Concurso de carisma: Kamala versus Trump
Más allá de las repercusiones políticas y electorales que pueda tener el reciente debate presidencial en Estados Unidos entre Donald Trump y Kamala Harris, lo cierto es que desde el punto de vista de los contenidos, fue decepcionante.
Patricio Gajardo es analista político.
Kamala Harris, candidata demócrata y vicepresidenta de Estados Unidos, se enfrentó en Filadelfia, al que va a ser el único debate entre los candidatos presidenciales para el 5 de noviembre.
Resultaba evidente que todos los ojos iban a estar puesto en Kamala, si consideramos que un 34% de los norteamericanos consideraban que sabían poco de ella, lo que pensaba o representaba, y Trump estaba corriendo su tercera carrera a la Casa Blanca…. Trump no era, ni podía ser ninguna novedad.
Kamala Harris consiguió su nominación recién en agosto, cuando las presiones para que Biden no continuara en la carrera presidencial aumentaron, debido a su frágil desempeño frente a Trump, reafirmando la duda de si estaba en condiciones de gobernar cuatro años.
Todos estos factores claramente los tuvo en cuenta Kamala. Ella no podía cometer ningún error, al contrario, si entregaba un mensaje debía ser solidez, no importando el contenido.
Su primera impronta, fue acercarse a Trump a saludarlo, cosa que no había hecho Biden. Era primera vez que se veían, tenía claro que si Trump se negaba a hacerlo, iba a ser su primer gran error y partiría ganando. Y si lo hacía, iba a revelar su aplomo. Ese era el mensaje que quiso transmitir desde el principio hasta el final.
Notable fue su mirada tranquila con la que observaba a Trump cuando éste hablaba en la que parecía no darle importancia al contenido del discurso de su contrincante; es lo mismo de siempre parecía decir.
Lo que había funcionado con una brillante Secretaria de Estado, como Hillary Clinton, quien dio una verdadera clase magistral en su debate el 2016, donde mencionó países que seguramente el ex presidente ni siquiera ubicaba en el mapa,.
Pero en ese momento Trump era el hombre común, que venía a recuperar los valores de los Estados Unidos profundos y construir un muro con México, recuperar el poderío económico de la industria de Estados Unidos, carcomidas por una competencia externa desigual, en especial con México y China, erradicar el multilateralismo que erosionaba los recursos de los norteamericanos financiando guerras en el extranjero, y a los países de la OTAN que preferían descansar en los hombros de Estados Unidos.
Más allá de las repercusiones políticas y electorales que pueda tener el reciente debate presidencial en Estados Unidos entre Donald Trump y Kamala Harris, lo cierto es que desde el punto de vista de los contenidos, fue decepcionante.
Ninguno de los candidatos entró de lleno en los temas fundamentales que afectan a los votantes norteamericanos y al resto del mundo, y el intercambio más bien pareció un concurso de personalidades. Y eso es lo que quería Kamala Harris, que se centraran en ella, a Trump todos lo conocen, sabe lo que piensa y lo que es y representa. Y en este concurso de simpatías, ella tenía todas las posibilidades de ganar y eso es lo que sucedió.
Ya en sus titulares, los principales diarios de Estados Unidos dieron cuenta de la mejor performance de la candidata demócrata. “Harris pone a la defensiva a Trump en un feroz debate”, fue el titular de The New York Times en su versión digital. “Harris dominó el acto casi desde el inicio. Ella puso el cebo. Él mordió el anzuelo. A contrapié, Trump se metió una y otra vez en callejones sin salida retóricos”, argumentaron.
Sin contenidos, la dureza y agresividad de Trump —aunque se haya visto relativamente controlado— se vieron contrastadas por la jovialidad y carisma de Harris.