Violentos disturbios en la primera jornada de huelga sindical contra Evo Morales
Miles de manifestantes, sobre todo universitarios y médicos con batas blancas, intentaron entrar por la fuerza a la plaza Murillo, donde están los palacios de Gobierno y del Legislativo. Esta es la séptima semana de conflictos sociales sin visos de solución.
La primera jornada de una huelga sindical de 72 horas concluyó hoy en Bolivia con violentos disturbios cerca del Palacio de Gobierno en La Paz, mientras los partidarios del presidente Evo Morales marchaban en otra ciudad para apoyarle, en la séptima semana de conflictos sociales sin visos de solución.
Los mayores desórdenes se vivieron en La Paz, donde miles de manifestantes, sobre todo universitarios y médicos con batas blancas, intentaron entrar por la fuerza a la plaza Murillo, donde están los palacios de Gobierno y del Legislativo.
Algunos manifestantes lanzaron cartuchos de dinamita medianos, en Bolivia llamados “cachorros”, contra las barricadas de agentes antidisturbios, que respondieron con gases lacrimógenos.
Según medios locales, hay universitarios heridos y desmayados por las cargas de gas y un fotógrafo resultó lesionado de gravedad en la pierna por la explosión de una granada lacrimógena.
El viceministro de Régimen Interior, Jorge Pérez, dijo que dos policías fueron lesionados por esquirlas de las cargas de dinamita.
Aparte de los incidentes violentos y los bloqueos de vías en varias ciudades, la huelga general convocada por la Central Obrera Boliviana (COB), la mayor organización sindical del país, tuvo escaso seguimiento en los centros de trabajo.
La huelga fue acatada por médicos y trabajadores de la salud pública, que llevan siete semanas de paro contra un decreto de Morales que aumenta de 6 a 8 horas su jornada laboral, y por las universidades, pero no afectó a la mayoría de los sectores productivos.
Fue más contundente, según el Gobierno, el paro de transportes que paralizó totalmente el lunes y el martes La Paz y la vecina ciudad de El Alto, también con incidentes violentos.
Los sindicatos exigen a Morales un aumento salarial general superior al 8 % que decretó el pasado día 1, cuando además nacionalizó una empresa de capital español, y le piden que tome en cuenta lo que llaman “canasta básica familiar”, que calculan en 1.192 dólares mensuales, igual a ocho salarios mínimos.
El salario medio de Bolivia, uno de los menores de América, subirá con ese decreto de 546 a 590 dólares al mes, mientras que el mínimo legal aumentará el 22 %, hasta 145 dólares.
Los choques de este miércoles en La Paz ocurrieron poco después de que el secretario de Estado español de Cooperación Internacional y para Iberoamérica, Jesús Gracia, abandonara la plaza Murillo tras entrevistarse allí con el canciller boliviano, David Choquehuanca, y antes de que regresara para reunirse con Morales.
Gracia llegó esta madrugada a La Paz para revisar la cooperación y las inversiones españolas en Bolivia, en una visita prevista antes de que Morales expropiara el 1 de mayo, por sorpresa, una filial de Red Eléctrica de España (REE), alegando una supuesta falta de inversiones que esa firma niega.
Entretanto, miles de partidarios de Morales, encabezados por productores de hoja de coca, materia prima de la cocaína, sobre todo del feudo político del mandatario en el Chapare, marcharon en la ciudad central de Cochabamba para respaldarle frente a la oleada de conflictos que le acosan desde marzo.
Junto a los cocaleros, marcharon campesinos afines a Morales y empleados estatales, con pancartas contra los indígenas que rechazan una carretera en el parque natural Tipnis, en la Amazonía, y contra el sector sanitario, que exige que se anule un decreto que aumenta de 6 a 8 horas su jornada.
En la andina y sureña de Potosí, estudiantes de medicina detonaron cargas de dinamita en la puerta principal de la gobernación, controlada por el oficialismo, y destrozaron ventanales y balcones del edificio.
En la oriental Santa Cruz un grupo de médicos bloqueó el ingreso al aeropuerto internacional de Viru Viru, el principal del país, y cerró las carreteras que conducen hacia Argentina.
El mandatario anunció la semana pasada la suspensión del aumento de la jornada, pero no convenció a los sectores movilizados, que desconfían de su palabra.