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20 de Noviembre de 2023

El ReVelde!

Mas allá de entender que un economista salvaje como Milei propone un cambio, también se requiere de un psicólogo que pueda atender la frustración y la histeria de las masas. Es momento de pensar una verdadera revolución de ideas en paz.

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Guillermo Bilancio

Guillermo Bilancio es consultor de Alta Dirección.

“Ser socio de esta sociedad…te puede matar”. El grito anárquico de La Renga se hizo carne en la elección argentina de este domingo.

Casi una elección rabiosa, furiosa, contra un régimen que siempre se suponía revolucionario y que quedó como un conservador de los relatos setentistas del siglo XX.

Fin.

Ganó Milei. La gente prefirió el salto al vacío que una película de terror interminable, como un final de terror a un terror sin fin.

Por otra parte, ese salto al vacío implica que alguien creó ese vacío en una sociedad que, más allá de los discursos románticos o revolucionarios de libertad, exige progreso. Ese progreso que en un falso progresismo vendido como “pan amasado” en esta región, sirvió como cloroformo para dormir las intenciones de la gente.

¿Y ahora?

No hubo miedos. Más que miedos, hubo antióxido para aplicar a una clase política corrosiva. No hubo miedos en una nueva generación, si pensamos que el 50% del padron tiene menos de 40 años.

Para ellos no hay ni hubo al momento de votar, miedo a perder la democracia porque nacieron con ella.

No hay miedos ni a golpes de estado fantasmas, ni a rótulos de fachos o zurdos, sino que es la generación que sólo quiere que la democracia signifique progreso, algo que los gobiernos falsamente denominados progresistas no pudieron darle. Es mas, fueron el retraso.

Ahora, La Argentina debe aceptar que es tiempo de evolucionar para transformar, y para poder equilibrar el caos y el orden en una sociedad agrietada, oxidada, y que durante décadas vivió a la sombra de un modelo más prometedor que realizador, aunque una de las frases del último diseñador de La Argentina fue “mejor que decir es hacer, y mejor que prometer es realizar”. Basta de vivir en la zona de promesas.

Estuvo bien por casi 80 años, pero ya es tiempo de darse cuenta que hay que construir una fábrica de realidades y no una fábrica de pobres para sostener el poder.

Mas allá de entender que un economista salvaje como Milei propone un cambio, también se requiere de un psicólogo que pueda atender la frustración y la histeria de las masas. Es momento de pensar una verdadera revolución de ideas en paz.

Esta verdadera “paliza” electoral contra el peronismo (Algo inédito pero predecible dada la realidad del país), exige también el análisis de la evolución política futura.

¿Es el fin del peronismo como lo conocemos o simplemente es una lección que exige el replanteo de lo que otrora fue el partido revolucionario por excelencia?

¿Es el retorno al ruedo político de un partido liberal?

Son interrogantes, pero la situación exige pragmatismo.

Ahí se deberá poner a prueba el temple y la paciencia de la conducción. ¿Podrá Milei tener la capacidad para conducir políticamente la evolución?

Es demasiado pronto para responder esos interrogantes. Lo que cabe como conclusión es que el revolucionario fue conservador y que el cambio vino desde otro lugar.

No es izquierda ni derecha. Es adelante o atrás. Y en un país que todos suponen rico, hay un 50 % de pobres que esperan una luz.

Una luz que exige integración de ideas, acuerdos y voluntad para salir del vacío. Y que ese salto que significó el triunfo de Milei, sea hacia un espacio fructífero.

¿Vamos Argentina!

Bienvenida la evolución. Siempre Bienvenida

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