"Sería un honor", por Santiago Maco
“Cariño, han inaugurado un monumento gay. Te copio el link”, me escribe Manolo. Últimamente, mi marido se ha vuelto muy activista y suele mandarme noticias homosexuales. Qué bien. Una nueva ciudad rinde honores a sus maricones.
“Cariño, han inaugurado un monumento gay. Te copio el link”, me escribe Manolo. Últimamente, mi marido se ha vuelto muy activista y suele mandarme noticias homosexuales. Qué bien. Una nueva ciudad rinde honores a sus maricones.
Hace un par de días, en el Parc de la Ciutadella en Barcelona se inauguró un monolito triangular que recuerda el símbolo con que los nazis marcaban a los homosexuales durante el exterminio del siglo pasado. “Lo bonito es que lo han decorado con un ribete fucsia y lleva una inscripción”.
Puedo sentir los dedos eufóricos de Manuel mientras redactaba este mail. Dice: “En memoria de los gays, las lesbianas y las personas transexuales que han sufrido persecución y represión a lo largo de la historia. Barcelona, 2011”.
Memoriales como éste hay varios en el mundo: en San Francisco, Berlín, Sídney, Boloña y más, incluso en Montevideo. “Yo también quiero uno, Manuel”, le respondo. De Barcelona se puede esperar. Como no, en una ciudad que tiene una mega iglesia con frutillas en las torres y que al frente ostenta una zona de cruising enorme. Pero de Santiago, lo dudo. Hasta ahora no sé de ningún monumento dedicado a las locas locales. Los políticos chilenos deberían ponerse a la altura de las circunstancias. Pero aquí todavía estamos en la etapa del gay parade con las cuatro pelagatas con peluca. De cemento, metal o cualquier cosa durable, ni hablar.
Pero, ¿qué clase de monumento se instalaría acá? El triángulo es lo clásico, habría que buscar algo más autóctono. Podría ser un indio pícaro musculoso y con el pelo con gel. Una escultura interactiva que permita levantar al indio que esconde un pene, pero con condón, claro. Algo con mensaje. Es más, debería ser una parejita de indios pícaros, cosa de no dejar afuera a nuestras hermanas lesbianas. Él, musculoso, y ella, bien camiona, onda rapada.
¿Y dónde ponerlas? Lo más justo sería en Bellavista. Si finalmente hubieran colocado la gigantesca estatua de Juan Pablo II que pensaban instalar en Pío Nono frente a la Universidad de Chile, el lugar hubiera sido ideal. Los tres juntos: el papa, el indio gay y la india torta custodiando a los borrachos del sector. Un verdadero aporte al barrio como escondite para hacer pipí.
Lo otro, podría ser colocar un armario de dimensiones gigantescas. Claro, que esa obra la instalaría en El Golf, en el nuevo paseo escultórico que puso el municipio en calle La Pastora. Un clóset con las puertas semiabiertas, cosa de salir y entrar a gusto. Estoy, no estoy. Soy gay… pero no.
A esta altura me conformo con algo simple. Por ejemplo, una suerte de Paseo de la Fama hollywoodense en la vereda poniente del Parque Bustamante, que es donde hoy se instalan los travestis y transexuales en la capital. Una estrella por cada prostituta. “Juan Martínez, alias Roxana Taylor, operada en 1999”. “Penélope Ruiz, ecuatoriana, casado y arrepentido”. Sería divino. Y una excelente manera de marcarles el territorio para que no se peleen por las esquinas. Dos pájaros de un solo tiro.
Hay un problema: ¿qué político iría a cortar la cinta tricolor? Mmmmm… ¿Meo? ¿Pero dónde está Meo? En fin. Habría que buscar algún humanista, no sé. En Barcelona, los había de todos los colores para la inauguración. Excepto del PP, por supuesto. Veo difícil que aquí venga alguno de la Alianza. Quizás la Belén Hidalgo, porque ella tiene muchos amigos maquilladores y peluqueros. La verdad, sería un honor tener al gobierno.
Santiago Maco es un publicista gay de 30 años, trabaja en Santiago en una de las agencias más importantes del mundo. Fue a un colegio católico/británico y durante dos años vivió en Italia, mientras estudiaba arte. No deja de ser conservador: ha tenido sólo dos relaciones largas en su vida y ahora lleva cinco años de noviazgo con Manuel, un catalán. |