A tres años del estallido social: el impacto económico y el fracaso de la Convención, la salida ideada por la política
El proceso constituyente fue el camino institucional que siguieron las autoridades para sofocar la crisis de 2019, pero el triunfo del Rechazo terminó frustrando este intento.
El 18 de octubre se cumplieron tres años desde el inicio del estallido social, una de las manifestaciones más grandes de la historia del país, la que en medio de un ambiente altamente violento logró poner sobre la mesa algunas demandas sentidas por la ciudadanía, que los políticos encauzaron en un proceso constituyente encabezado por una Convención Constitucional.
Tras el triunfo del Rechazo el 4 de septiembre, todo lo definido en aquel acuerdo transversal del 15 de noviembre de 2019 quedó en duda y bajo las sombras de un trabajo constitucional que finalmente no pudo conectar con las necesidades ciudadanas.
El 62% de negativa a la nueva Carta Magna redactada por los convencionales dejó la interrogante sobre la capacidad que tuvo el organismo de recoger y cumplir con los pedidos de la ciudadanía movilizada. También marcó el ambiente de confrontación, división y escándalos en los que se buscó avanzar.
A tres años de inicio de las manifestaciones –marcadas por una pandemia de COVID-19– aún permanecen las interrogantes de cómo se van a resolver los problemas en materia de pensiones, salud, educación y seguridad.
Del estallido a la Convención
El estallido social, que se caracterizó por unas seguidillas de protestas, que terminaban en enfrentamientos entre los manifestantes y Carabineros, estuvo marcado por demandas sociales canalizados bajo un gran concepto paraguas: la dignidad.
“Bueno yo creo que las demandas tenían una dimensión como digo muy primordial. O sea, primero hay que decir que no hay una demanda, el pueblo no es uno. La gente que estaba en la calle no es una unidad, es una diversidad que tenía algunos elementos comunes en esto que se llamó “dignidad”. Pero la dignidad puede significar distintas cosas para distintas personas”, afirma Claudia Heiss, académica de la facultad de Gobierno de la Universidad de Chile.
Sin embargo, los expertos están de acuerdo que no fue una sola demanda unificada ni que fue un proceso espontáneo, sino más bien una manifestación de males que se venían arrastrando de mucho antes.
“Creo que es evidente que la sociedad chilena estaba mal y no solamente a propósito de lo que fue evidente durante el estadio social, sino que antes. Si pensamos en los movimientos sociales que venían apareciendo desde el 2006, ya daba cuenta un cierto malestar, que yo creo que eso fue acrecentando en la sociedad chilena. Ese malestar se acrecentó y finalmente se transformaron en un estallido frente a la imposibilidad o la incapacidad del mundo político, de la institucionalidad, de dar una respuesta”, explica Gloria de la Fuente, académica de la facultad de Gobierno de la Universidad Católica.
Por lo mismo, el mundo político gestó el acuerdo transversal del 15 de noviembre, donde casi todos los partidos políticos – con excepción del Partido Comunista- firmaron un acuerdo que dio inicio al proceso constituyente, que partiría con un plebiscito de entrada con las preguntas si se quería una nueva constitución y cuál sería el método para su creación: una convención constitucional o una mixta.
“De alguna manera, la forma de superar esos conflictos y buscar la manera de encontrar puntos de encuentro y acuerdo se cristaliza a través de esa voluntad de hacer un cambio constitucional que implica un nuevo pacto social”, afirma De la Fuente.
Tras el triunfo del Apruebo en el plebiscito de entrada en octubre de 2020, se preparó la conformación de la Convención Constitucional que se haría cargo de la redacción de la propuesta que se llevaría a un plebiscito de salida en dos años más.
“Es cierto que fue mucha gente para los estándares que teníamos, o sea, estábamos en votaciones menores al 50% en las últimas elecciones presidenciales, pero aun así yo creo que hay que tener en el horizonte que fue la mitad del electorado, o sea, a pesar de que fue una votación muy alta y que sí, logró en el fondo movilizar a una parte importante de la ciudadanía, ese 80% correspondía solo a la mitad del electorado. Creo que fue efectivamente fue un voto de castigo al status quo, a la situación que estábamos viviendo”, explica Heiss, sobre el contundente triunfo del Apruebo.
Conformada por 155 personas, con paridad, mayoría de independientes y de la izquierda, y con escaños reservados, el organismo prometía reflejar todas las demandas expuestas en la calle.
