Secciones El Dínamo

cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad
23 de Septiembre de 2022

Plaguicidas en Chile

En Chile, el sistema post registro de estas moléculas es muy ineficiente, no existe monitoreo ambiental a nivel nacional para determinar la concentración residual, además de no incorporar la evaluación de riesgo para restringir, cancelar o prohibir un registro de plaguicida de uso agrícola.

Por Sebastián Elgueta
Existe una necesidad no cubierta de crear institucionalidad y un marco normativo frente a estos riesgos, que permitan asegurar la calidad de nuestro suelo y agua, dando sostenibilidad ambiental a los sistemas de producción de alimento en Chile. AGENCIA UNO/ARCHIVO
Compartir

Según datos publicados por el Servicio Agrícola y Ganadero, la venta nacional de plaguicidas el año 2004 y 2019 fue de 22.799 y 54.697 toneladas kilos/litros respectivamente, aumentando un 240%. Este aumento, va de la mano con las notificaciones de transgresiones de los Máximos Residuos de Plaguicidas (LMRs) en hortalizas producidas y comercializadas en Chile y las notificaciones de intoxicaciones agudas entre 2008 y 2018, publicadas por la Vigilancia Nacional de Intoxicaciones Agudas por Plaguicidas (REVEP).Por otro lado, el anuncio de nuevos cambios de la normativa vigente 892 de LMRs y la tardía modificación de las etiquetas de estas moléculas, además de la escasa coordinación entre los servicios fiscalizadores, han generado una confusión sobre las carencias y usos en los agricultores.

Si bien en el país el tema prioritario es la inocuidad alimentaria, debido a la sobre utilización y mal uso de los plaguicidas, un tema fuera de la discusión es el impacto ambiental de estas moléculas, principalmente a nivel del suelo, agua (superficial y subterránea), y su flora y fauna asociada. Debido al cambio climático, el transporte y transformación de los plaguicidas pueden generar persistencia de estas moléculas, que, dependiendo de su concentración y destino ambiental, pueden causar la muerte de flora y fauna no objetiva como abejas, peces, lombrices, microrganismos, invertebrados, por mencionar algunos.

Existe evidencia científica a nivel internacional que plaguicidas altamente peligrosos comercializados en Chile, tales como imidacloprid, clorpirifós, clorotalonil, atrazina, carbendazim, linuron, y cipermetrina, entre otros, son tóxicos en polinizadores, causan problemas de alimentación, reproducción y alteración de su ciclo biológico, entre otros impactos en la flora y fauna terrestre y acuática, e incluso apareciendo en concentraciones peligrosas como el caso del clorotalonil en agua potable.

En Chile, el sistema post registro de estas moléculas es muy ineficiente, no existe monitoreo ambiental a nivel nacional para determinar la concentración residual, además de no incorporar la evaluación de riesgo para restringir, cancelar o prohibir un registro de plaguicida de uso agrícola. Por lo tanto, existe una necesidad no cubierta de crear institucionalidad y un marco normativo frente a estos riesgos, que permitan asegurar la calidad de nuestro suelo y agua, dando sostenibilidad ambiental a los sistemas de producción de alimento en Chile.

Léenos en Google News

Notas relacionadas

Deja tu comentario

Lo más reciente

Más noticias de Opinión