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25 de Noviembre de 2011

Egipto acude a las urnas en un complejo proceso acechado por la inestabilidad

Todos los egipcios mayores de 18 años -con excepciones como los miembros del ejército o las fuerzas de seguridad- están llamados a elegir a sus representantes en la Asamblea Popular (Cámara Baja) y el Consejo de la Shura (Cámara Alta) en tres fases, la primera de las cuales tendrá lugar el lunes.

Por EFE
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Los egipcios celebrarán a partir del lunes, en un complejo galimatías electoral, lo que deberían ser los primeros comicios democráticos del nuevo Egipto pos Mubarak, pero que se ven acechados por la inestabilidad y el rechazo a la Junta Militar.

Todos los egipcios mayores de 18 años -con excepciones como los miembros del ejército o las fuerzas de seguridad- están llamados a elegir a sus representantes en la Asamblea Popular (Cámara Baja) y el Consejo de la Shura (Cámara Alta) en tres fases, la primera de las cuales tendrá lugar el lunes.

Dos tercios de los 498 escaños de la Asamblea Popular se elegirán en listas cerradas reservadas a los más de 50 partidos políticos, mientras que el tercio restante se asignará en listas abiertas de candidatos individuales, que pueden pertenecer a partidos o concurrir como independientes.

Solo en el caso de las candidaturas individuales habrá dos vueltas para dirimir quién se queda con el escaño, dos por cada una de las 83 circunscripciones, en caso de que los candidatos no hayan conseguido más del 50 por ciento de los votos en la primera vuelta.

Para conseguir que pueda votar el máximo número de personas -Egipto tiene una población superior a los 80 millones de habitantes-, el sufragio se ha dividido en tres fases, según las provincias.

El lunes 28 de noviembre será el turno para las urnas en El Cairo o Alejandría, entre otras, mientras que el 5 de diciembre se celebraría la segunda ronda para los candidatos individuales.

El 14 de diciembre provincias como Guiza (junto a El Cairo) o Asuán (en el sur) concurrirán a las urnas, con una segunda vuelta el 21 de diciembre, mientras que finalmente el 3 de enero comenzará la última fase en Minia (centro) o el Sinaí, con una segunda vuelta siete días después.

Tras esos comicios a la Cámara Baja, comenzarán las elecciones de los 270 miembros del Consejo de la Shura, que también se desarrollarán en tres partes a partir del 29 de enero hasta el 11 de marzo.

Para enredar aún más el puzzle electoral, la mitad de los elegidos deben estar clasificados como “campesinos o trabajadores”, en una reminiscencia constitucional del Egipto naserista.

Este complicado panorama electoral ha despertado en muchos analistas el temor a que los colegios electorales, que serán supervisados por jueces, no puedan acoger al gran número de votantes que se prevén.

Según cálculos del abogado y activista de derechos humanos Negad El Borei, cada persona tendrá menos de un minuto para ejercer su derecho, algo que parece sumamente complicado en un país con altas tasas de analfabetismo y con un rompecabezas en forma de papeleta.

Sin embargo, la mayor preocupación que planea sobre las elecciones es que la volátil situación del país pueda derivar en un estallido de la violencia durante las elecciones.

Hasta los jueces encargados de supervisar las elecciones han expresado su inquietud por la violencia.

Como dijo a Efe el magistrado de la ciudad de Tanta (en el Delta del Nilo) Amr Ramzi, “los jueces tememos por nuestra propia seguridad y por la de los votantes”, por lo que pidió de forma explícita el apoyo de los militares a las fuerzas de seguridad para que la votación se desarrolle sin incidentes.

En una rueda de prensa ayer para presentar las elecciones, la Junta Militar anunció que los soldados cooperarán con la policía para garantizar la seguridad de los comicios, que ellos ven como el primer paso para la transición hacia la democracia.

Sin embargo, la masiva manifestación de la plaza Tahrir hoy -que pese a ser boicoteada por el principal grupo opositor, los Hermanos Musulmanes, sacó a decenas de miles de personas a la calle- puso de manifiesto que muchos egipcios no creen que se den las condiciones necesarias para acudir a las urnas.

El clamor de Tahrir por que los militares suelten las riendas antes de las elecciones presidenciales, previstas para no más tarde de julio de 2012, vuelven imprevisible el devenir de los comicios.

Algunas formaciones laicas, como el Partido Socialdemócrata, ya han anunciado que no participarán en las elecciones, abriendo la puerta a una auténtica “marea islamista”, pero que podría sembrar dudas sobre la representatividad del nuevo Parlamento.

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