Los miedos y aprendizajes pendientes que se deberán enfrentar en el retorno obligatorio a clases
Mineduc anunció que en marzo de 2022 todos los alumnos deberán volver a la presencialidad, lo que implicará un desafío para las comunidades escolares, que han funcionados por dos años en modo pandemia.
Esta semana el Ministerio de Educación (Mineduc) confirmó el retorno obligatorio de los escolares a las clases presenciales, el que se concretará en marzo de 2022 tras dos años de funcionamiento en “modo pandemia” por la crisis del COVID-19.
El anuncio, que apunta a las lecciones sacadas de los protocolos establecidos en las escuelas y a la amplia cobertura de vacunación entre alumnos, docentes y trabajadores de la educación, fue recibida de buena forma por varios expertos, quienes respaldan la recuperación de todas las actividades perdidas en casi dos años de educación remota o híbrida.
Los datos entregados en mayo pasado por la Agencia de Calidad de la Educación, que revelaron un verdadero “terremoto educacional” con los estudiantes de enseñanza media alcanzando apenas el 60% de los aprendizajes necesarios, hicieron que las autoridades aceleraran la normalización de las clases con flexibilización en los protocolos y priorización en la inoculación.
Desde el Colegio de Profesores criticaron duramente la decisión del Mineduc, asegurando que el ministro Raúl Figueroa “se aventuró” al plantear que el próximo año la situación sanitaria sería distinta. El ministro de Salud, Enrique Paris, admitió además que pese a apoyar el retorno a clases todo “depende de los escenarios”.
Si las proyecciones del Gobierno se cumplen y las condiciones sanitarias son óptimas, las comunidades escolares se enfrentarán por primera vez en mucho tiempo a vivir algo más cercano a la “normalidad” pre-pandemia. Aquello implicará un desafío para docentes, paradocentes, apoderados y los propios alumnos, quienes tendrán que recomponerse desde lo netamente académico hasta lo emocional para volver a reencontrarse.
Las materias pendientes
El retorno obligatorio a clases presenciales marcará un nuevo hito en la pandemia, ya que durante meses la educación estuvo centrada en lo telemático o híbrido. Es decir, en la mayoría de los establecimientos nunca se pudo reunir un curso completo en una sala de clases.
“La evidencia nacional e internacional muestra que la pandemia generó un verdadero terremoto educativo, donde los alumnos perdieron su desarrollo académico y el contacto con sus compañeros, afectando gravemente su sociabilidad, por lo que hemos sido insistentes en la importancia de ir a clases presenciales, y la obligatoriedad a contar de marzo del próximo año busca que cada alumno pueda retomar sus estudios de forma regular y tener una formación integral”, expresó el ministro de Educación al momento de anunciar la medida.
Ana Luz Durán, decana de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad San Sebastián, destacó que la obligatoriedad de asistencia para todos los alumnos equilibrará la situación, considerando que en la actualidad la presencialidad es liderada por las escuelas particulares, quedando postergados los recintos municipales.
“Esta es una medida que equipara la situación de los niños, niñas y jóvenes que van a los colegios municipales versus la de los que asisten a colegios particulares subvencionados y particulares pagados que ya han estado en clases presenciales de manera activa hace mucho rato”, señaló la especialista.
Durán explicó que la presencialidad beneficia “especialmente la educación pública, que se entrega a través de los servicios locales o de los municipios, (que) es la primera que debe estar disponible para los estudiantes y sus familias, y lo que hemos visto es que han sido los establecimientos privados los que retornaron más rápidamente. Por lo tanto, me parece que es una medida acertada desde dos dimensiones: por un lado la académica y por otro la socio afectiva o socio emocional”.
Justamente el aspecto “socioemocional” es una de las tareas pendientes que ha dejado la pandemia, ya que más allá del déficit de aprendizajes en lenguaje o matemáticas, los alumnos paralizaron su convivencia, perdiendo elementos que resultan claves para su desarrollo.
El reconocimiento del miedo
Aunque los reclamos del Colegio de Profesores sobre el retorno a clases han sido una constante, también existe cierta inquietud de alcaldes y de apoderados, los que en el caso de la educación pública, aún creen que no están las condiciones de ir a las escuelas ante los problemas crónicos en la infraestructura.
Valeria Cabello, académica de la Facultad de Educación UC, se sumó a las voces de los especialistas a favor de las clases presenciales, pero dijo entender “en parte” los resquemores que existen pensando en la incertidumbre sobre lo que ocurrirá con la pandemia durante el próximo año.
“Todos esperamos que así se pueda hacer, pero por ahora debería ser más bien una declaración de posición y no una obligatoriedad. Yo entiendo que posición del Ministerio, y estoy muy de acuerdo con ellos de que es muy relevante que las clases vuelvan de forma presencial. Sin embargo, creo que no es una medida que se pueda asegurar que vamos a tomar ahora, siendo noviembre, a más de 4 meses de que efectivamente se implemente“, expresó la psicóloga a EL DÍNAMO.
De todas formas la especialista analizó lo que podría ser el “mejor escenario” frente al retorno a clases, con una baja cantidad de contagios y un cumplimiento de protocolos que sea capaz de otorgar protección a todos los actores del sistema educativo.
“Lamentablemente aún hay colegios que no cuentan con jabón para los niños, de eso estamos hablando (…) entonces lo primero es tener la certeza de cumplir con todas las condiciones“, expresó la profesional, quien agregó que un trabajo fundamental para las comunidades es trabaja en conjunto con las familias y los niños sobre los temores que existen sobre el COVID-19.
La académica afirmó que no es recomendable aplacar los miedos que puedan sentir los niños, porque eso “es anular un sentimiento legítimo de temor por la salud”. “Lo que yo creo es que hay que abrir esas sensaciones de temor, esas angustias, para conversarlas, dialogarlas y poder canalizarlas hacia un buen lugar”.
“Si tenemos temor, quizás el temor no es tan negativo. Nos puede movilizar hacia una conducta de cuidado, de autocuidado y de heterocuidado. A muchos profesores les diría ‘no hay que decirles a los niños que no tengan miedo’. Hay que decir ‘tenemos que mantener resguardos que nos permitan minimizar los temores'”, complementó.
Para algunos alumnos -especialmente los niños de niveles iniciales- esta va a ser la primera experiencia de clases presenciales cercana a la “normalidad”. En este aspecto Cabello llamó a generar “un trabajo inter áreas en los colegios”.
“La recepción, la acogida, la bienvenida y el vínculo que se establece entre los educadores (y estudiantes) es fundamental. Y en esto las educadoras de párvulos tienen una gran experiencia acumulada”, señaló.
En cuanto a las actividades, la profesional señaló que el diálogo y los juegos son claves para reponer los vínculos que no se pueden lograr a distancia, para así además enfrentar esta nueva etapa con los cuidados sanitarios correspondientes.