Prófugos bajo la lupa de Página 12
En medio de esa historia de persecución, complots y traiciones que involucran al gobierno y a las fuerzas de seguridad, Prófugos presenta una suerte de subtrama en la que los guionistas filtraron la dictadura pinochetista con delicadeza pero con firmeza.
Prófugos es el título de la serie de acción y suspenso que HBO produjo por primera vez en tierras chilenas, y que actualmente emite los domingos a las 22 (en HBO HD se emite los sábados a las 23). De impecable producción, bella fotografía y potente historia en términos narrativos, Prófugos es una de esas opciones televisivas que atrapan a quienes buscan tramas adrenalínicas bien filmadas. Lo que se dice, una serie de calidad cinematográfica que entretiene. Sin embargo, su sentido no se limita a los límites de la pantalla. Bastó ver el episodio de ayer para comprender que su trama no evade un pasado que aún hoy cala hondo en tierra trasandina: la dictadura militar comandada por Augusto Pinochet. Una época que la sociedad chilena aún no supo/no quiso/no pudo revisitar abierta y honestamente, pero que la serie se animó a retratar con sumo cuidado. Como si ese oscuro período que aún divide aguas en la sociedad chilena hubiera necesitado tener el aval de una cadena de TV extranjera para su abordaje ficcional.
Road movie televisiva, Prófugos cuenta la desesperada huida de un grupo de narcotraficantes por territorio chileno. Está filmada casi íntegramente en escenarios naturales. Una red de ambiciones, intereses y corrupción policial y política le da marco a Prófugos, que acompaña la historia de Vicente Ferragut (Néstor Cantillana), Tegui González (Benjamín Vicuña), Oscar Salamanca (Francisco Reyes) y Mario Moreno (Luis Gnecco), cuatro personas que son contratadas para transportar un cargamento de cocaína líquida por tierra, desde Bolivia hasta el puerto chileno de Valparaíso. La desconfianza y el recelo entre los mercenarios se profundiza cuando la entrega sale mal y los cuatro prófugos comienzan una huida para salvar sus vidas sin saber exactamente quién los persigue, y con la sospecha que sobrevuela a cada integrante sobre quién es quién.
En medio de esa historia de persecución, complots y traiciones que involucran al gobierno y a las fuerzas de seguridad, Prófugos presenta una suerte de subtrama en la que los guionistas filtraron la dictadura pinochetista con delicadeza pero con firmeza. Es que Salamanca y Moreno, dos de los prófugos, esconden un pasado en el que se reflejan las dos caras de la década del ’70 en Chile: el primero es un ex guerrillero que escapó de la represión militar, mientras que el segundo es un antiguo torturador al servicio del pinochetismo. En el capítulo de ayer, ese pasado encubierto se manifestó ferozmente, en un enfrentamiento sangriento y cargado de política en el que Moreno terminó asesinando a Salamanca. “Sin perdón ni olvido”, fueron las últimas palabras que Salamanca le dijo a Moreno, como un mensaje que desde la trama de Prófugos pareció buscar extenderse hacia toda la sociedad chilena.
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