Evite usar su clave 10
“Enfunde su clave 10 y retírese del lugar, evite usar su clave 10”, fue la orden que recibió el policía, al que ya habían arrebatado el bastón retráctil, la gorra y botado al suelo. Cuando pudo incorporarse, el suboficial logró desenfundar su “clave 10” y hacer un disparo que hirió a un joven de 20 años, que se identificó como repartidor de Rappi y aseguró que no participaba en la marcha.
En jerga policial llaman “clave 10” al arma de fuego que porta un carabinero. Así se deduce de la instrucción que recibió por radio uno de los que controlaban el tránsito durante la marcha del último viernes convocada por la Confech. Había sido atacado por una turba de 20 ó 25 “manifestantes” (así suele llamar la prensa a vándalos y saqueadores).
“Enfunde su clave 10 y retírese del lugar, evite usar su clave 10”, fue la orden que recibió el policía, al que ya habían arrebatado el bastón retráctil, la gorra y botado al suelo. Cuando pudo incorporarse, el suboficial logró desenfundar su “clave 10” y hacer un disparo que hirió a un joven de 20 años, que se identificó como repartidor de Rappi y aseguró que no participaba en la marcha. Pero el hombre tenía varias detenciones por desórdenes, lo que habla de que estamos ante una investigación en curso, y las autoridades de todo tipo deberían optar por la prudencia y no emitir juicios anticipados.
No es lo que hicieron de capitán a paje en el llamado “cónclave” de Cerro Castillo, donde la responsable de la seguridad pública se apresuró a lamentar lo sucedido con “el niño” herido, antes de tener algo más que sólo el impulso de hablar.
Con el paso de las horas quedó claro que las autoridades no debieron atarantarse, juzgando hechos que habían ocurrido a 130 kilómetros de distancia.
El joven herido, que desde un comienzo se mostró reticente a hacer declaraciones, al día siguiente de los hechos, según informes periodísticos, dijo que estaba trabajando, que no tenía arte ni parte en la marcha, que vio al carabinero ser atacado por un par de decenas de “manifestantes”. El carabinero autor del disparo quedó en libertad bajo apercibimiento, lo que significa que debe acudir cuando el Ministerio Público lo cite a declarar. Esos son los hechos.
Mientras, las palabras se desbocan. La ministra de Bienes Nacionales llama a “refundar” con urgencia a Carabineros (¿será porque es un bien nacional?), una diputada comunista sugiere dar de baja al carabinero atacado por la turba y al mismísimo general director, los opositores piden a las autoridades que visiten a los otros carabineros heridos en la marcha estudiantil, siempre en la infantil lógica del “empate”, y los vecinos y comerciantes, con razón, claman por seguridad en serio frente a los consabidos viernes de violencia y destrucción en la plaza Baquedano y sectores aledaños.
Las violentas escaramuzas entre vendedores ambulantes de Estación Central y estudiantes que protestaban; el crimen cometido por vecinos de La Florida que confundieron a la víctima de un asalto con un ladrón y lo patearon y golpearon hasta matarlo; el cierre de dos centros de salud en Los Ángeles para permitir el desarrollo de un funeral narco, requerirían de una fuerza policial eficiente y empoderada para poner orden. No de un joven y pobre contingente de efectivos, arrojados a las calles, para que luego los políticos cuestionen sus procedimientos al primer problema que se presenta.
El flamante subsecretario de Prevención del Delito, el politólogo Eduardo Vergara, en esta violenta semana, se paseó por todos los canales y radios anunciando, enérgico, que se terminará con las mesas de trabajo para desplegar fuerzas de tarea operativas en terreno.
Suena prometedor, pero habrá que ver. Porque hoy las autoridades hablan como quien dispara primero y pregunta después. No sería malo que todos hicieran suya la instrucción que recibió por radio el carabinero atacado: “Enfunde su clave 10, evite usarla”.