"Conspiranoia", por Francisco Ortega
Nos invadieron y no nos dimos cuenta. Ayer la NASA convocó a una masiva conferencia de prensa, anticipada dos días a través de comunicados de prensa (realy virtual) que aseguraban que se trataba de un asunto clave en la búsqueda de vida inteligente fuera de la Tierra.
Nos invadieron y no nos dimos cuenta. Ayer la NASA convocó a una masiva conferencia de prensa, anticipada dos días a través de comunicados de prensa (realy virtual) que aseguraban que se trataba de un asunto clave en la búsqueda de vida inteligente fuera de la Tierra.
Claro, el entusiasmo entre el público fue inmediato,a pesar de que el lead lo decía bien claro “vida”, nada de “vida inteligente”; en palabras simples no Hollywood, no Spielberg y no J.J. Abrams. Y pasó lo que tenía que pasar, no hubo militares alrededor de los científicos, ni señales en el cielo, ni enanos grises de ojos almendrados, ni algo que fuera a cambiar radicalmente la historia de la humanidad.
Vale, para el mundo de la ciencia fue un evento cero, pero no digamos que se trató del gran hito de la temporada. Bacterias que viven del arsénico encontradas en un lago de California, es decir seres vivos que pueden existir en condiciones muy distintas a las de nuestro mundo, detalle que cambia la lógica en la búsqueda científica (no ufológica) de vida extraterrestre. Bonito, ¡pero dónde están los efectos especiales!
“Ni siquiera se parece al Sr. Spock”, decía un niño en el primer capítulo de V. Invasión Extraterrestre, esa serie de los 80, de los marcianos reptiles, que acá emitió canal 7 durante la época dura. ¡Bingo!, lo de la NASA ni siquiera era extraterrestre, ¿demasiadas luces para tan poca fiesta o punta del iceberg para algo mucho más complejo; y por qué no decirlo, más siniestro?
Sucede, jugar a la teoría de la conspiración es relativamente fácil, creer que hay una verdad más allá de la que nos dicen viene impreso en nuestro ADN, de hecho uno puede inventar su propio gobierno invisible partiendo de cualquier excusa; sólo pensemos en los mineros y Piñera: ¿Tenemos reales pruebas de que en verdad estaban a 700 metros bajo tierra? ¿Cuál es ese secreto que guardan los 33 y que los poderosos no quieren que sea revelado? ¿Y si realmente fueron 35 los enterrados, dónde están los otros dos?, etc y etc.
Juegue, se pasa bien, en serio. Y si hay padres de las conspiraciones esos son los gringos; que helicópteros negros, que hombres también de negro, que Club Bilderberg, que Skull & Bones, que mensajes masónicos y siniestros impresos en la arquitectura de Washington y en las letras de Lady GaGa (es en serio, existe esa teoría). ¿Quién mató a JFK, a Marilyn y jodió a Nixon? ¿Disney y el nazismo? ¿Elvis se fue a Marte? ¿Esta vivo Hitler en el sur de Chile? ¿Fue realmente a la Luna la misión Apollo? Con tal pastel de crema y chocolate no es tan raro que Dan Brown sea multimillonario.
Desde mediados del siglo XX, la cultura pop norteamericana ha hecho de la conspiranoia una religión popular, no sé si más grande que el propio cristianismo, pero sí harto más entretenida. Y encima de todo aparece el asunto, o la agenda (como dicen los fanáticos) extraterrestre, que no debe mirarse tan a la ligera.
Comencemos, en 1985, Reagan dijo ante la ONU que la única manera de salvar las diferencias entre su país y la URSS era enfrentando un enemigo común y que ese supuesto enemigo común no era otra cosa que una fuerza extraterrestre hostil. ¿Broma? Como fuera, un mes después Gorvachov le respondió en Ginebra si acaso ya no había una fuerza alienígena infiltrada en la Tierra. Quedó la escoba.
Las librerías se coparon de textos acerca del ocultamiento extraterrestre, que el caso Roswell, que comités secretos de la CIA y el FBI, que la guerra fría habría sido una gran tapadera, que Área-51, que grises y Hangar 18; resumiendo, un distractor perfecto para los cagazos de la administración Reagan o los cambios que se avecinaban al otro lado de la Cortina de Hierro.
Más de un analista teorizó acerca de por qué Nixon no inventó marcianos para distraer la atención pública y de la prensa durante el escándalo Watergate, probablemente el asunto igual hubiese salido a la luz, pero en una de esas sin las consecuencias que todos conocemos, mal que mal al gran jurado le importa harto más la vida fuera de este planeta que dentro del mismo.
Así no es postre, sino plato de fondo que lo de la NASA saliera tres días después de la filtración de WikiLeaks, quizás tantos Archivos X y Lost nos llevan a creer demasiado en eso de que “la verdad está afuera”, pero puede ser, en este mundo negro todo puede pasar, más cuando se necesita que las personas de la calle: usted, yo, ellos, miremos un ratito para otro lado.
¿No? De seguro ha oído hablar del caso Roswell, el supuesto Ovni estrellado en Nuevo México en 1947 y del cual se recuperaron cadáveres de cuatro pequeños seres humanoides. Sabía usted que no fue un Ovni, sino un bombardero Northrop YB-49 Flying Wing que era parte de un programa secreto de aviones piloteados por cadetes para ver si en caso de guerra, niños entrenados eran capaces de operar bombarderos estratégicos (que vuelan muy alto, fuera del alcance de otras armas y básicamente tiran su carga y regresan a casa sanos y salvos).
Bueno la nave se vino a tierra con sus cuatro pilotos de 12 años que murieron calcinados entre fierros y latas. Allá, aquí y en la quebra´del ají, política, militar y moralmente es mucho más sano inventar alienígenas que reconocer que se experimentó con menores. ¿Si usted estuviera en el poder, no lo haría? Mejor no se responda, se está mintiendo, de eso precisamente se trata este juego.
La tapadera es gratis, los aliens están ahí, son utilitarios y gratis, vea sus rankings cuando aparecen en los noticiarios. Hasta Pinochet les sacó partido, se acuerda del Cabo Valdés y del Cometa Halley o el vidente de Villa Alemana, nuestro gran extraterrestre/terrestre. Como dicen por ahí, no sabemos si hay que creer en todo, pero al menos en estos temas es divertido hacerlo. Hacen que el día a día sea más entretenido. O más siniestro, depende del prisma con que se vea. Nos invadieron, hace rato que están entre nosotros. Y no vienen de Marte.
Francisco Ortega es periodista, escritor y guionista. Trabaja de editor de no ficción, asesor de contenidos, colaborador de revistas como Rolling Stone y VIVE y guionista para varias productoras y canales. Es autor de dos novelas y cuentos seleccionadas en diversas antologías. Acaba de publicar el “libro colectivo” CHIL3 y para el 2011 anuncia dos novelas gráficas. Existe en blogger como www.fortegaverso.cl.