Tolerancia cero a la chilena
No se trata de política, ni de derecha o izquierda: se trata de nosotros. Cualquier barrera ideológica que se opone a estas medidas es criminal. Criminal porque atenta contra nuestras vidas, nuestra integridad, de todo – poco o mucho – que tenemos.
Tomás Szasz es filósofo
Varios políticos hablan – y piden su aplicación en Chile – del histórico plan de Tolerancia Cero que se aplicó en la ciudad de Nueva York a finales del siglo pasado y logró en unos 15 años disminuir la criminalidad a un tercio. Pero el crimen organizado y del narco no mermó; sólo disminuyeron los robos, hurtos, pillajes, desórdenes causados por ebriedad, peleas callejeras y delitos sexuales. Copiar el entonces exitoso plan del famoso alcalde Giuliani según mi modesta opinión no sirve para nuestras calles de hoy, excepto quizás su nombre. No sólo sería extemporáneo sino abarcaría una fracción de crímenes que no son los que nos tienen en la actualidad aterrorizados de día y encerrados en nuestros domicilios una vez se haya puesto el sol.
Tal como, entre muchas otras personas, yo también vaticiné hace una par de años: las distintas variantes del crimen organizado ya se adueñaron de Santiago, Valparaíso y muchas ciudades en el Norte y Sur chileno. El narco es sin dudas el más significante y estructurado de ellos, el más internacional, el que más dinero mueve y rinde para sus carteles; y más florece porque sus clientes, las y los consumidores, son millones; si no, ¿cómo podría ser tan dominante? Las otras plagas fueron “importadas” en los últimos dos o tres años junto con la ola de millones de inmigrantes – la mayoría ilegales – de países centro- y sudamericanos: el secuestro, el sicariato, la extorsión por “protección” y el robo de vehículos con fines de comisión de delitos, contrabando principalmente a Bolivia, desarmado y venta de repuestos.
Chile en estos instantes se encuentra en la fase de distribución de territorios entre carteles, bandas y pandillas; distribución de algo ya conquistado. La lucha entre ellos causa que la mayoría de víctimas sea entre rivales, esa mayoría del “promedio” mentado por una ministra de Interior totalmente despistada; pero todas y todos nos exponemos no sólo a asesinatos “laterales” sino a portonazos, alunizajes, y otros atracos de una inusitada violencia y crueldad – fruto sin dudas a que sus perpetradores están bajo los efectos de drogas y vienen de lugares donde la piedad es una palabra desconocida – que socavan toda sensación de normalidad y nos llena de terror nocturno en casi todas, o diurno en varias comunas.
Es simple la deducción: ¡no se puede seguir más así! El Gobierno sólo se sumerge en vanas promesas y falsas afirmaciones de haber avanzado en el dominio del crimen. El Presidente está totalmente ausente hasta de la mención de la situación que de lejos nos preocupa más que cualquier otro problema; problemas que también se agravan cada día. Pero el predominante es sin duda el de seguridad. Y Gabriel Boric, cuán avestruz, esconde la cabeza en distintos eventos fuera del país o en insignificantes reuniones e inauguraciones en las regiones; si es que hizo algo, ese algo no se nos hace sentir: lo que sentimos es que cada día estamos peor, peor y peor.
Un drástico plan de TOLERANCIA CERO A LA CHILENA debe crearse en forma INMEDIATA – subrayo la palabra, pues actuar no es urgente sino ya casi tarde – entre los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial; Ministros, Diputados, Senadores, Policías, jueces, fiscales, Gendarmería y Fuerzas Armadas… Sin falta, sin la más mínima espera deben reunirse y concebir el plan. Plan que no será perfecto, que deberá modificarse en la medida de su aplicación, pero PLAN al fin de cuentas. Estos poderes NO DEBERÍAN DEDICARSE A OTRA COSA hoy, sino a esto. Todo lo demás está en segunda importancia según la inmensa mayoría de l@s que los hemos elegido, les pagamos sus sueldos, les confiamos – textualmente – nuestras vidas, nuestra integridad. De la seguridad no sólo dependen estas dos cosas sino, sencillamente, el futuro del país: su desarrollo, su bienestar, su democracia, lo venidero de nuestros descendientes, de Chile. Y ESO NOS ES EXAGERACIÓN sino la simple verdad.
Se deben implementar medidas que no pueden esperar:
- Toque de queda en las comunas más problemáticas
- Patrullaje de las fuerzas de orden reforzado por las Fuerzas Armadas
- Más poder de represión del crimen
- Infiltración de carteles, bandas y pandillas por inteligencia policial
- Implemento de última tecnología en detección, identificación y seguimiento
- Organización municipal y vecinal de los habitantes para redes de alarma e intervención
- Autorización de grupos privados de seguridad para empresas
- Patrullaje en supermercados, consultorios, hospitales y puntos vitales
- Instalación de centros de detención provisorios (p.e. en propiedades sin uso, adecuándolos) mientras se estimula la construcción de nuevas cárceles
- ESTÍMULOS ESPECIALES para voluntarios que postulen a las fuerzas de orden, capacitación, modernización de armamento y sistemas
No soy experto; sólo menciono lo que se le ocurre a un simple ciudadano que debería emplearse como mínimo; tenemos expertos – y si no son suficientes, podemos contratarlos en otros lados – para implementar detalles que a mí ni siquiera se me ocurren. PERO ESTO NO PUEDE ESPERAR NI UN DÍA MÁS.
Si el Presidente no se siente capacitado a dedicarse prioritariamente a ésto, debe designar alguien o a un grupo para hacerse cargo mientras dure su mandato. Si sus ministros y subsecretarios no tienen visión, capacidad o convicción, debe cambiarlos HOY – no mañana – por personas que sí tienen esos valores. No se trata de política, ni de derecha o izquierda: se trata de nosotros. Cualquier barrera ideológica que se opone a estas medidas es criminal. Criminal porque atenta contra nuestras vidas, nuestra integridad, de todo – poco o mucho – que tenemos. Tan criminal como los delitos enumerados que afectan a la población, pues el que calla, otorga; el que no hace nada, permite.