“Surge la Idea”, por Libertad Gaco
Soy una mujer, dentro de todo, común y corriente. 28 años, soltera pero pololeando hace casi dos años, seudoindependiente, vivo en un departamento en Las Condes junto a mis dos gato-hijos, periodista con pega recién estable (la verdad son dos; una por la mañana y otra por la tarde) y a días de comenzar un magíster.
Soy una mujer, dentro de todo, común y corriente. 28 años, soltera pero pololeando hace casi dos años, seudoindependiente, vivo en un departamento en Las Condes junto a mis dos gato-hijos, periodista con pega recién estable (la verdad son dos; una por la mañana y otra por la tarde) y a días de comenzar un magíster.
Nunca he sido activista en nada, aunque he pululado en varias cosas. Siempre he tendido a defender las causas de minorías así como también a apasionarme para sacar la voz por lo que creo injusto. Pero formalmente, nada.
La cosa es la siguiente; hace un par de fines de semanas estaba leyendo un suplemento dominical sobre un documental que hablaba de la matanza de delfines. El entrevistado reflexionaba sobre el calentamiento global, la destrucción del medio ambiente, y el rol de las organizaciones, entre otros. Acto seguido, le dije a mi pareja que bajara el documental en cuestión y lo viéramos.
Sin querer ser dramática, lo cierto es que lloré a moco tendido de impotencia, rabia y profunda pena al ver el documental y por un buen rato, después de que ya había terminado. Mi pareja, entre risas y con su característica frialdad, intentó decirme que entonces me inscribiera en la página o que no llorara por cosas que siempre han sido así… Yo, más enrabiada aún por su indolencia, pensaba en qué podía hacer alguien como yo para que el sentimiento de injusticia se expandiera y nos volviéramos justicieros –sí, estaba en un estado súper apasionado-.
Comencé por decirle a todos mis conocidos que era un MUST ver el documental y que si decían quererme, lo tenía que sí o sí. Y hoy, se me iluminó la ampolleta y decidí lanzarme a algo más concreto, al proyecto llamado: “la idea”.
No es quizás la más brillante, la peor ni la mejor de las ideas, pero de seguro que en primera persona y “vivenciándola”, podré sacarle más provecho para intentar difundir esta preocupación por nuestro planeta.
La propuesta es la siguiente: me comprometo a ir haciendo cambios en mi vida diaria, mi vida común y corriente, que tengan estrecha relación con el cuidado del medio ambiente. A la vez, iré compartiendo los antes y los después de estos procesos.
Por ejemplo, el tema del reciclaje, el ahorro del agua, el dejar el auto en la casa y andar en bicicleta, parar de comer ciertos alimentos, realizar alguna actividad en pos del medio ambiente, etc. Pero que no quede sólo en la experiencia. Quiero compartir públicamente lo que va pasando. O sea, si me pongo a andar en bici por un mes, comentaré cuánto ahorré en bencina, cuánto bajé de peso (sí, hasta
mi peso estoy dispuesta a dar), cómo son las ciclovías…
Como no estoy muy instruida en muchas de estas cosas, parte de “la idea” es recibir el feedback, sugerencias, comentarios y desafíos de ustedes, los lectores. Así, me convertiré en sus ojos y cuerpo, durante un tiempo, para generar datos prácticos de cómo cuidar nuestro entorno.
Una ciudadana común, una conejillo de indias, una periodista en primera persona, una columnista más para un público común que quiere dar un giro a la forma en que vivimos en el planeta Tierra. Entonces, estimados lectores, tenemos una semana para cranear el primer desafío. Yo tengo algunos en mente, pero la idea es que me encarguen a mi lo que a ustedes les ha dado lata, no han querido, o no han tenido el tiempo de hacer. La preocupación está instalada, el debate, abierto… ¿con qué nos lanzamos esta semana?
Libertad Gaco tiene casi 29 años, es madre de dos gatos, periodista de profesión, y comunicadora por vocación. Curiosa por esencia y apasionada por las causas que cree nobles, ha decidido experimentar en primera persona lo que es vivir en conciencia con el medio ambiente. |