A 70 días de la explosión del INBA
Era el miércoles 23 de octubre, cuando una explosión ocurrió en uno de los baños del INBA mientras los estudiantes se preparaban para salir a una manifestación en la vía pública.
A más de 70 días de ocurrido el incendio en el Internado Nacional Barros Arana (INBA), en el que 35 estudiantes resultaron quemados luego de que explotara una bomba molotov que -según la versión preliminar- estaban manipulando en el baño del recinto, hay cinco alumnos que aún permanecen internados y que recibieron el 2025 en diferentes hospitales de Santiago.
Era el miércoles 23 de octubre, cuando una explosión ocurrió en uno de los baños del INBA mientras los estudiantes se preparaban para salir a una manifestación en la vía pública.
En las redes sociales se viralizaron imágenes de escolares corriendo en llamas, mientras algunos compañeros intentaban apagarlas sin éxito y ésta se volvían a encender. Un pasillo oscuro con fuego parecía marcar la entrada a un infierno de llamas y gritos desesperados de compañeros, que llamaban a quienes estaban atrapados, y no habían podido escapar a la violenta explosión. El hecho dejó más de 30 lesionados, donde cuatro resultaron con riesgo vital
Hace poco se reveló que la rectora María Alejandra Benavides, según comentaron en reserva algunos profesores, el día del incidente estaba fuera de sí. Que se quejaba gritando en todo momento, preguntando quién había dejado salir a los profesores, reiterando una y otra vez que había que “traer de vuelta” a los alumnos que los trabajadores del internado comenzaron a llevar a recintos de salud debido a sus heridas. “Sacaron a niños quemados y ella se enojó. No quería que nadie saliera del colegio”, contó una profesora, a pesar de que algunos docentes sacaron en sus autos a los alumnos rumbo a centros asistenciales
Las declaraciones de la rectora, luego de haberse tranquilizado, fueron de una banalidad única, al señalar: “Nos hacemos cargo de lo que ocurrió, pero es un hecho aislado de una comunidad que ha reencontrado el diálogo”.
Sobre lo sucedido, Rodrigo Roco, director de Educación de Santiago, le bajó el perfil y dijo que “no tienen que ver con demandas ni petitorios estudiantiles. Estos hechos de violencia no tienen un propósito. Son simplemente expresiones juveniles, expresiones de mirada antisistema”.
¿Vale preguntarse entonces, el diálogo, con quién o con quiénes sería y con qué fin, considerando cierto el diagnóstico de Roco “que son expresiones juveniles, antisistema y que no obedecen a ningún petitorio”?
Mario Desbordes, el actual alcalde, en conversación con Mega, recordó las palabras de la directora del recinto, María Alejandra Benavides, quien dijo a la prensa que lo ocurrido era un hecho aislado. Ante ello, señaló que “la voy a cambiar, la voy a cambiar sí o sí, no puede seguir una persona a cargo de un establecimiento educacional, que nos sale con semejante frase”.
La fiscal Macarena Cañas detalló que en “el sitio del suceso al interior del baño donde se produjo la explosión, se evidencia, distintos elementos que son habituales de la confección de bombas molotov.
Las indagatorias también incluyen las declaraciones de tres profesores del INBA, quienes bajo reserva de identidad testificaron ante la Fiscalía sobre los hechos ocurridos el 23 de octubre”.
Algo que sí se mantiene en suspenso es por qué las rejas del establecimiento educacional se mantenían cerradas, pese a la situación de emergencia que ocurría esa tarde de miércoles.
Según las investigaciones preliminares, en el recinto se habrían encontrado grandes cantidades de material acelerante, lo que refuerza las sospechas de que existía una fábrica de bombas molotov dentro del establecimiento.
Este episodio no sólo reaviva las críticas por la gestión de la violencia en los colegios, sino que también pone en cuestión el manejo de las autoridades frente a una situación que se ha vuelto habitual en instituciones educativas que, otrora, eran modelos de excelencia académica.