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Actualizado el 18 de Diciembre de 2021

El nuevo mapa mundial de la energía

En áreas como la calefacción, el transporte y las manufacturas, el hidrógeno jugará un papel de transición fundamental al poder reemplazar fácilmente las mismas instalaciones y artefactos que actualmente operan con combustibles fósiles. Aquí los países que puedan disponer de energías renovables en abundancia y a bajo costo para producir este hidrógeno, pueden convertirse en potencias. Nuevamente es una tremenda oportunidad para Chile.

Por Juan Pablo Glasinovic
Estando embarcados en un proceso de transición energética hacia fuentes bajas en emisiones de gases de efecto invernadero. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Juan Pablo Glasinovic

Juan Pablo Glasinovic es Abogado

La energía es un factor crucial para la economía mundial y ha dibujado el mapa geopolítico global, incluyendo guerras libradas para controlar su producción y suministro. Desde hace más de dos siglos, dependemos de los combustibles fósiles. Primero el carbón, y luego el petróleo y el gas. Hay una directa relación entre el nivel de desarrollo y el consumo energético. Junto con ser el motor de toda actividad, mientras más desarrollado un país, mayor es el consumo de la energía en términos per cápita.

Estando embarcados en un proceso de transición energética hacia fuentes bajas en emisiones de gases de efecto invernadero, ¿cómo está eso impactando en la geopolítica? ¿Quiénes ganan y pierden en este contexto? Vamos viendo a los diferentes actores y las distintas fuentes de energía en este análisis.

Respecto de los actuales países productores de combustibles fósiles, aunque sin duda decaerá su importancia al disminuir sus ventas, el proceso será gradual. Esto porque por más rápido que se desarrollen las energías renovables, no es posible cambiar de la noche a la mañana todo un sistema de generación de electricidad, de producción y transporte concebido en términos de estas fuentes fósiles. Un estudio de la Agencia Internacional de Energía de este año proyecta que, si el mundo alcanzara la neutralidad de carbono en 2050, seguirá usando la mitad del gas natural y un cuarto del petróleo que se consume hoy. Aunque la reducción es sustantiva, el volumen de ventas seguirá siendo significativo.

Esta reducción probablemente empujará a una concentración del grupo de países productores, beneficiando a quienes tengan mayores reservas y menores costos de explotación. Entre ellos los países del Medio Oriente y Rusia. Esto acrecentará su poder de incidir en los precios, aprovechando las coyunturas de crisis de suministro que periódicamente nos sacudirán producto de sequías, falta de viento, fenómenos climáticos, fallas técnicas en la transmisión y distribución, etc. Una muestra de ello lo hemos podido apreciar en estas semanas, en las cuales los precios del carbón, del gas y el petróleo han escalado, al mismo tiempo que el racionamiento eléctrico en muchos países.

En relación a la energía nuclear, también según las proyecciones de la Agencia Internacional de Energía, para lograr la carbono neutralidad al 2050 esta deberá duplicarse. En esta dimensión Rusia y China son los principales países que construyen centrales atómicas, lo que seguramente les servirá para consolidar esa posición. Al 2018, de las 72 centrales en planificación y construcción fuera de Rusia, la mitad estaba en manos de compañías rusas, 20% con empresas chinas y solo el 2% con empresas de Estados Unidos. Este incremento en la construcción de estas plantas, junto con la concentración ya referida, también deja a Rusia y China en un lugar de predominio para definir los estándares del sector, lo que suele reforzar el predominio tecnológico y comercial.

Quien controle la producción de los minerales necesarios para las distintas tecnologías que usan las energías limpias, también adquirirá mayor relevancia en el mapa geopolítico mundial, así como lo es el Medio Oriente en la actualidad por el petróleo y gas. Entre estos minerales están el cobre, el litio, el cobalto, níquel y las tierras raras. Siempre según el ya señalado estudio de la Agencia Internacional de Energía, para avanzar hacia la neutralidad en emisiones de carbono al 2050, el mundo requerirá multiplicar por seis al 2040 el consumo de estos minerales. En ese escenario, Chile ocupará un lugar estratégico con el cobre y el litio.

