Las brechas que dejó la PSU y el desafío de la PAES para superarlas
Un estudio de Acción Educar observó las distancias entre los puntajes obtenidos por los postulantes durante la última década, considerando factores como el tipo de establecimiento y el género.
Este 10 de agosto se concretará el cierre del periodo de postulaciones para la nueva Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES), instrumento que vendrá a reemplazar definitivamente a la Prueba de Selección Universitaria (PSU) y a la Prueba de Transición (PDT) como test para la entrada al sistema de admisión a la educación superior.
Por más de una década la PSU fue parte del sistema, generando beneficios iniciales en comparación a la antigua Prueba de Aptitud Académica (PAA), pero dejando en evidencia algunas brechas de origen de los estudiantes de todo el país, quienes observaban las diferencias dependiendo de su escuela y la dependencia.
Durante los últimos años, las marcadas distancias entre egresados de colegios estatales con quienes pasaron por la educación particular subvencionada o particular pagada se hicieron latentes, llevando la situación a extremos, como el boicot realizado a la rendición de la PSU a inicios de 2020, que perjudicó a miles de jóvenes.
En la antesala del nuevo proceso, Acción Educar realizó un análisis de los resultados de las pruebas en distintas dimensiones, detectando las brechas que la nueva PAES deberá disminuir, en medio de un ambiente aún desafiante por las profundas diferencias que se mantienen en el sistema escolar.
Las brechas en todas sus dimensiones
En el análisis, realizado por los investigadores Francisco Alessandri y Ana María Peñafiel, destacan los principales sesgos y brechas que han presentado la PSU y PDT de Lenguaje y Matemáticas en sus periodos de aplicación entre diciembre de 2003 (proceso 2004) y diciembre de 2021 (proceso 2022), y la tendencia observada en los 3 últimos años, período marcado por el boicot a la PSU y la pandemia que afecta al país desde 2020.
Por ejemplo, en cuanto a la dependencia de los establecimientos existe una brecha importante entre los establecimientos estatales, subvencionados y particulares en la prueba de matemáticas, la que según los autores se elevó a partir de 2006, el año de la llamada “revolución pingüina”.
En este caso, a partir de 2020 se venía presentando una disminución de las brechas observadas entre los colegios particulares pagados y el resto de los establecimientos, la que no siguió su tendencia en la PDT 2022, pasando de una diferencia observada de 102 puntos entre los establecimientos particulares pagados y estatales el año 2020 a 105 puntos en el último proceso.
También se realizó un análisis considerando la modalidad de establecimientos de enseñanza media, considerando a los científicos-humanistas y los técnicos-profesionales.
En el caso de Lenguaje, la diferencia de puntaje promedio entre ambos tipos de escuelas mantuvo una tendencia al alza, con un quiebre en 2014. En los años posteriores las diferencias se retomaron, con un incremento exacerbado de 5 puntos en 2020. La aplicación de la PDT al año siguiente permitió bajar la diferencia en 12 puntos -7 si se compara con el proceso 2019-, logrando la menor diferencia desde el proceso de admisión para el año 2013.
El aspecto de género también fue evaluado en el estudio. De acuerdo al análisis, la evidencia indica que las mujeres presentan resultados superiores en Lenguaje, mientras que los hombres presentan un mayor promedio en pruebas de matemáticas.
Sin embargo, existen estudios que concluyen que la PSU potenció los sesgos, pero afectando mayoritariamente a las mujeres, las que se ven comparativamente perjudicadas. En Lenguaje, por ejemplo, se detectó un importante cambio en la tendencia a partir de 2020, con una variación de 13 puntos, y que tiene como consecuencia que en el proceso 2022 se observe una brecha de 8 puntos a favor de los hombres, la más alta en la última década.
La oportunidad de la PAES
Francisco Alessandri, uno de los autores del estudio, señaló que el estudio tenía como objetivo analizar algunos de los desafíos que tiene la PAES como prueba para el acceso a la educación superior, dejar en manifiesto la necesitad de realizar test estandarizados y dar cuenta del inmovilismo que permitió que la PSU se mantuviera sin reformas profundas, agudizando las brechas por más de una década.
“Estas pruebas de admisión pueden ir disminuyendo las brechas, y no van a resolver los problemas de origen del colegio. Con una buena prueba sí se puede hacer que las diferencias entre los alumnos no se potencien, e incluso puedan disminuir un poco”, expresó el académico a EL DÍNAMO.
El investigador agregó que la PAES es una oportunidad para ir disminuyendo las diferencias, tomando en cuenta la tendencia a la baja que ya venía mostrando la aplicación de la última PDT. En ese sentido mencionó el nuevo foco en las habilidades, tema que podría ser clave para acortar las distancias entre los alumnos provenientes de distintos establecimientos.
Alessandri también apuntó a la realización de la Prueba de Invierno, que permite “quitarle presión a los estudiantes y dar más posibilidades para los alumnos que la están rendiendo a rendirla en el ambiente ideal”. Aquello también sería factor para la disminución de la brecha.