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Actualizado el 9 de Julio de 2023

Una semana intensa: China, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos

Por Juan Pablo Glasinovic
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Hay periodos en la vida en que las cosas parece que trascurren muy lentamente o están estancadas, y otros en que todo se suma y es el vértigo de los cambios, desafíos y decisiones en un contexto de urgencia. Si en el primer caso la imagen puede ser la navegación en un curso tranquilo, en el segundo es el ingreso imprevisto a los rápidos de un río o la irrupción de una tormenta. Lo mismo sucede con el mundo.

Tras la Segunda Guerra Mundial, se instaló una suerte de empate estratégico entre la Unión Soviética y Estados Unidos, con conflictos periféricos y la apariencia de una estabilidad y predictibilidad general. Esto hasta que se derrumbó la URSS. Ahí se empezó a configurar un nuevo sistema internacional que comenzó con la preeminencia norteamericana indiscutida, pero que ha ido mutando en un esquema multipolar con los primus inter pares, Estados Unidos y China, cada vez más enfrentados. A ratos parece que transitamos hacia la repetición de un mundo bipolar, aunque hasta ahora la diferencia es que ambas superpotencias no reúnen el mismo ascendiente que en su momento Estados Unidos y la URSS tuvieron sobre el resto. Por el momento el poder está más disgregado.

Esta reconfiguración sistémica hacia un nuevo equilibrio se caracteriza naturalmente por una gran incertidumbre, a la que por si fuera poco se suma el cambio climático y sus efectos. Una consecuencia de esto ha sido elevar la importancia de la política exterior de los países y expandir la actividad diplomática. Y si se trata de observar la diplomacia de alto nivel, por sus condiciones y potenciales efectos, lo que ocurre en el Indo Pacífico es crucial.

Esta semana se sumaron hechos significativos con actores también de primera línea global, todos maniobrando para obtener réditos y mejorar su posición frente al resto. En este caso los países involucrados son China, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos.

Lo que aquí hay que observar es la combinación de dinámicas bilaterales y regionales con objetivos y plazos distintos, pero que al final repercuten en lo global.

Vamos entonces a los hechos y sus actores.

China, Japón y Corea del Sur

El lunes recién pasado, se inauguró la reunión del Foro de Cooperación Trilateral en la ciudad china de Qingdao a nivel de ministros de relaciones exteriores. Esta organización que agrupa a los tres países desde 1999 y que tiene diversas instancias y niveles de reuniones desde 2011, promueve su cooperación para una relación más armónica y con un mejor desarrollo para todos.

A esta reunión japoneses y coreanos venían con una importante convergencia en temas bilaterales
y regionales especialmente en reacción a los movimientos y políticas recientes de China. Esto dio
pie a las numerosas alusiones del anfitrión de que debían cultivar un perfil de “autonomía estratégica“ respecto de Occidente (entiéndase obviamente Estados Unidos) y cooperar con Beijing para “revitalizar a Asia”. Es evidente que China quiere disminuir el papel de Estados Unidos en lo que considera su esfera de influencia inmediata, de ahí su permanente intento de atraer a estos países a la que históricamente fue la condición de “estados tributarios”, combinando seducción con amenazas.

Pero, más allá de ese discurso, lo concreto es que la economía China atraviesa dificultades que no se subsanarán pronto, con una rebaja en las expectativas de crecimiento que se consolidarán probablemente como la “nueva normalidad”, lo que ya se manifiesta en un aumento importante en el desempleo, particularmente el juvenil, con caídas en las inversiones, aumento de los costos laborales, emigración de empresas hacia otros países y un sector inmobiliario todavía muy débil, por mencionar algunos problemas. Por eso la diplomacia china aspira a mitigar este escenario atrayendo más inversiones niponas y coreanas, así como incrementar su participación en el intercambio comercial de ambas naciones.

En la actual coyuntura trilateral entonces, China llegó debilitada por lo que buscó atemperar los lazos con Japón y Corea del Sur. La prioridad es apuntalar la economía, porque no debemos olvidar que parte importante de la legitimidad del Partido Comunista Chino descansa en este factor y el bienestar social que ha generado.

