Berlín advierte de que no habrá una salvación a “cualquier precio”
"No habrá un reparto de las deudas ni un apoyo ilimitado. Hay ciertos mecanismos de apoyo que desarrollamos bajo condiciones estrictas", afirmó el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble.
El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, se mostró en contra de ayudas ilimitadas a los país de la eurozona afectados por la crisis de la deuda y advirtió de que “no habrá una salvación a cualquier precio”.
“No habrá un reparto de las deudas ni un apoyo ilimitado. Hay ciertos mecanismos de apoyo que desarrollamos bajo condiciones estrictas“, dijo Schäuble en declaraciones que publica la revista “Der Spiegel” en su edición de la próxima semana.
Schäuble rechazó expresamente la fórmula de crear títulos de deuda común europea, los llamados eurobonos.
Schäuble dijo que los eurobonos no son deseables “mientras cada país desarrolle su propia política de finanzas” y mientras se necesiten “los diversos tipos de interés para que haya estímulos y mecanismos de sanción para forzar la consolidación”.
“No habrá una salvación a cualquier precio”, subrayó Schäuble.
Entre tanto, en Alemania crecen las voces críticas de la decisión del Banco Central Europeo (BCE) de comprar títulos de deuda soberana de los países afectados por la crisis.
Ante todo, dentro de los partidos de la coalición de gobierno, la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Angela Merkel, su ala bávara la Unión Socialcristiana (CSU) y el Partido Liberal (FDP), se hace cada vez más fuerte la idea de que con la compra de títulos de deuda soberana el BCE ha renunciado a parte de su independencia.
“El BCE no puede convertirse en una institución que corrija los errores de política presupuestaria de países como Italia”, dijo a “Der Spiegel” el jefe regional de la CDU y primer ministro del estado federado de Hesse, Volker Boufier.
Su colega de Sajonia, Stanislaw Tillich, dijo que el programa del BCE tenía que ser una excepción ya que si se convierte en algo recurrente terminarán teniendo razón aquellos que, cuando se introdujo el euro, temían que ese organismo se preocupase menos de la estabilidad monetaria que lo que lo había hecho tradicionalmente el Bundesbank.