí luego los terrenos quedaron completamente abiertos tras el estallido social, pero también, por la crisis económica posterior de la pandemia.
El problema, según contó Carlos Siri de la Antigua Fuente, es que como todo ser humano tienen necesidades biológicas y las terminan “haciendo donde pueden, en la calle”.
En conversación con EL DÍNAMO, Paola Zapata, encargada de la Fuente de Soda Pollísimo emplazada en el sector, agregó que los continuos desmanes y manifestaciones “no han pasado, no pararon ni en cuarentena, ni después”, por lo que, muchas oficinas del lugar y sus trabajadores emigraron a otras zonas de la capital.
“Antiguamente teníamos hartas empresas y oficinas por aquí cerca que ahora no están. Ahora los clientes cambiaron, se mantienen los que viven por el sector, pero también se han sumado otros como maestros de las construcciones aledañas”, evidenció Zapata.
Lo más grave de la situación, según expertos, es que el abandono del barrio Baquedano es sólo uno de los ejemplos del efecto de las manifestaciones violentas sobre los espacios públicos.
El arquitecto y director de la oficina de urbanismo Atisba, Iván Poduje, explicó a EL DÍNAMO que desde el 19 de octubre del 2019 viene estudiando los diferentes puntos en la capital donde nunca más se repusieron los supermercados, bancos y otros servicios destruidos por encapuchados.
A la fecha, el urbanista contabilizó 30 puntos afectados por la violencia del estallido social, los cuales están distribuidos principalmente en las comunas céntricas como Santiago y en otras de la periferia como Puente Alto, Maipú, La Granja, Quilicura y La Pintana, lugares de los cuales, “normalmente no se dice nada, porque sólo se habla de Baquedano”.
“Dentro de los más afectados está el centro de Puente Alto, el centro de Maipú, la avenida Santa Rosa entre Vespucio y Gabriela donde está todo el sector comercial de La Granja y La Pintana, el centro de Quilicura. En Maipú, aparte del centro, hubo mucha destrucción en el eje de Rinconada y Tres Poniente”, profundizó.
En la actualidad, según el urbanista, “estos locales nunca más se abrieron” y ahora “son sitios eriazos, lugares inseguros. Son sitios grandes abandonados”.
De esta manera, se generó un deterioro en la calidad de vida de sus habitantes de “hasta 10 años de avance”, en palabras de Poduje, ya que “obliga a los vecinos a abastecerse a lugares más lejanos, con un mayor costo de traslado y deja sus barrios más apagados”.
En el caso de los bancos, la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) registraba en octubre del 2019 un total de 881 sucursales bancarias en la Región Metropolitana, cifra que disminuyó a 748, según el último informe emanado desde la institución en julio del 2021.
Plaza Italia se juega sus últimas fichas
Pese a que los locatarios de Plaza Italia temen por lo que podría pasar en los siguientes días, sobre todo el próximo lunes 18 de octubre, mantienen encendida la llama de la esperanza. Algunos, según dicen en broma, “queremos celebrar arriba de donde estaba la estatua del general Baquedano cuando todo esto termine”.
Por ello, realizan acciones concretas donde la organización entre los distintos gremios y sectores afectados ha sido fundamental. Según adelantó Carlos Siri de la Asociación Gremial Plaza Italia, junto a los dirigentes del barrio Bellavista, Lastarria, Bellas Artes y Bustamente están creando una federación de locatarios.
La idea es, a través de una postulación en el Servicio General de Cooperación Técnica (Sercotec), conseguir recursos económicos para “promocionar de nuevo los barrios y esto se está trabajando en conjunto con las municipalidades de Providencia y Santiago”.
“Tuvimos una última reunión y fue positiva. Tenemos que trabajar en conjunto para temas de seguridad, para llevar a cabo la promoción y publicidad de levantar los barrios. Entre medio también hay proyectos de volver a pintar de nuevo, reparar todo. Mientras más actividades podamos ganar en la calle haciendo cosas positivas va a ser mejor, porque la calle hoy se transformó en algo violento”, contó Siri.
Paola Zapata de la Fuente de Soda Pollísimo explicó que ha sido un camino largo donde “empezamos de cero y nos ha costado bastante reactivarnos”, sin embargo, “gracias a Dios de a poco ha llegado la gente”.
“Falta que lleguen las empresas para que esto se vuelva a reactivar a lo que era antes”, señaló la trabajadora.
Además, ambos coincidieron en que se necesita, de cara al 18 de octubre de este 2021, mayor presencia policial en la zona para “dar una señal” de que el barrio no fue abandonado a su suerte.
Ante las consultas de EL DÍNAMO sobre el trabajo de reactivación de la zona y la necesidad de un mayor resguardo policial durante el segundo aniversario del estallido social, desde la Gobernación de la Región Metropolitana, dirigida por Claudio Orrego (DC), traspasaron la responsabilidad al delegado presidencial, Emardo Hantelmann. Desde este estamento, tampoco quisieron referirse a ambos temas.