“Creo que el órgano constituyente fue representativo de la sociedad chilena en términos descriptivo de una manera que no se había sido nunca. Había una diversidad socioeconómica mucho mayor que en otros órganos en general. Tenía una proporción parecida a la que existe en la sociedad de pueblo originario, los 17 escaños reservados replicaban ese 12% de población indígena que ha estado ausente del debate político. Sin embargo, en términos ideológicos creo que fue menos representativa de lo que se hubiera esperado. La elección se dio en un momento de una crisis de la derecha y por lo mismo quedó tan mal representada”, explica la académica de la Universidad de Chile.
De hecho, algunos manifestantes emblemáticos del estallido fueron elegidos constituyentes, como fue el caso de Rodrigo Rojas Vade (Lista del Pueblo), que posteriormente protagonizó el escándalo de haber mentido en su diagnóstico de cáncer.
La mentira sobre su diagnóstico comenzó a minar la confianza ciudadana, a lo que se agregaron la aprobación de algunas polémicas normas, que seguían intentando conquistar el corazón del estallido como la idea de proponer cárcel para el ex presidente Sebastián Piñera por la violencia estatal durante las protestas.
Sin embargo, los expertos coinciden que estos escándalos, a pesar de ser muy mediáticos, no explican el posterior fracaso de la Convención. Lo que más afectó fueron las discusiones de normas controversiales. “Se debatieron contenidos que generaron muchas dudas muchas dudas porque en el fondo eran contenidos que quedaron abiertos y por lo tanto eran sujetos a múltiples interpretaciones. Pero también temas que en el fondo eran más controvertidos en la sociedad, como la plurinacionalidad”, dice De la Fuente.
Un diagnóstico similar tiene Claudia Heiss, quien cree que la ausencia de los partidos políticos en favor de independientes fue uno de los grandes problemas que afectó el trabajo de la Convención. “Yo no creo que sea solamente los escándalos lo que explica el triunfo del Rechazo. Sin duda, que si estás pensando en la votación desde la ducha o lo de Rojas Vades son los únicos factores que explican la pérdida de credibilidad de la Convención. Creo que hubo otros factores como la falta de diálogo que se vio al interior. Todo se transmitía en directo, así que la gente vio unas peleas atroces. Creo que había también una dificultad muy grande de articular propuestas programáticas transversales, porque no había partidos políticos. No había capacidad de lo que normalmente se da: negociar una plataforma constitucional”, afirma.
Algunas normas que lograron amplio respaldo a través de firmas, como el aseguramiento de la libertad de enseñanza, fueron desestimadas. En cambio, se dieron luz verde a otras propuestas como la eliminación del Senado, la plurinacionalidad, los sistemas de justicia, que fueron sumando mayores dudas, las que se confirmaron con la campaña del plebiscito de salida.
Todo esto, además, ocurrió en un ambiente enrarecido por la crisis sanitaria. Los retiros de fondos de las AFP fueron la constante, y generaron gran apoyo popular. En medio de esto, la negativa a la inexpropiabilidad de las pensiones fue alimentando aún más el resultado que derivó en el contundente triunfo del Rechazo.
El Gobierno y los cambios constitucionales
El proceso constitucional avanzó en paralelo con la elección de Gabriel Boric como presidente. El fundador del Frente Amplio (FA) fue uno de los firmantes del acuerdo del 15 de noviembre -lo que incluso le valió ser enviado al Tribunal Supremo de su partido, Convergencia Social-, por lo que tenía puestas todas sus fichas en el proceso.
“El ánimo de una nueva de una nueva Constitución es lo que permite que entre Gabriel Boric como presidente. La votación de que obtuvo se parece bastante a la votación del Apruebo”, dice Heiss.
El oficialismo, a través del FA, del Partido Comunista y del Colectivo Socialista tenía un bloque sólido para incidir, por lo que varias de sus posturas se reflejaron en la propuesta constitucional.
El respaldo a la Convención permeó inmediatamente en el oficialismo. En junio, un mes antes del cierre del trabajo de los convencionales, el entonces ministro Secretario General de la Presidencia, Giorgio Jackson, aseguró que con la Constitución vigente “muchas de nuestras reformas no se podrían llevar adelante”. A esta visión se sumó la vocera Camila Vallejo y el propio presidente.
“Creo que se debilita sin duda el programa del presidente. Creo que el presidente tenía una agenda ambiciosa de reformas que tienen que ver sobre todo con el estado social y que con esta Constitución son básicamente inviables como le ocurrió, por ejemplo, al presidente Lagos cuando quiso hacer el Plan Auge. Creo que se acorta el ámbito de lo posible bajo las reglas del juego”, afirma Heiss.
