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Actualizado el 7 de Noviembre de 2021

¿Para qué? Mejor, Kast

No es fácil evolucionar para transformar. Y mas aún, cuando una sociedad vive en un escenario prearmado, preestablecido, predado y dónde cada vez se hace mas difícil, desde ese lugar, gestar uno nuevo. Nos sucede en Chile.

Por Guillermo Bilancio
La elección presidencial se realizará el 21 de noviembre. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Guillermo Bilancio

Guillermo Bilancio es Director del magister en Administración y Estrategia de la U. Adolfo Ibáñez

No es fácil evolucionar para transformar. Y mas aún, cuando una sociedad vive en un escenario prearmado, preestablecido, predado y dónde cada vez se hace mas difícil, desde ese lugar, gestar uno nuevo. Nos sucede en Chile.

Hablamos de innovación y cuesta hacerse cargo e invertir en la novedad. Hablamos de libertad, pero de libertad condicional en lo sociocultural. Hablamos de solidaridad, pero a la hora de firmar el cheque buscamos otras alternativas, o preguntamos si podemos deducir la donación de los impuestos. Tal vez porque esquivamos la responsabilidad social y la confundimos con la dádiva solidaria en la que nos mostramos para la foto. Nos despegamos de la convivencia con el otro.

Creemos que tenemos plasticidad, pero apenas tenemos una flexibilidad disfrazada. Esta figura de flexibilidad es como si tomamos una pelota de tenis, la apretamos en la mano, cada vez con más presión, pero llega un punto máximo en el que abrimos la mano y la pelota de tenis vuelve a su forma original. Nada se transforma. Cuándo en realidad el mundo, el universo y los universos, se transforman. Así entendemos al cambio como relato, no como acción concreta.

Desde ese lugar, somos la mano apretando la pelota de tenis, nunca una pelota de plasticina que cambie de forma.
Y así, entonces, nos preguntamos:

¿Para qué mover la historia reciente, si aquí no ha pasado nada? Ni abusos, ni reclamos, ni nada. ¿Para qué innovar, si con lo que hay a los que más tenemos no nos falta nada? Si vivimos de los recursos y del sueldo de esos recursos sin necesidad de imaginar más allá de lo evidente.

¿Para qué progresar en integración social, si no nos interesa la vida ni la situación de los demás? Nosotros así estamos bien, para qué mezclarse con los diferentes. ¿Para qué queremos la equidad de género si nuestras mujeres viven felices en casa y en el mall? Además, porque debiesen ganar igual que los hombres, si ellas tienen otras ocupaciones?

¿Para qué preocuparse por el cambio climático, si tenemos luz de termoeléctricas, si podemos vivir de la celulosa y la deforestación y si la antártica queda lejos? Además, tenemos autos poderosos a petróleo y si la vida en el mar tiene problemas, otro lo arreglará.

¿Para qué pensar en libertad responsable, si quiero hacer lo que se me de la gana, inclusive evitar pagar impuestos?

¿Para qué estar en Naciones Unidas si son todos comunistas? No necesitamos juntarnos con las naciones que proponen progreso social.

¿Para qué queremos tener un Estado presente si podemos resolver todo a través de la iniciativa privada? Total, hasta podríamos pagarnos las vacunas, pagar seguridad privada y crear colegios con sponsors. ¿Para qué transformar el oasis? ¿Para qué?

Si podemos alimentar la fantasía económica del derrame y seguimos motivando el consumo y las cuotas. Si lo más importante es el orden por el orden mismo. Si podemos proponer la educación que los padres quieren y no la que el contexto exige.

Total, a quien le importa la proliferación de la ciencia y el conocimiento. Si podemos apoyarnos en la vieja tradición catolica, y no asumamos que esta nueva iglesia roja nos quiera cambiar la manera de ver la fábula. Además, el matrimonio es entre un hombre y una mujer, nada más.

Si podemos prometer el capitalismo popular de mercado que nos va a asegurar la prosperidad en términos consumo de bienes, y especialmente de la salud y la educación, total podemos pagarlas.

Si podemos todo eso, entonces para qué arriesgar, si podemos conservar todo lo bueno que tenemos. Los “rojos” eso no lo entienden. Nos equivocamos en Octubre 2019. Todo estaba bien y quisimos remover lo que estaba debajo de la alfombra. Bien escondido. Y no tenemos que hacer olas en esta rutina. Que viva esta rutina.

Por todo eso, para qué evolucionar y para qué transformar sin es mejor ser obedientes y seguir instrucciones dentro de ese mundo cerrado.

Para qué. Entonces, mejor Kast.

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