Los países que dominarán la producción de estos minerales serán menos que los actuales productores de combustibles fósiles, lo que abre la posibilidad para una mayor influencia de los mismos.

China se ha posicionado en el control estratégico del litio y de las tierras raras. Respecto del litio, la empresa Tianqi se ha convertido en la mayor productora mundial, controlando a la australiana Talison Lithium y con un cuarto de la propiedad en la chilena SQM. En materia de tierra raras, China produce el 85% de total mundial y tiene casi la mitad de las reservas. También ha invertido fuertemente en la minería del cobre, controlando, por ejemplo, los grandes yacimientos peruanos de Las Bambas y Toromocho.

Otro factor fundamental es quien tiene la tecnología y la capacidad manufacturera para fabricar los elementos necesarios para la nueva matriz energética. Esto va desde los paneles solares y molinos de viento, hasta las baterías. Acá nuevamente China ocupa una posición de preeminencia, especialmente en materia de paneles solares. Otros países, incluyendo Estados Unidos, están haciendo grandes esfuerzos para revertir esta situación, particularmente en el ámbito de las baterías.

Otro ámbito de interés en la transición energética es la producción y exportación de combustibles con bajo nivel de carbono. Acá el hidrógeno ocupará un nivel preponderante. Si actualmente ocupa un lugar ínfimo entre los combustibles, hacia el 2050 debiera representar un tercio de todas las transacciones en materia energética. En áreas como la calefacción, el transporte y las manufacturas, el hidrógeno jugará un papel de transición fundamental al poder reemplazar fácilmente las mismas instalaciones y artefactos que actualmente operan con combustibles fósiles. Aquí los países que puedan disponer de energías renovables en abundancia y a bajo costo para producir este hidrógeno, pueden convertirse en potencias. Nuevamente es una tremenda oportunidad para Chile, de encabezar la producción mundial de este “oro verde”.

Como queda en evidencia de la somera revisión anterior, la transición energética producirá cambios importantes en el mapa del poder mundial y en ese proceso hay importantes oportunidades para Chile. Sin embargo, este tránsito no será lineal. Consideraciones como la seguridad energética, la no excesiva dependencia de un solo proveedor, las presiones de los países más pobres que están encontrando recientemente combustibles fósiles en abundancia en sus territorios, como Guyana, para no renunciar a su recién adquirida oportunidad para salir del subdesarrollo, y la demanda de los segmentos sociales más desfavorecidos para acceder a energía barata, podrán generar retrasos en el proceso global.

En lo inmediato Chile está muy bien posicionado para la producción de hidrógeno verde, no solo para exportar, sino también para sumar a su actividad minera, lo que podría transformar al sector y favorecer las compras externas que buscan minerales con una menor huella de carbono. De vender solo commodities, podríamos vender cobre y otros minerales con un bajo impacto ambiental.

Este potencial debe complementarse con otras iniciativas como la interconexión eléctrica con nuestros vecinos, para vender nuestro superávit energético y comprar en períodos en que no seamos autosuficientes.

Finalmente, es esencial participar de la industria de las baterías aprovechando nuestro litio y cobre. Para este posicionamiento se requiere por supuesto mantener un curso estable y con los incentivos domésticos adecuados, que se conjuguen bien con las transformaciones mundiales en curso y la necesaria cooperación internacional para descarbonizar la energía.

¿Estaremos a la altura de la inmensa oportunidad que se abre frente a nuestros ojos? ¿Responderá adecuadamente el liderazgo político para materializar este brillante futuro? Si hay algo que tengo claro en estos tiempos, es que como ciudadanos tenemos un papel fundamental en materias como esta, por lo que si nuestras autoridades no están a la altura, tendremos que interpelarlas para que actúen según lo que exige la coyuntura.

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