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27 de Enero de 2012

Los dramáticos testimonios tras el derrumbe de los edificios en Río de Janeiro

Sobre las ruinas caminan socorristas guiados por sus perros, mientras las excavadoras retiran escombros con movimientos casi quirúrgicos.Todos hablan de lo mismo: "Qué locura, ¿no?" es la frase más común.

Por Redacción
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“Él estaba en el edificio y a las 3 de la mañana y logró a hablar con su novia, Tatiana, desde debajo de los escombros,  le dijo ‘hola amor’ y se cortó la llamada. Es una esperanza”, contó Francisco Adir, de 58 años, padre de un amigo de Fabio.

Ella se quedó sin palabras y, llorando, se lanzó a los brazos de una compañera, mientras continúa la larga espera por noticias de los equipos de rescate, que ya hallaron cinco cuerpos.

Los testimonios en torno al derrumbe de los tres edificios en el centro de Rio de Janeiro se multiplican y conmueven. La construcciones estaban ubicadas cerca de la plaza de Cinelandia, en el centro histórico de la ciudad, donde también está el Teatro Municipal y el Concejo Municipal de Río. Allí familias completas esperan noticias de sus desaparecidos. Algunos, desconsolados, salían de allí hacia el instituto forense.

El padre de de Sandra Ribeiro Lopes trabajaba como portero en el edificio de 20 pisos y todo indica que es una de las víctimas. “Encontraron el celular de mi papá en el bolso de uno de los cuerpos encontrados. Ahora voy a la medicina forense al reconocimiento”, informó a periodistas.

Vera de Anjo Freitas llegó poco después buscando noticias de su primo, Moisés Morais Silva, con quien se encontró en la calle Treze de Marzo poco antes del desplome. “Le pregunté que si quería enviar algo para casa y me dijo: ‘sí, espera que voy a buscar mi bolsa’. Ahí sentí algo como granito cayéndome en la cabeza y salí corriendo”, cuenta la mujer, empleada doméstica de 57 años. “No creo que estén vivos, estaban fuera del edificio”, añade conteniendo las lágrimas. A Moisés lo acompañaban cuatro colegas de trabajo.

Sobre las ruinas caminaban los socorristas guiados por sus perros, mientras las excavadoras retiraban escombros con movimientos casi quirúrgicos. Y en el metro o en la calle, todos hablaban de lo mismo: “Qué locura, ¿no?” era la frase más común.

Por la plaza de Cinelandia circulan todos los días miles de personas, pero como al momento de la tragedia ya había concluido la jornada laboral, las autoridades confían en que el balance de víctimas no sea muy alto.

“Estaba en la planta baja cuando la puerta del elevador se abrió y vi que el predio se caía, fue horrible, no sé cómo tuve la decisión de regresar al ascensor. Eso fue lo que me salvó, regresar para el elevador”, contó Alessandro da Silva Fonseca, de 31 años, que fue rescatado poco después del incidente.

“Tuve suerte de que estaba con el celular en el bolsillo, llamé a mi amigo (que estaba en la planta baja y logró escapar) y me dijo: ‘ten calma que los bomberos van a llegar y te van a salvar'”, siguió este hombre, que siente haber nacido de nuevo la madrugada del jueves.

Las autoridades aún no han establecido la causa del desastre, aunque la tesis que más cobra fuerza es la de un problema estructural. Hasta el momento se cuentan siete víctimas encontradas.

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