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17 de Julio de 2011

“La Celeste arruina la Copa a Argentina en un duelo inolvidable”, por Juan Sharpe

"Fue la clase de partido que demuestra por qué la Copa América es la competición más dura del mundo. Una es porque participa Uruguay".

Por Juan Sharpe
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En un partido que enaltece el fútbol sudamericano, con los ingredientes de un clásico legendario, con actuaciones portentosas y otras horrorosas, jugado a todo voltaje, Argentina no supo ganar a la Celeste, que jugó con uno menos un tiempo completo, y estiró su agonía hasta la tanda de penales, que resolvió Muslera, el auténtico héroe de un duelo inolvidable.

Fue la clase de partido que demuestra por qué la Copa América es la competición más dura del mundo. Una es porque participa Uruguay. El equipo de Távarez demostró que quien quiera esta Copa tendrá que someterse a su ley, una tarea titánica. Poblada de futbolistas de alta calidad, es una versión moderna de la vieja celeste del Maracanazo, proeza de la que se cumplían 61 años a la hora del partido de Santa Fé.

Forlán, enchufado de principio a fin, y Suárez, se bastaron para desmontar una defensa argentina torpe y predispuesta a las patadas, pero la Celeste se sostuvo en el partido gracias a Muslera, que ofreció un recital.

El arquero charrúa, discutido en su tierra, pasará a la historia por su trabajo en esta Copa. Mantuvo vivo a su equipo con atajadas imposibles (Higuaín, Messi y Di María), y ganó el paso a semifinales en los penales venciendo en su duelo contra Tévez.

El gol uruguayo llevó el partido a la refriega que busca la Celeste. En cada jugada una falta, una interrupción, garra charrúa, que lleva el juego al límite que el árbitro permita. Los celestes trabajaron a destajo, y llevaron el juego a su ritmo, el de la fricción.

Entonces, en medio de esa pelea barriobajera, emergió la figura celestial de Messi que condujo a su ofuscado rebaño lejos de las patadas, al toque, a la pared, al cambio de ritmo, a la asistencia mortal.

Con Gago al mando, y agitando los movimientos de Higuaín, Di María y Agüero, Messi se recostó en la banda derecha y dirigió desde allí a su gente. Puso una pelota en la cabeza de Higuaín que supuso la igualdad y los devolvió al partido.

Argentina tuvo media hora con su mejor juego en la Copa, en la que empató, se quedó con uno más, y pudo liquidar el partido si no hubiera sido por Muslera, imbatible toda la noche. No supo jugar con uno más Argentina o Uruguay supo hacerlo perfectamente con uno menos.

Y cuando parecía que el dominio argentino, las diagonales de Messi, el mejor juego local, llegaría al gol, Batista intervino quitando a Di María y Agüero, desconectando el circuito virtuoso que al fin permitía Messi expresarse a sus anchas.

Argentina centralizó el juego con Pastore y Tévez, y facilitó la defensa de frontón uruguaya. Descompensada, pasó angustias en cada centro o pelota cruzada, martirios para una defensa insegura en el juego aéreo, y que concedió innumerables faltas fuera del área.

Milito, desastroso toda la Copa, Burdisso, y Mascherano, pudieron ser expulsados por reiteración de faltas, antes que lo consiguiera El Jefecito. Le pegaron a todo lo que se movía y generaron tanto peligro como Forlán y Suárez.

Al entrenador argentino se le vienen días difíciles, y deberá someterse al dictado del emperador Grondona que no dudará en sacrificarlo si necesita calmar a las fieras, desatadas después de la humillación.

Con Muslera presidiendo la noche santafecina y Messi extenuado y cosido a patadas, Uruguay llegó a los penales, una suerte que le encanta. En la ruleta falló Tévez frente a Muslera, y 61 años después del maracanazo, Uruguay volvió a arruinar la fiesta del local.

Esta vez, de una Argentina sin norte, arruinada por sus jerarcas, dirigida con discursos testiculares, anacrónicos, sin que sus fantásticos futbolistas guiados por el genial Messi pudieran crear la magia que su pueblo les reclama.

Quien quiera ganar esta Copa ya sabe lo que le espera. Ahora chocará la Celeste con el emergente Perú, dirigido a la uruguaya por Markarian, que dio el golpe contra Colombia. Dos de los tres rivales del grupo de Chile están en semifinales, y hoy la Roja puede ser la tercera. Si escapa al maleficio que sufren los favoritos en una competición que se pone dramática, a la altura de la historia sudamericana.

Juan Sharpe aprendió el sabor de un clásico viendo ganar a Mulchén Unido contra Iberia Los Ángeles. Hizo tablón en el Municipal de Chillán, Santa Laura, San Eugenio y Nacional, Camp d`es Maiol (Sóller), el Camp Nou y Lluis Sitjar. Escribió de fútbol y similares en diarios (As, El País, Diario de Mallorca, El Mundo de Baleares, La Época, Las Últimas Noticias, La Nación Domingo), Setmanari Sóller y Sa Veu de Sóller. Enviado especial a Francia 98 (diario La Època), y editor de D13, entre otros vicios futboleros.
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