China y Japón

El miércoles y jueves, estuvo en Beijing una delegación nipona de más de 80 personas entre empresarios y algunas autoridades, encabezada por Yohei Kono, antiguo presidente de la cámara de diputados y ahora presidente de la Asociación Japonesa para la Promoción del Comercio Internacional. Aunque formalmente el contexto de la visita, la primera de esta naturaleza desde la irrupción del COVID, era económico, no podía estar ausente la dimensión política. Kono se reunió con el máximo diplomático chino y excanciller Wang Yi. También fue recibido por el primer ministro Li Qiang, lo que evidencia la importancia otorgada por China a la visita.

Al igual que en el esquema trilateral, el mensaje chino de fondo fue conciliador. Ambos países no deben permitir que los problemas bilaterales afecten el comercio y las inversiones. Por eso fueron tratados discretamente, a pesar de la preocupación y enojo chinos por la restricción a las exportaciones a China de equipos que manufacturan semiconductores, a la cual Japón se sumará el próximo 23 de julio.

China y Estados Unidos

Como seguimiento de la visita de Anthony Blinken, este jueves llegó a Beijing Janet Yellen, secretaria del tesoro. Dentro del gabinete de Biden es considerada una moderada en la relación con China. Por eso, esta condición no fue casual. Estados Unidos quiere bajar el nivel de tensión entre las partes.

La visita de Yellen, que contempla reuniones con el primer ministro y con quien era el zar económico Liu He, fue antecedida por el anuncio del Ministerio de Comercio de China que, a partir del 1 de agosto, no se podrá exportar metal de galio o germanio ni más de una docena de sus derivados sin solicitar una licencia específica a la citada cartera ministerial. Esto afecta directamente a la producción de semiconductores y es una represalia ante las medidas estadounidenses para asfixiar tecnológicamente a China. Este país es el productor más importante de tierras raras y otros minerales cruciales para los aparatos tecnológicos, por lo que puede infligir un serio daño a la industria si decide extremar sus restricciones.

Así como con Japón y Corea del Sur el tono y vocabulario usado por las autoridades chinas fueron
conciliadores, con Estados Unidos la dinámica fue más dura. Ambas partes se recriminaron por las medidas que afectan al comercio e inversiones. Mientras Yellen llamó a China a levantar barreras y
permitir una real competencia, China tildaba esas demandas de hipócritas.

Aunque no se pueden esperar acuerdos o soluciones en el corto plazo en torno a estas materias,
acá el proceso de diálogo es lo más relevante. Mantener las puertas abiertas para evitar una crisis
mayor.

La visita de Yellen podría ser seguida este mismo mes por la del delegado para el clima John Kerry, lo que podría anticipar y preparar un primer encuentro de Biden con Xi con motivo de la cumbre del G20 en septiembre en Nueva Delhi y después en APEC en noviembre en San Francisco.

Los encuentros de estos cuatro países en distintas modalidades en estos días reflejan una intensa actividad diplomática, en una coyuntura en la cual China en atención a las dificultades económicas que está experimentando, ha hecho cambios tácticos, enfatizando la conciliación con Corea del Sur y Japón, mientras se ha contenido para no seguir escalando con Estados Unidos.

Su estrategia de seducción del momento hacia sus vecinos asiáticos tendrá que sostenerse en el
tiempo si pretende lograr algo, porque en lo inmediato la convergencia coreano-nipona es precisamente en reacción a la posición cada vez más agresiva de China en la región. Tampoco ayuda a su intención de atraer inversiones y aumentar su comercio, y por lo tanto neutralizar la estrategia de desacople (de-risking) que promueven cada vez más países a su respecto, temas como la ley de espionaje y la persecución de los disidentes políticos en Hong Kong. La referida ley que comienza a regir este mes aumenta los riesgos de las empresas y personas extranjeras de ser procesados y detenidos por amenazas a la seguridad nacional. En el caso de Hong Kong, se está viendo incluso una persecución de opositores que han tenido que exiliarse.

En esas condiciones, ¿cuál será el real impacto de las tratativas de estos días? No lo sabremos, pero sí vendrán más capítulos que hay que seguir con atención.

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