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14 de Diciembre de 2010

"Quizás el mejor regalo está en una boletería", por Débora Calderón

Hace algunos días me topé, en un semanario argentino que leo cada vez que puedo, con un dato que me llamó bastante la atención. En plena crisis económica, durante los años 2001 y 2002, el consumo de actividades culturales se multiplicó en Argentina.  

 

Por Redacción
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Hace algunos días me topé, en un semanario argentino que leo cada vez que puedo, con un dato que me llamó bastante la atención. En plena crisis económica, durante los años 2001 y 2002, el consumo de actividades culturales se multiplicó en Argentina.  

 

Aumentó la oferta de conciertos, teatro, danza y a la par aumentó el público que asistió a esos eventos. Probablemente, las familias aprovecharon ese mal momento del país, para pasar las penas viendo una buena película, o algo en las tablas, o leyendo un buen libro. 

 

De hecho recuerdo haber visitado a unos buenos amigos que tengo en Argentina en esa época, y comprobar en las calles la vida que existía afuera de cada sala de teatro, de cada cine y, por supuesto, de cada restaurante de la ciudad porteña. Siempre me sorprende esa delantera que nos llevan los trasandinos cuando se trata de consumo cultural.

 

Para ellos se convierte en un refugio cuando los pesos escasean y nosotros, ni con una economía creciente, logramos aumentar nuestras cifras en este rubro. Este año, en el que nos azotó un terremoto y un maremoto; en el que estuvimos con el alma en vilo pendiente de 33 mineros bajo tierra; en el que tuvimos accidentes en ruta con cientos de muertos y heridos; y en el que el incendio de la cárcel de San Miguel nos hizo patente la calidad infrahumana de vida con que subsisten los presos, los chilenos compramos más autos que nunca. 

 

Vimos menos películas nacionales, fuimos poco al teatro y para qué decir los libros. Ni la Navidad resulta una buena excusa para hacernos un regalo que nos haga bien al alma. Un regalo cultural que nos devuelva un poco de nuestra identidad, de nuestro ADN representado en cada una de estas manifestaciones. 

 

La bonanza económica debería traspasarse no sólo a un último modelo cero kilómetro, o a esta vorágine de malls, regalos y euforia colectiva que desata diciembre. Quizás el mejor regalo está en una boletería y sólo es necesario que uno de nosotros eche a rodar esta tómbola para que nuestras cifras se acerquen (al menos un poco), a las de nuestros vecinos. 

 

 

  Débora Calderón Kohon estudió periodismo en la Universidad Católica. La vida la llevó temprano al mundo de los negocios y el retail, pero las ganas de escribir nunca desaparecieron. Hoy es columnista estable de la Revista Poder y Negocios y Mosso, y una activa participante en redes sociales.

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