Más trampas del sueldo mínimo
El sueldo mínimo y sus alzas no son más que una medida populista, que suena bien, pero que en el largo plazo hace mucho más daño que bien. Al aumentarlo de manera tan brusca, el Gobierno solo conseguirá intensificar los problemas económicos que ya estamos enfrentando.
Bastián Romero es economista e investigador en la Fundación para el Progreso
«Si te preocupas por las personas que luchan por mantener sus trabajos en una economía difícil, debes oponerte a aumentar el sueldo mínimo: perjudica a las mismas personas a las que quieres ayudar», sentencia el economista y profesor de Duke University, Michael Munger.
El Gobierno de Chile anunció que subirá el sueldo mínimo a $500.000 en julio de 2024. Esto significará un alza del 22% con respecto a los $410.000 actuales, y del 43% con respecto a los $350.000 de abril de 2022.
La mera existencia de un sueldo mínimo infringe la libertad de contrato en el mercado. En otras palabras, la ley no permite que un empleador contrate a una persona por menos del mínimo incluso si ambas partes así lo quieren. ¿Por qué alguien querría trabajar por menos del mínimo? Porque las alternativas son no trabajar o trabajar en la informalidad.
A modo de ejemplo, digamos que una empresa necesita contratar dos conserjes para su edificio (un empleo donde es común ganar el sueldo mínimo o cercano), y que cuenta con un presupuesto de $700.000 para esto. Digamos también que existen dos interesados en este trabajo, uno que terminó la enseñanza media y otro que no. Ya que ninguno de los candidatos cuenta con experiencia laboral, ambos están dispuestos a trabajar por $350.000, el presupuesto alcanza justo. Pero, si el mínimo es de $500.000, a la empresa solo le alcanza para contratar a uno y, probablemente, será el que terminó la enseñanza media.
La evidencia contra del sueldo mínimo es contundente. El 79,2% de las investigaciones internacionales sobre el sueldo mínimo indican que este tiene efectos negativos en el empleo, sobre todo en el de los pobres, los que tienen poca educación y los jóvenes. Así, esta barrera al libre mercado termina forzando a muchas personas a trabajar en el mercado informal, donde pueden acceder a mejores remuneraciones a cambio de condiciones laborales precarias. Hoy, un 27,3% de los trabajadores en Chile trabaja en la informalidad, y cualquier alza del sueldo mínimo solo logrará incrementar ese número. Eso resultará en más personas sin cotizaciones previsionales, ni seguros de desempleo, ni derechos laborales.
Incluso si un aumento del sueldo mínimo no tuviera un gran impacto en el empleo, aún puede haber otros efectos negativos. Para balancear el alza de los costos de la mano de obra, las empresas podrían eliminar beneficios que actualmente ofrecen a los trabajadores, como flexibilidad horaria, estacionamiento, sala cuna, cursos de formación, etc. Así, aunque el empleo no se viese afectado, los trabajadores, de todas formas, estarían peor que antes.
El sueldo mínimo y sus alzas no son más que una medida populista, que suena bien, pero que en el largo plazo hace mucho más daño que bien. Al aumentarlo de manera tan brusca, el Gobierno solo conseguirá intensificar los problemas económicos que ya estamos enfrentando.