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16 de Agosto de 2022

Ni Llaitul se lo compra

¿Por qué en lugar de buscar el bien común para las mayorías hoy el afán de algunos parece estar puesto en el de las minorías?

Por Redacción EL DÍNAMO
AGENCIA UNO/ARCHIVO.
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¿Por qué a la gente común y corriente, a la que vive de su pega, a la que le cuesta salir adelante, a la que quiere vivir en un Chile armonioso y en paz no le convence lo del indigenismo? ¿La celebrada plurinacionalidad? 

Y esta desconfianza incluye a los que son parte de los pueblos originarios, tal como lo demuestra la encuesta dada a conocer por el Centro de Estudios Públicos hace dos semanas. Aunque los negacionistas de las encuestas cuando no coinciden con sus deseos, en un Chile polarizado al extremo, traten de tapar el sol con todos los dedos. 

En ella queda claro que sólo el 17% de los mapuches consultados confía en los convencionales con escaños reservados y ese mismo porcentaje, 17%, se siente exclusivamente mapuche. Asimismo, el 70% de quienes se identificaron como mapuches se mostró en desacuerdo con crear un estado independiente, un 59% dijo que el uso de fuerza para reclamar tierras jamás se justifica y un 48% prefiere que Chile sea un estado nación donde convivan las personas sin distinción de culturas, pueblos o naciones.

Incluso Héctor Llaitul, el líder de la Coordinadora Arauco Malleco, la CAM, es parte de los escépticos que no se compran el plurinacionalismo progre. 

Llaitul se sienta en el concepto de plurinacionalidad. No lo interpreta ni le interesa. “Yo puedo decir con mucha moral que jamás vi un lienzo que dijera queremos un Estado plurinacional”, ha declarado.

Tampoco lo conmueve el ánimo dialogante de la ministra Siches, “que en un inicio se declaró buena onda o cercana a la causa, y hoy nos endosa que somos ladrones de madera” y al presidente Boric tampoco le compra ni una.  Antes de que asumiera dijo: “Boric y Kast representan las dos caras de una misma moneda”. Y frontalmente sostiene que el robo de madera no es delito, sino “recuperación” y le sirve “para tener los fierros y para tener los tiros y para tener los implementos para defender a las comunidades y los procesos que se llevan adelante”. 

¿Cómo con un líder montado en armas, que se ríe de Chile y de la integración, un grupo de indigenistas naif propicia un texto constitucional que en lugar de avanzar hacia la unión y la armonía de todos, busca justicia especial, escaños reservados en una cantidad sin sentido y prebendas desproporcionadas por donde se les mire para un grupo que no lo ha pedido ni tampoco le convence la oferta? 

¿Por qué en lugar de buscar el bien común para las mayorías hoy el afán de algunos parece estar puesto en el de las minorías? Y, lo peor, con una mirada paternalista que busca proteger de manera especial a los pobres indígenas, cuando lo que los mapuches quieren es lo mismo que cualquier chileno: igualdad, justicia, paz. 

Martín Caparrós, en su libro “Ñamérica”, escribe: “Me cuesta pensar que un pobre por ser mapuche o zapoteca o guaraní tenga legitimidades o necesidades distintas que su vecino pobre de origen criollo. Y que la solución a los problemas de nuestras sociedades esté en el regreso de algunos de sus miembros a las formas en que vivían sus ancestros. Y que segregarse de los demás necesitados argumentando una identidad propia y diferente sea mejor”. 

Suscribo el párrafo de punta a cabo, aunque suene tan poco popular, indigenista y pluricultural en este valle de flores bordado.

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