"Demasiado gore", por Santiago Maco
“Lleva puesto un maxivestido blanco con la cintura bien alta”, me explica mi marido que, cuando ve un modelito que le gusta, se emociona mucho y no para de hablar. Es cierto. El ruedo de la falda casi le cubre los zapatos, una silueta súper moderna que ya lleva un rato en las revistas y blogs de moda.
“Lleva puesto un maxivestido
blanco con la cintura bien alta”, me explica mi marido que,
cuando ve un modelito que le gusta, se emociona mucho y no para de
hablar. Es cierto. El ruedo de la falda casi le cubre los zapatos,
una silueta súper moderna que ya lleva un rato en las revistas y
blogs de moda.
“Todo esto, con una capita roja con
el cuello y los bordes de piel”, continúa Manuel. “Debe ser de
chinchilla”, le digo. Después de una temporada de uso hay que
botarla, porque la piel es tan suave que se aplasta y se ve horrible.
Además, tiene puesta una estola divina, con bordados hechos a mano
con una factura que sólo las costureras italianas saben lograr. El
look del Papa para el Vía Crucis 2011 no puede más. Se ve
increíble. Inspirador.
Así que yo también me dejo llevar
por el frenesí de pascua que, este año, es intenso. “Para
conmemorar la fecha, me voy a peinar como romano, con el pelo hacia
adelante”, le digo a mi marido, mientras nos arreglamos para ir
a almorzar a la casa de mis amigos recién casados que se van a vivir
a China. Es una de las tantas despedidas, en este caso, con la
familia de la novia. “Tenemos que pasar a comprar una botella de
vino”, dice Manuel.
La sensación es similar a la de los
días posteriores al terremoto del año pasado, cuando en Santiago
cundió el pánico y la gente se volvió loca llenando carros para
prevenirse de un desabastecimiento que jamás ocurrió. Este
saqueo de clase acomodada se vuelve a repetir -en menor escala, por
supuesto-, y con otra gama de productos. En lugar de galones de agua,
la gente acapara el vino. Sobre todo blanco, por esto de no comer
carne. Semana Santa es una fiesta ideal para una sociedad como la
nuestra, que no celebra carnaval, pero que sí es buena para este
tipo de eventos dionisíacos disfrazados de austeridad.
“¿Qué está pasando, amor?”.
“Nada, nada. Al igual que nosotros, ellos no fueron durante la
semana a comprar y ahora tienen miedo de que se acaben los mariscos,
los pescados y el vino. Eso pasa”, le explico a Manolo, al
mismo tiempo que trato de sacar una botella de la estantería. Es la
locura, la ley del más fuerte, como gladiadores en la arena de
Capua.
Y la sicosis se pega, porque
desesperado agarro tres botellas de lo primero que pillo asustado de
que en cinco minutos se acaben. “Manuel, hay una señora con una
montaña de machas en el carro que se está llevando todo el champán.
¡Corre!”. Como si ésta fuera literalmente la Última Cena.
“Tranquilízate, Santiago, la pobre mujer quizás tiene una
fiesta en su casa”. Manolo, siempre sensato.
Llegamos al almuerzo y los novios
viajeros apenas pueden estar en pie. Salieron la noche anterior y, a
falta de un lugar abierto la víspera del feriado, fueron a tres
distintos y se acostaron hace apenas un par de horas. “Semana
Santa se pone cada vez más cool”, le digo a la novia que no
quiere tomar vino porque todavía corre alcohol en sus venas. Pero
es cierto, este fin de semana llueven las fiestas, como en Año
Nuevo: hay de máscaras, de conejos, de huevitos, gays y héteros.
Mientras comemos lasaña de mariscos,
discutimos sobre la costumbre de no comer carne. Es un tema
infaltable en todas las mesas de Viernes Santo. “Se trata del
sacrificio”. “Antes, se ayunaba
durante los tres días”. “El
sentido de todo esto está desvirtuado”. Bla, bla, bla. Si se
trata de ser descarado, mejor hacerlo con la frente en alto. “Como
están con caña, amigos, esta noche podríamos ver películas. Hoy
dan la Pasión de Cristo, con Mónica Bellucci de María
Magdalena y con la hija lesbiana de Calentano interpretando al
diablo. Aparece pelada y se ve increíble. ¿Les tinca?”. Dicen
que no. Es demasiado gore.
Santiago Maco es un publicista gay de 30 años, trabaja en Santiago en una de las agencias más importantes del mundo. Fue a un colegio católico/británico y durante dos años vivió en Italia, mientras estudiaba arte. No deja de ser conservador: ha tenido sólo dos relaciones largas en su vida y ahora lleva cinco años de noviazgo con Manuel, un catalán. |