¿Y ahora qué?
Boric debe ponerse serio. Debe asumir que contra muchos pronósticos ya es Presidente electo. Todavía no dijo realmente nada, todavía estamos en la tinieblas producto de tantas volteretas de 180° – ¿AFP o Pensión estatal, o todo lo contrario? ¿Expropiación de fondos total o parcial o qué? ¿Participación de empleados en decisión de directorios? ¿Aumento o rebaja de impuestos?
Terminaron las elecciones, con el resultado no solo previsto, sino evidente: ganó Gabriel Boric, el diputado de izquierda que lamentablemente no ostenta ni títulos, ni experiencia, ni un proyecto definido para gobernar. Ganó porque casi a la mitad de las y los electores no le importaba quién manejará al país. Ganó porque una juventud cansada de los últimos ocho años de conducción fracasada quiere probar algo nuevo (e insólito); una juventud tan inexperta como su candidato y tan timorata e ignorante de la historia que no supo darle la importancia a lo que significa ser Presidente.
Gabriel Boric triunfó principalmente por el hecho que no tuvo un/a contrincante representativo de la clase media chilena. Se quedó con la banda presidencial porque no importaron todas sus volteretas, cambios de planes y acompañantes, marchas y contramarchas a las que la mayoría del país no solo está acostumbrada, sino que lo considera algo normal, algo perteneciente a nuestro pasado y presente. Se puede llamar masoquismo nacional también.
Y lo rotundo de su victoria también se consolidó porque – seamos honestos – no tuvo ningún/a oponente digno/a que lo desafiara, que sea un contrapeso realmente imponente y significativo/a. Al ganar la mini-primaria contra Jadue, pocos apostaban que llegara a la Presidencia. Tenía importantes nombres en la lista de sus competidores: Lavín, la aún indecisa Provoste, el sorprendente Sichel… pero, en el fondo, una cacofonía de derechas, centros y centroizquerdas que, al igual que en Venezuela, por ejemplo, no formaban una fuerza unida ni un proyecto inmaculado para sacar al país del pantano en el que se encuentra.
La súbita aparición de Kast en la escena fue el golpe mortal. Él absorbió a los que quedaban de la dictadura y los partidarios del capitalismo feroz y, después de la vergonzosa derrota de Sichel y la imprevisible tajada que se llevó un Parisi totalmente circense (solo en Chile es posible que un tipo así llegue al porcentaje que llegó…), abrió la puerta ancha para nuestro próximo Presidente: don Gabriel Boric.
Kast sabía que no podía ganar, pero su vanidad pudo más. Su ceguera egoísta no contempló a Chile y, en vez de alinear sus huestes detrás del +único proyecto sensato, el de Sichel, desarmó a la derecha y al centro. Para ello, contó con la absurda colaboración de un Sichel ensimismado que no supo repetir su éxito de primarias y tampoco tuvo la inteligencia de negociar con Parisi, un oportunista que ni siquiera puede pisar Chile sin ir preso… y así estamos.
¿Y ahora qué? Boric debe ponerse serio. Debe asumir que contra muchos pronósticos ya es Presidente electo. Todavía no dijo realmente nada, todavía estamos en la tinieblas producto de tantas volteretas de 180° – ¿AFP o Pensión estatal, o todo lo contrario? ¿Expropiación de fondos total o parcial o qué? ¿Participación de empleados en decisión de directorios? ¿Aumento o rebaja de impuestos? No sigo enumerando las casi infinitas incógnitas, solo señalar que tenemos un nuevo mandatario del que nadie sabe qué esperar, qué decisiones tomará, qué planes tiene, cuál es su proyecto que hasta ahora aparentemente ni siquiera existe o está en pañales.
Tenemos varias alternativas a mi parecer. Empezaré a enumerarlos desde el peor hasta el mejor, para no caer en la desesperación sino en algo de esperanza (a pesar de que, francamente, me encuentro en el lado de los pesimistas).
1. Boric cumple con el amenazante proyecto elaborado junto al PC, cediendo a las exigencias de no apartarse un milímetro de mismo: expropiación de ahorros, aumento de impuestos a las grandes empresas y los ricos, nacionalización de servicios básicos, eliminación de pymes, pensiones parejas, educación ideologizada, control de comunicaciones. Pierde el control sobre el PC*. El resultado evidente es un régimen de rápido empobrecimiento general, intensificación de control absoluto sobre la vida y opinión de la población, expropiación de las empresas que evidentemente quebrarán, régimen policial y emparejamiento de la cancha hacia abajo hasta llegar al nivel cubano. Suelta a los condenados. El PC ordena al CAM a quedarse quietos (pero con el dedo en el gatillo) y bajo poncho ofrece protección al narco. No queda dólar en el país.
2. Boric se aparta del pacto parcialmente. Aplica una mezcla de sistema de pensión en la que existe algún ahorro individual y jubilación general, pero se apropia del capital de los AFP. Fija el sueldo mínimo en $ 500.000 y la pensión en unos $ 220.000 (total, cada anciano muerto es un alivio para la sociedad…). Aplica sus ideas de royalty minero. Impuesto a los más ricos, participación de empleados en las direcciones, etc.; espantando nuevos inversores y haciendo salir viejos. Financia el déficit con las platas de las AFP y trata de controlar la inflación (sin éxito), cumplir su promesa de crear 500.000 empleos que fracasa por la lenta extinción de los pymes. El capital se fuga en la medida que la situación se complica. Pero no podrá realizar todas las reformas por no tener mayoría legislativa. Casi con certeza pierde las próximas elecciones* en medio de un caos financiero y económico.
3. Boric decide desplazarse hacia el centro socialista y socialdemócrata, pero no puede sacudirse los compromisos tomados, por lo que trata a gobernar dialogando con la mitad más uno de la izquierda. No veo posible un diálogo constructivo, hay demasiados extremos y coaliciones dentro del conglomerado. Pero habrá menos afán y posibilidad de destruir, controlar y aplicar medidas drásticas. Con el Parlamento*, esta vez de árbitro equilibrador el deterioro puede frenarse y hasta vislumbrar alguna que otra inversión en la medida que la situación se estabilice; aunque no veo ni en esta variante una recuperación económica solo quizás el freno al empeoramiento
Con los antecedentes que cuento al día de hoy, no veo una cuarta o quinte alternativa. Ojalá el panorama cambie y permita más optimismo o por lo menos menor pesimismo. La previsión de Sichel que Chile necesita décadas para llegar al desarrollo completo, fue correcta. El camino señalado para ello también lo parecía, con el necesario pragmatismo. Pero la oportunidad se perdió. ¿Qué grado de oscurantismo viene y cuánto durará? El que suscribe ya no verá las respuestas.
Señalé con un *asterisco algunas palabras, pues tengo serias dudas sobre la nueva Constitución, que puede cambiar totalmente las ideas expuestas. Tampoco descarto para nada que la Convención, totalmente dominada por el PC, vaya mucho más allá de sus atributos y pretenda a transformarse en una Asamblea Constituyente. En ese caso todo lo presagiado en las tres profecías se iría al diablo. Con todos/as nosotos/as inclusive.