Unicef: desconocimiento de prácticas positivas de crianza lleva a padres al uso de violencia con sus hijos
Un estudio realizado por la organización señaló que algunos padres que conocen los derechos de la niñez y se muestran en contra de la violencia, no identifican la violencia psicológica.
Unicef entregó durante este miércoles los resultados del estudio de Conocimientos, Actitudes y Prácticas (CAP) con relación a la Violencia en la Niñez en Chile, el que entre sus conclusiones definió que los conocimientos y las actitudes frente a la violencia física y psicológica en la crianza por parte de padres y madres, determina las prácticas que utilizan con sus hijos e hijas.
El trabajo, que se desarrolló en conjunto con el Centro de Estudios Justicia y Sociedad (CJS), la Dirección de Estudios Sociales (DESUC) de la Pontificia Universidad Católica de Chile (UC), combinó una metodología cuantitativa y cualitativa de recolección de información, revelando que en el país existe un alto conocimiento por parte de los cuidadores sobre los derechos de los niños, niñas y adolescentes y del marco legal que regula la crianza y los protege.
Candy Fabio, oficial de Protección del organismo internacional, afirmó que esto sería “una muy buena señal”, ya que en Chile existiría una baja normalización de las prácticas violentas, y una alta percepción de sanción social hacia el uso del castigo físico.
“La violencia afecta la relación de los niños y niñas con sus padres y con sus amigos y amigas, deteriora su autoestima, impacta su rendimiento escolar y los hace más vulnerables al consumo de alcohol y drogas. En definitiva, la violencia impacta el desarrollo integral de los niños y niñas. Por ello, se debe garantizar espacios libres de violencia, incluyendo los procesos de crianza”, expresó.
Los datos del estudio indicaron que casi la totalidad de los padres, madres y cuidadores reconoce como efectivas las prácticas positivas de crianza. Así, por ejemplo, el 99% identifica como práctica efectiva de crianza felicitar al niño, niña o adolescente cuando se porta bien, y el 98% indica que explicarle cómo mejorar cuando ha hecho algo mal o darle abrazos o besos cuando hacen algo bien, tiene buenos resultados.
El estudio también arrojó que los cuidadores reconocen qué tipo de prácticas corresponden a castigo físico, y que en general identifican las consecuencias negativas de este tipo conductas, mostrando una actitud en contra de su uso. Según los resultados, el 99% de los cuidadores declaró no golpear al niño, niña o adolescente a su cuidado, ni haberle sacudido, y el 93% dijo no haberle dado una palmada o golpe en el trasero.
A pesar de esto, el análisis de Unicef también encontró que padres y madres conocen los derechos de la niñez y se muestran en contra de la violencia hacia la niñez y adolescencia, no identifican la violencia psicológica, como gritos, insultos o descalificaciones, como una práctica violenta: un 33% de ellos tiene actitudes ambivalentes frente a este tipo de prácticas.
Asimismo, un 5% de los padres y madres reconoció haber dicho al niño o niña que era tonto/a, flojo/a o algo parecido, uno de cada cinco señaló haberle retado gritándole (22%) y un 14% de los cuidadores declaró estar de acuerdo con que “levantar la voz o gritar ocasionalmente hace a los niños y niñas más obedientes”, y que los “padres que no castigan a sus hijos cuando se portan mal, son malos padres”.
“Esta ambivalencia con respecto a estas prácticas es preocupante y revela una falta de conocimiento y de reconocimiento de la violencia psicológica, así como de sus efectos y consecuencias. Los padres y madres reconocen la violencia física y la rechazan, pero la violencia psicológica les genera muchas dudas. Ellos no saben qué es la violencia psicológica, ni qué impacto tiene en el desarrollo de los niños y niñas”, precisó Fabio.
El estudio también advirtió que los padres y madres consideran que las prácticas positivas de crianza, como el diálogo, la reflexión sobre las causas de la conducta y la negociación, son difíciles de implementar.
Al respecto, la investigación indica que el bajo nivel de conocimiento sobre otras prácticas alternativas a las violentas y que resulten realmente efectivas para los cuidadores, “implica que muchos recurran a estrategias que, aunque evitan el castigo físico, se basan en el control y no permiten el desarrollo de la autonomía de los niños, niñas y adolescentes”.