Crimen sin castigo
Hay que reconocer que esta macabra, maquiavélica idea está muy bien pensada: la persona en cuyo regazo caen del cielo 120.000 pesos, puede sentirse obligado moralmente a pagarlo con su voto a favor .
Este, uno de los grandes clásicos de Dostoievski y la literatura mundial me inspiró redactar la siguiente “opinión”.
Cualquier individuo puede ser acusado penalmente si infringe un daño intencional a la economía o propiedad de otras personas, empresas o instituciones. Esto es lógico: la ley no permite a nadie perjudicar a otros en su propio beneficio, por venganza u otro acto en detrimento de lo ajeno.
Esta regla lamentablemente no se aplica a los poderes ejecutivos y legislativos, a presidentes, ministros, diputados o senadores y a los daños públicos que éstos cometen, casi sin excepción a sabiendas de los perjuicios que causarán a una parte – generalmente la mayoría, principalmente la parte más vulnerable – de la población. Casi siempre quedan impunes. Los que están en el poder son los que en la historia de la humanidad han cometido los crímenes más atroces: genocidios, guerras, multitudinarias privaciones de libertad, torturas, exterminios…pocos pagaron por ellos.
Pero muchos, sin llegar a esos extremos, igual cometieron y están cometiendo crímenes contra sus súbditos o gobernados mediante las decisiones que toman y aplican sobre ellos, con el pleno conocimiento que los perjudicarán, mintiendo y falsificando sus intenciones en pos de imponer sus ideologías, de mantenerse en el poder, o de esconder sus errores o debilidades. Y estas personas o grupos de personas son tan criminales como el individuo mencionado al comienzo de esta escritura. Y solo en contadas oportunidades responden por sus crímenes.
Las y los que leen esto ya saben a qué apunto: a lo que hoy están haciendo nuestras autoridades, con una absoluta claridad que tienen sobre las funestas consecuencias que acarrearán a nosotros, las y los que componemos al grey que se llama pueblo. No tengo tiempo suficiente – ni lugar en éste artículo – para enumerar todas las mentiras que antecedieron a lo que me refiero hoy, actos que se cometieron desde marzo, desde la toma del poder.
Mencionaré solo el último: más de diez mil millones de dólares en “bonos de invierno” a casi la mitad de la población, para promover el “apruebo” del mamarracho del borrador que se llama Nueva Constitución. Una maniobra cubierta con una tremenda mentira, subrayada incluso por el ministro de hacienda: para paliar las necesidades de los más vulnerables creadas por la inflación. ¡¿Cómo dijo?! ¿Imprimir y emitir billones y billones de pesos sin respaldo para frenar la inflación? Esta sí que supera a toda imaginación y sería una mentira estrepitosamente ridícula si no causaría más encarecimiento, alza de pobreza y deterioro de nuestra maltrecha moneda. Los 120.000 pesos que recibirán más de siete millones de personas, ni siquiera les servirán a cubrir el aumento de precios que esa emisión demente causará. Su efecto en la economía será un mini-tsunami parecido al grande de los retiros de pensiones.
¿Y todo para qué? Para que los “indecisos” inclinen la hasta ahora adversa balanza a favor de aprobar una Constitución, que llevará a Chile a un caos perfecto cuyas consecuencias lógicas desembocarán en más miseria, desocupación y casi seguramente en una dictadura.
Pero los y las que idearon y cometen este nuevo crimen no serán procesados penalmente. Su atroz mentira flotará en el aire y posiblemente convencerá a muchas y muchos ingenuos, porque un 40% de todas y todos los chilenos recibirán una limosna que no pidieron, no necesitan y que gastarán en todo, menos lo necesario. Hay que reconocer que esta macabra, maquiavélica idea está muy bien pensada: la persona en cuyo regazo caen del cielo 120.000 pesos, puede sentirse obligado moralmente a pagarlo con su voto a favor de algo que hasta ese regalito consideraba malo o le era indiferente.
Ojalá esta vez el poder legislativo se atreva a rechazar la proposición de Gobierno. Ojalá diputados y senadores tengan el coraje de actuar por lo que las y los eligieron: defender a sus votantes, su distrito, comuna o región contra todo lo que ese “bono de invierno” realmente significa y traerá consigo. Porque su aprobación constituirá otro crimen que se comete contra la gente y que quedará impune ante la ley. Pero seguramente pesará en la consciencia de quienes lo hicieron posible, cosa que, lamentablemente, no cambiará sus consecuencias.