Algo similar cree Gloria de la Fuente, quien asegura que parte del triunfo de Boric en las elecciones se explica por el ánimo refundacional que predominaba en el país. “El presidente Boric llegó con una agenda muy clara respecto qué hacer y cómo hacerse cargo en la sintonía un poco que venía ya mirándose desde el plebiscito de entrada hasta la Convención Constitucional. Él representaba, y representa todavía, bien esa sensación”, dice.
El avance del Rechazo hizo que el discurso del Ejecutivo cambiara. En agosto, la ministra Vallejo planteó que ante una posible derrota del Apruebo “nuestro programa de Gobierno va a seguir avanzando y lo vamos a seguir empujando, porque ya lo hemos estado empujando con la reforma tributaria, previsional, las 40 horas, la reforma de salud. Por lo tanto, nuestro programa va a seguir en su camino, porque es nuestro mandato, nuestro compromiso, es nuestro deber y es nuestra convicción”.
El triunfo del 62%
El balde de agua fría que significó el Rechazo hizo que el Gobierno enfatizara que su programa seguiría adelante. “Sé que esperan respuestas y soluciones contundentes ante la inseguridad, la violencia en el sur, el déficit de viviendas, el aumento del costo de la vida, la falta de apoyo a los cuidados, la reactivación de nuestra economía, las eternas listas de espera en salud, la calidad de la educación y las bajas pensiones”, expresó Boric en la noche del 4 de septiembre.
Para Heiss uno de los factores que explican el triunfo del Rechazo, y la gran diferencia con las anteriores votaciones, fue la obligatoriedad del voto, lo cual hizo que personas que no solían participar en las decisiones políticas estuvieran obligadas a hacerlo.
“Lo que ocurrió en el plebiscito de salida es que la incorporación de más de 4 millones de electores por el voto obligatorio, que incorporó la opinión de personas que son más desafectas de la política y tienden a no participar ni tienen identidades partidarias fuertes, y en ese sentido creo que hay un factor importante en el voto en el voto obligatorio que, en parte, explica el triunfo del Rechazo”, señala.
Para Gloria de la Fuente, la victoria del Apruebo de entrada solo para perder frente al Rechazo en la salida, no se explica porque sea una sociedad cambiante, sino porque el texto no supo dar respuesta a los problemas medulares que planteaba la sociedad en su minuto.
“Creo que no hay una cuestión pendular a la sociedad chilena, sino que hay respuestas que le satisfacen más o menos a las promesas que se habían hecho. Como el texto mismo no logró responder de manera adecuada a eso, tienen en el fondo a la sociedad chilena que sigue aspirando a que les den soluciones. Todavía un tema con la desigualdad, con los temas en el fondo de derechos sociales que sigue pendiente”, afirma.
Chile peor ahora que antes
Esta semana la UDI presentó un documento titulado “Chile Retrocedió”, que da cuenta de indicadores que, según ellos, muestran que desde el estallido hasta ahora el país se encuentra en un peor estado. Entre los puntos que plantea se destaca que el país retrocedió siete años en pobreza, algo que algunos economistas comparten.
Elisa Cabezón, economista, cree que uno de los grandes detonantes de la crisis económica que vivimos fue el retiro de fondos de las AFPs, que gatilló una serie de problemas. “Hay un hecho importante que ocurrió post estallido social, durante la pandemia, y que hizo un tremendo daño a nuestra economía: los tres retiros de las AFP”, afirma. “Estos retiros son el gran responsables de la actual alta inflación, y también debilitaron el mercado de capitales de Chile. Este retiro de recursos de nuestro mercado financiero provoca que para los chilenos, empresas y pymes sea más caro financiarse. Todo esto afecta negativamente nuestra calidad de vida”, concluye.
Y es que en estos tres años las cosas se han vuelto más complicadas para la vida en Chile. En el 2022 la inflación acumulada llega al 10,8%, lo que forzó al Banco Central a aumentar la tasa de interés a un 11,25%. Eso ha encarecido el costo de vida de los chilenos, así como también desplomados los arriendos y compras de viviendas, que han bajado, en promedio, en un 64%.
Otro efecto negativo que ha impactado la vida del los chilenos ha sido el valor del dólar, que se ha mantenido constante en el último año por sobre los $900 pesos, una subida de casi 300 pesos desde el 2018. Esto ha afectado el costo de los bienes importados como también debilitado las exportaciones.
Para hacer reajustes en la economía, y en buena parte producto de los tres retiros, que en su minuto apoyaron funcionarios de Gobierno, el Banco Central ha tenido que reajustar sus tasas en varias oportunidades, haciendo que actualmente la tasa de interés para créditos se encuentre en 27.93%, una subida drástica del 19.34% que ostentaba el año pasado.