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14 de Septiembre de 2022

Republicanos británicos

Por Rafael Carneiro
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A menos de una semana de la muerte de la reina Isabel II, las protestas en favor del movimiento republicano en Reino Unido se han incrementado. Consignas como “No es mi rey” o “¿Quién lo eligió”, en referencia al actual monarca Carlos III, se hacen más frecuentes en el país.

Porque durante los 70 años de reinado de la reina Isabel II las quejas republicanas aparecieron de vez en cuando, pero el afecto y el respeto de que gozaba hicieron que el movimiento para acabar con la monarquía tuviera dificultades para causar una impresión duradera.

“La reina es la monarquía para la mayoría de la gente. Después de que ella muera, el futuro de la institución está en serio peligro”, dijo a principios de este año Graham Smith, director ejecutivo del grupo de campaña Republic.

“Puede que Carlos herede el trono, pero no heredará la deferencia y el respeto que se le otorga a la reina”, agregó.

Smith y los antimonárquicos de ideas afines sostienen que la familia real no tiene cabida en una democracia moderna y que mantenerla es asombrosamente caro.

Los funcionarios de la realeza afirman que la institución cuesta a cada británico cerca de 1,5 libras esterlinas (US$ 1,7) al año, pero Republic afirma que su verdadero costo para la nación es de unos 350 millones de libras esterlinas al año (más de US$ 400 millones).

La riqueza global de la familia también es difícil de calibrar debido a la naturaleza opaca de sus finanzas y lo que posee directamente. Un análisis de Reuters de 2015 sugirió que tenía activos nominales por valor de casi 23.000 millones de libras esterlinas en ese momento.

A juicio de Smith, la muerte de la soberana, que por su profesionalidad y entereza inspiraba un gran respeto a la población, y su sucesión por el más controvertido príncipe heredero, ofrece la oportunidad de analizar la posibilidad de “elegir como jefe de Estado a un presidente políticamente neutro, al estilo de Irlanda o Alemania”.

“A diferencia de la reina, que no solía pronunciarse públicamente -de modo que la gente proyectaba lo que creían que pensaba-, tanto Carlos como su hijo Guillermo expresan sus opiniones, que no siempre caen bien”, y rompen la presunta imparcialidad de la monarquía constitucional, declara.

Los choques entre personas que defienden la monarquía con quienes aspiran a tener una república también han aumentado tanto en las redes sociales como en la realidad. Así, la policía ha realizado una serie de arrestos contra personas que protestaban contra la monarquía en los últimos días.

En fotos ampliamente difundidas, una mujer que sostenía un cartel que decía “Abolir la monarquía” y “F *** imperialismo” fue arrestada el domingo en la Catedral de St Giles, en Edimburgo.

El lunes surgieron informes similares, incluido un caso que involucra a un hombre que fue visto siendo sacado a la fuerza de una barrera de desfile después de gritarle a la procesión real que se dirigía a la catedral. Según los informes, estaba interrumpiendo al príncipe Andrés.

Y en Londres, cuatro oficiales uniformados se llevaron a una mujer el lunes después de sostener un cartel que decía “No es mi rey”, que se ha convertido en un hashtag tendencia, cerca de Westminster Hall.

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