“Entregar `La Flor`”, por Andrea Silva

Se
casa mi hermana menor, la Claudita y hoy es su despedida de soltera.

Llego
al departamento de la  Lupe, la mejor
amiga de mi hermana, estoy rodeada de penes. Lámpara con ampolleta fálica,
servilletas con motivos fálicos, serpentinas arregladas fálicamente, pero lo
más impactante es una súper mega fálica torta de galleta molida coronada con
una mega explosión de leche condensada. Por lo menos yo, no pienso comerla.

En el
medio del living hay un caño. La Lupe nos pide silencio para dar inicio a la
actividad que consiste en enseñarle a la novia una coreografía en el “falo
mayor”, deduzco que está hablando del caño.

-¡Todas
tendremos que ser profesoras de la Claudita. Comenzará la que se haya tirado
menos hombres y finalizará la con más hombres en su historial!

Las
chicas gritan,” ¡La Sandra es la maestra!”, “¡No, la
Cristina!”, “¡Yo duplico a la Cristina”, grita la Coni.

Lupe,
con su cintillo de pene, que para mi gusto se mueve demasiado, reparte hojas y
lápices para escribir “la lista”.

¡¿La
lista?! Me quiero ir a mi casa. ¿Por qué estoy aquí?, bueno, porque es mi
hermana y es su despedida de soltera y son sus amigas las organizadoras. Pero,
de qué están hablando, ¿de un deporte?, 
¿tirar, de tiro al blanco?, ¿tirar, de tirar el poto a la chuña?. La
niña que está a mi lado ya va escribiendo el nombre del décimo. La del otro
lado va en el trece. ¿En que minuto se
acostaron con tantos? ¿Nadie les dijo que había que cuidar la flor? ¿Que la
flor se puede marchitar? ¿Que la flor no se le entrega a cualquiera?

No
quiero empezar yo con la coreografía, me da vergüenza, pero más vergüenza me da
mi ausencia de lista. ¿Por qué le compré a mi abuela la teoría de la flor? ¡Flor ni que nada! Sólo he estado con Pedro mientras ellas han vitrineado como
enfermas. ¿Qué será más saludable?

 La
Lupe pide las listas y empieza a leer

-¡Doce
la Carla!

Gritos
y vítores.

–
¡Ocho la Pamela!

Más
gritos.

–
¡Dieciséis la Sofia!

Grande
Sofía, aplauden.

– ¿Y
esta flor, qué significa?, muestra el papel a todas las chicas.

Recuerdo
a mi sicóloga y me pongo de pie empoderada.

–Esa
flor, es MI FLOR, mi flor sin lista, porque sólo he estado con Pedro.

Silencio.
Sigo.

-Pero
eso no significa que no pueda dar una clase magistral de baile del caño,
perdón, de “falo mayor”.

Me
suelto el pelo y aplico toda mi destreza aprendida en las trepas del colegio.
Saco aplauso y al terminar la noche, en reconocimiento a mi performance me
regalan la súper mega fálica torta de galleta molida.

Llego
a la casa y me siento en la cocina, la torta en frente, sonrío, suspiro, pienso
en Pedro, en los niños durmiendo, en el caño, en mi hermana, en sus amigas, en
la vida, el sexo, la “flor”,… Ups, me comí la súper mega fálica de
galleta molida (con explosión de leche condensada incluida).

A falta de penes buenas son las
tortas.

Andrea Silva es chilena, bilingüe, casada, con hijos, profesional sin pega estable, con ahorros, un poco católica, sobrepasada, sobreexigida, adicta a la sicóloga y al dulce. Con mañanas horrendas, pero con tardes lindas.