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Actualizado el 4 de Noviembre de 2023

Más Estado en la preservación de nuestra fauna

Sabemos que nuestro país es extremadamente sensible al calentamiento global y que incluso podría ser uno de los territorios más afectados por esta condición.

La deforestación y la irrupción de industrias en entornos naturales son un grave problema al momento de preservar nuestra flora y fauna. AGENCIA UNO.
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Hace algunos días conmemoramos el Día de la Fauna Chilena, que fue celebrado por primera vez en 2014 gracias al impulso del Instituto Jane Goodall Chile. En sus 10 años de aniversario, este día congregó a cientos de familias en el Parquemet, con el objetivo de difundir la riqueza natural de nuestro país y así, entre todos, avanzar en preservarla.

Este tipo de actos, sin duda, van en la línea correcta: una mayor educación y divulgación en la comunidad siempre serán claves a la hora de proteger nuestros ecosistemas, pero no son las únicas acciones posibles, ni las más eficaces. Toda acción que persiga cambios sostenibles en el mediano y largo plazo debe ser acompañada por políticas públicas que vayan en la misma dirección pues, descansar en la buena voluntad de los y las ciudadanas, lamentablemente, no es suficiente.

Sabemos que nuestro país es extremadamente sensible al calentamiento global y que incluso podría ser uno de los territorios más afectados por esta condición. Una publicación de investigadores de la Universidad de Chile en la revista especializada Science of the Total Environment aseguraba en 2021 que el 43,6% de la vegetación nativa de Chile estaría en “alto riesgo” de desaparecer entre 2061 y
2080, en caso de mantenerse la emisión de gases de efecto invernadero en las tasas actuales. Algo que afectaría directamente a la fauna local.

La deforestación y la irrupción de industrias en entornos naturales son un grave problema al momento de preservar nuestra flora y fauna. Desde ahí nacen las luchas comunitarias de vecinos contra proyectos mineros en parques naturales y glaciares o contra concesiones acuícolas en reservas naturales. No podemos proteger nuestra biodiversidad y, a la vez, buscar el beneficio económico de la extracción de sus riquezas.

La acción humana en todo el mundo nos ha llevado a un escenario donde la protección de los ecosistemas ya no es un espacio que sólo ocupan los “ambientalistas”. De hecho, hace algunos días el PNUD publicó los resultados de su Encuesta sobre Percepción Social y Cambio Climático en Chile que revela, entre otros hallazgos, que un 94% de los consultados en el país considera que el cambio climático ya está ocurriendo, cifra que en 2020 (hace apenas 3 años) sólo llegaba al 66%.

Las inundaciones, huracanes, tifones, mega-incendios o las olas de calor extremo, entre tantos otros fenómenos que hemos visto en el último tiempo en distintas latitudes, no nos han dejado indiferentes, y la ciudadanía, en su gran mayoría, entiende que estos eventos meteorológicos son sólo el inicio de este desgarrador cambio y que lo peor está por venir.

Pese a que los encuestados por este estudio aseguran estar dispuestos a hacer “sacrificios” a nivel familiar o personal para enfrentar el cambio climático -como cuidar las áreas verdes, reducir su consumo o reducir el uso de plásticos o vehículos-, más de la mitad de los encuestados considera que es el gobierno quién debería liderar esta entrega de soluciones. Es clave mayor protagonismo en la materia para proteger los diversos ecosistemas, que son hogar de miles de especies y que entregan la principal arma para combatir los efectos del calentamiento global: la biodiversidad.

En el último tiempo han habido avances, como la promulgación de la Ley Marco sobre Cambio Climático en junio de 2022, pero no podemos conformarnos con una o dos normativas publicadas y descansar en los laureles. Se debe actuar con decisión en seguir regulando áreas que no cuentan con normativas actualizadas y fiscalizando el cumplimiento de la ley en todo el territorio nacional.

La tarea de defender y preservar este planeta (y a las especies que vivimos en él) no se detiene, y es la única forma de garantizar la existencia de los sietecolores (popularizados recientemente en su rol de FIU, la mascota de los Juegos Panamericanos de Santiago), los pingüinos rey o de los gatos andinos en los años venideros.

Es muy cierto que todos debemos ser parte del cambio pero, lamentablemente, hay roles y liderazgos que no se pueden ni deben postergar. Es hora que el Estado se ponga del lado del futuro y tome el rol que le corresponde en esta lucha por mantener la casa de todos.

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