Australia y el Pacífico Sur
Australia desde hace un lustro ha empujado una transformación de su política exterior hacia el Pacífico Sur, que es interesante de observar por los hitos y herramientas que ha introducido.
En varias columnas he aludido a la competencia estratégica por la influencia en los estados y territorios insulares del Pacífico Sur, agrupados en el Foro de las Islas de Pacífico (PIF en sus siglas en inglés). A modo de breve reseña recordatoria, estos archipiélagos desparramados en una vasta extensión oceánica, durante mucho tiempo fueron naciones y territorios de segundo orden, con muy baja población y escasos recursos, y sin incidencia prácticamente en la agenda internacional. Pero, por una serie de factores que van desde el cambio climático hasta la competencia geopolítica, en poco menos de una década estos territorios han saltado a la palestra, ocupando un lugar importante en la agenda de las grandes potencias y en la región del Indo Pacífico.
Las razones de este interés son económicas y de seguridad. Respecto de lo primero, son los recursos que contienen sus extensas zonas económicas exclusivas y plataforma continental, tanto vivos como minerales. En el lecho marino de estos archipiélagos hay probadas enormes reservas de nodos polimetálicos, cruciales para la transición energética y que cuando se acceda a su explotación (lo que es cada vez más inminente), cambiará sin duda la condición económica de estos microestados y dominios. Solo para tener un orden de magnitud de las áreas marítimas, la zona económica exclusiva de los territorios de ultramar que Francia tiene en el Pacífico Sur suma casi 6,5 millones de km2 frente a los 350 mil km2 de la misma área en la metrópoli.
En materia de seguridad, están las rutas navieras y también la construcción de facilidades para uso o posible destino militar en la competencia entre China y Estados Unidos. En caso de un conflicto entre ambas potencias, el escenario principal será precisamente el océano y sus islas. Por eso si China dominara estos archipiélagos no solo podría expulsar militarmente a Estados Unidos de la región, también podría impedir su regreso. Por el lado estadounidense mantener el control de estos archipiélagos, junto con darle mayor profundidad estratégica para hacer frente a las fuerzas chinas, le permitirá no verse separado de sus aliados e incrementa sus posibilidades de hacer un bloqueo efectivo a su adversario.
La lógica de la seguridad también ha permeado a Australia y Nueva Zelandia, tradicionales “hermanos mayores” del Foro de las Islas del Pacífico y que han visto con preocupación como desde hace algunos años la diplomacia china ha estado muy activa celebrando acuerdos con varios estados insulares y desarrollando proyectos de infraestructura, además de incorporar vínculos de cooperación en materia policial y de defensa como fue el caso con las Islas Salomón en 2022.
En ese contexto, Australia desde hace un lustro ha empujado una transformación de su política exterior hacia el Pacífico Sur, que es interesante de observar por los hitos y herramientas que ha introducido. Entre estos podemos destacar los siguientes:
En el 2018 Australia adoptó una Declaración sobre Seguridad Regional que abraza un concepto amplio que incluye la dimensión humana, ciber y ambiental.
A partir de esa declaración, en el 2019, el gobierno australiano creó la Oficina para el Pacífico para implementar y coordinar las políticas adoptadas en la región, articulando a todas las agencias. Esta oficina cuenta con más de 300 empleados.
Adicionalmente, Australia abrió embajadas, consulados y otras oficinas gubernamentales en todos los territorios insulares, siendo el único país que tiene presencia en cada uno de ellos. De la mano de este esfuerzo, se constituyeron dos fondos para sostener diversos proyectos e iniciativas. El año pasado el gobierno aprobó un fondo de AU$1,4 billones para un período de cuatro años destinado a cooperación en materia de seguridad. También durante este año el gobierno aumentó el fondo para proyectos de infraestructura en el Pacífico a AU$4 billones.
Como parte de la priorización de la región en la política exterior australiana, durante este año su gobierno ha suscrito 3 acuerdos con igual número de países. El primero fue firmado en mayo, con Tuvalu. Mediante este instrumento, Australia proporcionó AU$113 millones para diversos proyectos, principalmente el tendido submarino de un cable de telecomunicaciones y obras de adaptación al cambio climático. Este acuerdo siguió al tratado de Falepili entre ambos países en noviembre del 2022, mediante el cual Australia garantiza la seguridad de Tuvalu y tiene la posibilidad de pronunciarse sobre sus vínculos en la materia con otros países. Obliga también a Australia, en caso de ser requerida, a proporcionar asistencia en catástrofes naturales, crisis sanitarias o en la eventualidad de un ataque por un tercer estado. Dicho tratado también concedió una visa especial para permitir anualmente a 300 tuvalenses a trabajar y estudiar en Australia.
Este mes Canberra anunció que acordó con Nauru proporcionar a dicha nación AU$140 millones por 5 años, AU$100 millones de los cuales serán usados para reforzar su presupuesto especialmente en salud y educación y el saldo será para la policía y defensa. Como en el acuerdo con Tuvalu, el gobierno de Nauru necesitará el visto bueno de Australia para trabajar con otros países en materia de seguridad e infraestructura crítica, así como telecomunicaciones y finanzas.
También en este mes Australia suscribió otro acuerdo, esta vez con Papúa Nueva Guinea (PNG). Acá es donde entran elementos más novedosos en materia de política exterior porque el trato incluye la incorporación de Papúa Nueva Guinea a la Liga Australiana de Rugby, para lo cual se destinará un fondo de AU$600 millones para un lapso de 10 años para formar un equipo competitivo y expandir el juego en el país.
Este deporte es muy apreciado en PNG y su desarrollo, según su propio primer ministro, será una poderosa herramienta para contribuir a la unidad nacional, en un país con 12 millones de habitantes, 830 idiomas y 1000 tribus
Ambos países suscribieron también un segundo acuerdo cuyos detalles están por conocerse, pero que consagran a Australia como el principal aliado en materia de seguridad de PNG. Este instrumento, al igual que los anteriores, incluiría la facultad de veto de Australia en ciertas áreas de la política exterior y de defensa de la contraparte, sumando la posibilidad de suspender su ayuda financiera.
Los acuerdos descritos entre Australia y estas 3 naciones del Pacífico Sur dejan en evidencia la estrategia de este país que se funda en combinar el poder duro con el blando. El propósito de estos es abordar el conjunto de los problemas y necesidades de las contrapartes en una perspectiva de largo plazo, resguardando la seguridad australiana en el Pacífico Sur.
Estos esfuerzos seguramente tendrán más importancia en los años venideros porque es probable que con el advenimiento de Trump, este privilegie la dimensión comercial y se concentre en los actores principales de la región, dejando por tanto el espacio (y la responsabilidad principal) a Australia para contrarrestar la diplomacia china en esta parte del mundo.
Chile debiera tomar nota de cómo se adapta una política exterior regional, considerando que también debe poner al día su estrategia y objetivos en el Indo Pacífico.