Revelan detalles de la primera denuncia de abuso sexual contra Felipe Berríos
“Se volvió muy cercano a toda mi familia, convirtiéndose en el confesor y guía espiritual de mis abuelos, mi mamá y otra tía, quienes lo consideran un gran amigo”, señaló la víctima.
Este sábado se revelaron una serie de nuevos detalles de la primera denuncia de abuso sexual contra Felipe Berríos , previo al plazo que tiene la abogada María Elena Santibáñez para entregar su informe con el resultado de la investigación.
La primera acusación contra el cura jesuita se produjo el 29 de abril de este año, luego que una mujer, de actualmente 32 años, denunciara ante la Compañía de Jesús haber sido víctima de Berríos cuando era menor de edad.
Posterior a ello, la orden religiosa encargó, el 2 de mayo pasado a la abogada Santibáñez, quien es académica de Derecho de la Universidad Católica, que estableciera la verosimilitud de la denuncia para enviar los antecedentes al Vaticano.
En medio de escándalo mediático, Felipe Berriós se “autodenunció” ante la Fiscalía, manifestando su inocencia y asegurando que su decisión ante la justicia ordinaria apuntaba a poder defenderse “de la forma más transparente posible”.
De forma paralela, la Fundación para la Confianza, recibió nuevas acusaciones contra el sacerdote Berríos, por lo que el abogado Juan Pablo Hermosilla reveló que las acusaciones “van desde acciones muy inapropiadas, extraordinariamente inapropiadas y dañinas con jóvenes menores de edad, a conductas en que hay delito. Y entremedio, hay un espectro de cosas”.
“Tocaciones en abdomen, muslos y glúteos”
Según indicó La Tercera, la primera denunciante señaló que logró “desbloquear” episodios de abuso sexual mediante terapias psicológicas.
“Felipe se volvió muy cercano a toda mi familia, convirtiéndose en el confesor y guía espiritual de mis abuelos, mi mamá y otra tía, quienes lo consideran un gran amigo. Comenzó a hacerme cariño en la rodilla mientras la conversación derivó en mi inconformidad con mi cuerpo, en lo inseguro que me sentí frente al mismo”, indica la denuncia.
“En un momento me pidió que me pusiera de pie. Él siguió sentado en su silla y empezó a realizar tocaciones con sus dos manos en mis brazos, abdomen, muslos y glúteos, en virtud de su posición de poder y la vulnerabilidad en la que yo me encontraba. Me hizo dar vuelta mientras seguía pasando sus manos y diciéndome: ‘Pero si estás súper bien’. Luego me dio una palmada en los glúteos y me volví a sentar. Al final del encuentro, el denunciado me absolvió de mis pecados, como se hace en una confesión católica”, manifestó la denunciante.
Junto a ello, la mujer relató que en mayo de 2021 comenzó una terapia sicológica “más intensa”, lo que la ayudó a recordar los graves hechos ocurridos cuando era niña, en la sacristía del Colegio San Ignacio El Bosque.