Redención, Nostalgia y Reconciliación
Enrique Morales es cientista político
Leyendo en paralelo “Bernard Shaw, Paul Ricoeur, and the Jesusian Dialectics of Redemptive Living” de Howard Ira Einsohn (2024) y “Nostalgia and Political Theory” de Lawrence Quill (2024) me surgieron una serie de pensamientos, interrogatorios internos y profundas reflexiones. Lo primero que noté fue la tensión entre una redención enmarcada en un acto futuro de resurrección versus la nostalgia como mirada al pasado, a la pertenencia perdida, al arraigo en un entorno ideal que hemos dejado atrás.
Ello no es menor si miramos los dilemas que aparecen tras reconocer la tensión; ¿Somos parte de una humanidad entregada a una ideología, a una comunidad política idealizada, a una solidaridad cerrada circunstancial? Si así fuera nuestros prójimos no son todos quienes nos rodean y nuestra prudencia y humildad se ven limitadas por lealtades, por sumisiones o por imaginaciones no inocuas. Nos veríamos entregados, siguiendo el texto de Howard Ira Einsohn, a una mirada ceñida a los contornos fariseos o del sanedrín en tiempos de Jesús. No habrían bondades que recoger de un samaritano ni un buen pastor conocedor de todo su rebaño. La superación de todos estos límites es lo que apertura la conjunción entre la serpiente y la paloma, entre la prudencia (similar a la phronesis aristotélica) y la humildad comprendida como el núcleo sin mancha, sin daño. El autor acertadamente equipara esta dupla, para efectos de equivalencia con nuestra contemporaneidad, con la dialéctica sabiduría – poder. Presenta creaturas opuestas, las recoge desde sus confrontados símbolos y rescata la síntesis del uso del sabio poder y de la autodefensa pacífica. La serpiente ilustrada es prudencia conocedora de la realidad y la paloma es existencia en paz con las diferencias, con los gentiles, con los no judíos.
Shaw y Ricoeur se encontraron con un siglo XX plagado de lealtades enemistadas y empujadas a la peor versión de la naturaleza y condición humanas. No expresaron sus principios y acciones desde el cristianismo sino desde una visión humana de Jesús, como pastor y prójimo, como un ser comprendido desde y por su existencia terrenal. En ello radica la doble dimensión de todo apostolado, de toda misión de autoridad horizontal; las palabras de Jesús estaban proyectadas al establecimiento de la misión y acción de ser guías y seres vulnerables, espirituales y mortales en busca de aquel equilibrio que encierra todo poder y toda sabiduría. La sabiduría sin poder no prospera, se encuentra impotente para llevar a cabo el bien y al mismo tiempo, todo poder sin sabiduría termina tejiendo objetivos ajenos y hostiles respecto a la prosecución del bien.
Tanto Shaw y Ricoeur recurrieron a la imaginación en un sentido terrenal trascendental, sentido que permitía transformar desde nuestras experiencias, desde nuestros cielos e infiernos. Ambos redentores buscaban superar las expresiones tristes de una humanidad autodestructiva y para ello Shaw recurrió a la dialéctica serpiente – paloma viendo en la primera la fuente de toda innovación, de todo cambio social y en la segunda el encuadre realista para no dejarse llevar por una utopía fantasiosa o dañina. De ahí que para Shaw debamos acudir a la imaginación realista para transformar y avanzar de manera viable y constructiva. En Ricoeur esa transformación requiere de la imaginación productiva y consciente de las bases de todo evangelio social. Toda redención y toda resurrección es de alguna forma vislumbrar una realidad desde su ausencia, es visualizar un futuro desde su anhelo.
La nostalgia parecería un opuesto, un vacío que impide reconciliar los tiempos, una suerte de melancolía anclada en el pasado. Se nos aparece como un sentimiento que petrifica, que no permite ser redimido, una mirada hacia atrás que arranca de las enseñanzas que se pueden sacar de todo presente. Eso parece a primera vista, una pertenencia (belonging) sin anhelo (longing), un presente sin futuro, una creencia en busca de sus prójimos. En la obra de Quill la nostalgia es vista como un pasado que anhela un nuevo futuro; no es una postura esencialista que busca comprender el presente desde un pasado idealizado, tampoco es un mero presente reflexivo que se adecua anhelando pertenencia. Para este autor la pertenencia, el arraigo, la conciencia de toda historia y su trayectoria perfectamente combina con un pasado que es fuente de narrativas, saberes y principios. Ello no impide los anhelos hacia el pasado y hacia el futuro, no impide las reconciliaciones con una historia redimida y prójimos reconciliados.
Estas letras finalizan recordando estos días sagrados, esta feliz culpa que nos invitó a ser redimidos y a nacer nuevamente. Ello ocurrió en una historia, en una realidad, dolorosa y gloriosa, en un contexto de profundo silencio e indiferencia respecto de diversos y vulnerables. El mismo silencio del siglo XX, la misma indescifrable oscuridad de nuestros tiempos. Ciertamente mis palabras superan los alcances de las obras citadas, de todas formas, esas mismas palabras hacen eco de lo planteado. Nuestros prójimos, nosotros incluidos, esperan ese renacer, el evangelio social que cruza toda realidad herida. Podemos imaginar, conciliar y avanzar hacia un futuro con conciencia, uno común, constructivo, cauto y pacifico.