Piñera desclasifica última conversación con Steve Jobs:”¿Qué puedo hacer por Chile Presidente?”

“Hace algunas semanas recibí un llamado sorpresivo. Se trataba de Steve Jobs, para decirme que se había producido una ventana en su agenda para venir a Chile. Era la respuesta a una invitación que personalmente le hice en septiembre del año pasado, cuando tomamos desayuno en su casa en Palo Alto. Se lo notaba entusiasmado con su visita a Chile. No es por compromiso, me dijo; quiero conocer el país, su gente, lo que están haciendo.

Al poco tiempo de esa llamada, Jobs tuvo una fuerte recaída de salud, que finalmente le costó la vida, provocando un impacto muy sincero y profundo en millones de personas en todo el mundo. Y era comprensible, tratándose de un hombre que inspiró y cambio tan significativamente nuestras vidas en las últimas décadas.

Al enterarme de su muerte, se me vino de inmediato a la memoria aquel desayuno que tuvimos el año pasado . Y la primera imagen que cruzó por mi mente, no fue la del gran empresario de la década, el que cambio para siempre el mundo de la computación, la música, la telefonía y el cine, sino la de un hombre tremendamente sencillo. Recuerdo haber llegado a su casa y encontrarlo en la cocina, exprimiendo naranjas, pelando manzanas y preparando el desayuno junto a su mujer, Laurene. Luego de un cariñoso abrazo, comenzó una conversación que iba a ser breve, pero que al final duró más de dos horas y donde recorrimos con pasión temas muy diversos y trascendentes.

Quizás producto de su enfermedad, pero también por su historia personal, que se inicia con su adopción, Jobs era una persona muy profunda. Y en temas como la familia, la felicidad y la vida misma, había adquirido una inmensa sabiduría. Hablaba con mucha pasión, pero también con mucha razón. Estaba enfermo, pero era un enamorado de la vida. Y, quizás por ello, decía que estos tiempos, tan difíciles en lo personal, habían sido también los más creativos y plenos de su vida.

Estábamos muy entusiasmados hablando de su vida,de la libertad y del sentido de la vida, cuando de un momento a otro, Steve Jobs me dice: cuénteme de Chile. Ahí comenzó una segunda conversación acerca de temas como la educación, la pobreza, la creatividad,la innovación, igualdad de oportunidades, el emprendimiento. El escuchaba con la misma pasión de siempre. Eran temas a los cuales había dedicado su vida y se mostraba muy interesado por nuestro país, por sus logros, pero especialmente por sus desafíos. Por ello, en un momento, me dice: “¿Qué puedo hacer por Chile, Presidente?”. Yo, sin dudarlo, le digo que lo más me gustaría sería que nos visitara en Chile. Que nos inspirara, sobretodo a nuestros jóvenes. Quería que ese momento tan inspirador que estaba viviendo, lo pudieran vivir también miles de jóvenes. Jobs, me miró con entusiasmo y me dijo que encantado visitaría nuestro país. Me dice que en ese momento no podía viajar por razones de salud –acaba de recibir un trasplante de hígado-, pero que el 2011 lo haría. Cuando me llamó hace unas semanas, me lo recordó: “te dije que iría”.

En la conversación se lo notaba entusiasmado. Me dijo que se sentía bien, que pensaba que todo iba bien encaminado. Que estaba con fuerzas. Con esa imagen me quedé hasta enterarme de su muerte que me afecto profundamente y estremeció y conmovio a muchas personas en el mundo entero.

Me quedo con el recuerdo de un hombre extraordinario. Me quedo con esas horas que nos regaló para hablar de la vida, los desafíos, el futuro, los grandes temas de la sociedad y de Chile. Con esa imagen sencilla con que nos recibió en su cocina, con sus clásicos blue jeans y polera negra. Con ese abrazo que nos dimos a la salida, sin pensar que sería el último.

Por eso digo que el gran legado de Steve Jobs no fue sólo su obra y sus productos. Su gran legado fue el mismo, la forma como vivió su vida, llena de éxitos, pero también de fracasos, de momentos muy duros, no sólo por su enfermedad, porque su vida nunca fue fácil. Pero el logro no sólo doblarle la mano al destino. Logro ser un visionario y un luchador, hasta el día mismo de su muerte.

Steve quería venir a Chile, pero no pudo. Hubiera sido un gran momento. Hubiera sido un momento de inspiración para nuestros jóvenes, sobre todo hoy cuando debatimos temas tan importantes como la educación, la pobreza, la igualdad. No fue posible, pero nos queda su gran legado: el hombre que siempre luchó por sus ideales, con fuerza, pero también con creatividad. Buscando siempre soluciones innovadoras para mejorar la calidad de vida de las personas. Con coraje y pasión, pero también con realismo y razón, que era al final la clave de su éxito. Por ello, no me queda más que agradecer. Gracias Steve Jobs por inspirarnos y cambiarnos, tanto, a tantos y para mejor, nuestras vidas”.