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Actualizado el 29 de Noviembre de 2024

Trágicas cifras

La falta de oportunidades, la bajísima prioridad que le ha dado el Gobierno a la infancia, la inseguridad imperante, y la necesidad de pertenencia propia de la adolescencia forman el escenario perfecto para que los niños y adolescentes se vean tentados por las bandas delictuales.

AGENCIA UNO/ARCHIVO.
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Constanza Schneider

Constanza Schneider

Investigadora de contenidos del Instituto Res Pública.

Es lamentable conocer que, en lo que llevamos de año, hay casi 50 niños asesinados con armas de fuego. Esta terrible estadística sin duda es reflejo de la crisis de (in)seguridad que vive Chile.

El aumento sostenido de la cifra tiene directa relación con el alza de la delincuencia y del fenómeno de las “balas locas”, como con el reclutamiento de menores de edad por bandas de crimen organizado. La falta de oportunidades, la bajísima prioridad que le ha dado el Gobierno a la infancia, la inseguridad imperante, y la necesidad de pertenencia propia de la adolescencia forman el escenario perfecto para que los niños y adolescentes se vean tentados por las bandas delictuales.

La facilidad con que las organizaciones criminales capturan a los jóvenes es muestra no solo de las crisis de educación y seguridad, sino también de la crisis moral de Chile.

Por eso es necesario impulsar, desde todas las instituciones responsables de la seguridad y otras instituciones públicas con énfasis en el cuidado de los jóvenes y niños, una estrategia coordinada en contra del fenómeno del narcotráfico.

Así, el Ministerio del Interior, el Ministerio Público, las policías y Fuerzas Armadas, la ANI, incluso Contraloría tienen un deber aunar esfuerzos en esta tarea. Por otro lado, el Ministerio de Educación, de
Cultura, Salud y Desarrollo Social, tienen otro tanto de responsabilidad en erradicar la influencia de la narcocultura, sobre todo al interior de las poblaciones más vulnerables.

De manera paralela, es importante políticas públicas que fortalezcan la familia y la sociedad civil, que actúa donde el Estado no quiere o no puede actuar, por ejemplo, ante la falta de Carabineros en poblaciones; y donde no debería entrometerse, como la educación al interior de cada familia.

Mientras en educación las prioridades del Gobierno sean reemplazar el CAE en lugar de entregar materiales escolares a tiempo y en seguridad prefiera crear un Ministerio de Seguridad, y agrandar el Estado, en lugar de tomar medidas efectivas para enfrentar la crisis que afecta a los chilenos, difícilmente podremos revertir estas trágicas cifras.

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